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Por Ignacio Mayorga Alzate

Alfonso Espriella reflexiona sobre los caminos de la vida en su cuarto álbum de estudio


Resulta un tanto paradigmático que un músico titule su cuarto esfuerzo de estudio como Todo empieza ahora, sin embargo, para Alfonso Espriella ninguna decisión relacionada con su música es tomada a la liguera. Este álbum, que el país ha venido conociendo por partes en un proceso iniciado alrededor de 2013, será presentado este 19 de noviembre en el Auditorio Lumiere en Bogotá. La compilación de 12 canciones encuentra a Espriella en modo completo de composición, ejemplificando un abanico sonoro amplio en el que se evidencia un entendimiento de la artesanía de la canción que ha venido afianzando, como los pacientes orfebres, a fuerza de no parar en 10 años desde su debut discográfico. Los cuatro cortes que hasta ahora conocemos del álbum ejemplifican una nueva dirección en la música de Espriella, una nueva dirección que evidentemente está ligada a experiencias previas ─todo hombre es un camino y las canciones de Espriella guardan una estrecha relación con su vida personal─, pero que lo llevan por un nuevo camino nunca explorado.

“En el 2015 yo sabía que tenía que hacer un disco nuevo, porque el último había sido en 2013. Ese año arranqué a componer de ceros. No tenía canciones preparadas. Duré un año solo componiendo en mi casa, grabándome”, explica Espriella. “Saqué como treinta maquetas. Fuimos al estudio en 2016”. Después vendría la parte de ensamble realizada a seis manos con Javier Rodríguez y Alvin Schumaat, la grabación de los doce cortes en varios estudios de la ciudad y en la propia casa de Espriella. Para principios de este año, el álbum estaba listo para salir.

Todo empieza ahora nace del fin de un ciclo, de un momento en el que el músico se encontraba en ese proceso de duelo que implica, necesariamente, cerrar una etapa vivida, una mutua convivencia, los códigos herméticos que nacen cuando se ha compartido por largo tiempo con una persona nuestros miedo, anhelos e historias. “La etapa de composición del disco se juntó con el cierre de una relación larga y fue algo en mi vida en ese momento, el haber estado atravesando esa tusa, ese lugar de vacío en plena etapa de estar componiendo”, explica el músico al otro lado de la línea. “Todo eso se filtró en el disco y aparecen unas canciones que son despedidas, unas canciones que hablan de ese desprendimiento, del dolor de vivir el camino nuevamente, como ese lado muy humano que está en el disco. Pero siempre muy acompañado de esa resolución de que todo fin de ciclo es el comienzo de uno nuevo. Esa parte personal demuestra nuevos procesos, un nuevo camino de vida y también mucho esa idea de que la vida va pa’ lante y el deseo de seguirla explorando y de vivirla intensamente seguí ahí. Sí, sí se cruzó con un cierre de un ciclo a nivel personal y también musical, fue empezar a componer de cero, pensando en un nuevo concepto sonoro, nuevos colores, todo eso”.

El camino es un tema recurrente en Todo empieza ahora, hace parte del ADN de sus canciones, guía la experiencia de un autor que busca reencontrarse después de la separación, de saberse de nuevo solo en este recorrido que es la vida humana. “El camino” ejemplifica plenamente ese motivo poético, pero también lo hacen en mayor o menor medida “Altares” o “El tiempo no sana”, todas estas composiciones, que llevan profundamente la impronta lírica de Espriella, vuelven sobre esa idea de que, a pesar de lo vivido, cada día es una nueva oportunidad para acercarse, como si fuera la primera vez, a la sorpresiva maravilla que es la experiencia vital humana. Incluso “El pescador”, clásico del folclor nacional de José Barros, en que lo acompaña Totó la Momposina, incluye una reflexión sobre el camino de la vida. Ya lo decían las coplas de Manrique: “Nuestros ríos son la vida que dan al mar”. El esfuerzo diario del pescador implica las tribulaciones de un hombre centrado en su microcosmos vital, de esas reflexiones que nacen cuando la noche calla y solo se escucha el rumor de las olas sobre la arena iluminada por la luna.

Sobre esta última colaboración, explica Espriella que “en el 2013 yo toqué en el Rock al Parque en el escenario principal. Invité a Totó la Momposina a tocar esta versión que yo tenía montada de “El Pescador”. Ella aceptó. Salió allá con su vestido de cumbiambera y tocó en el festival con nosotros. Un tiempo después hicimos el videoclip de la canción y eso se lanzó también por las pantallas de Rock al Parque. Y, después de todo ese ejercicio, hicimos un cortometraje que está rodando por Cine Colombia sobre la historia detrás de eso. Esa canción fue lo primero de este disco”. Esta canción, que es un punto de encuentro entre dos lenguajes rítmicos distintos, sirve como puente que conecta a los escuchas con las experiencias propias de Espriella, pues es una composición harto conocida en nuestro universo cultural colombiano. Después, de manera completa, el cantautor nos ofrece las cicatrices de su propia experiencia vital, y quizás en las marcas que dejan las heridas podamos reconocernos, una vez sanadas, huellas de nuestra propia fragilidad. En este sentido, a pesar de que nace de su propia contemplación y reflexiones, Todo empieza ahora ofrece una visión vital que logra conectarse con todos nosotros de manera inmediata.

Espriella presentará este 19 de octubre el disco en el Auditorio Lumiere, entregándolo a los asistentes con el ingreso al concierto. Después de ello, como ya ha venido haciéndolo a lo largo del año, continuará su gira nacional por ciudades capitales e intermedias de la geografía nacional, compartiendo ese nuevo camino que ahora empieza con los asistentes a sus presentaciones. “La parte del Eje Cafetero la hicimos hace poquito. Fuimos ahorita para Ibagué al Ciudad Rock. Seguimos por acá en Bogotá y para Antioquia. Hay ciudades principales, hay ciudades medianas como Manizales y Pereira y también ciudades más pequeñas como Marinilla, La Ceja en Antioquia”, explica. “Muchas de estas ciudades son lugares en los que alguna vez me contacté con alguien que me invitaron a tocar, ya había estado allá en el pasado, ya se había dado ese vínculo y cuando se da la oportunidad de ir, por ejemplo, a Medellín es retomar el contacto, escribirle a la gente y contactar. Ya hay públicos allá que con los discos anteriores se han venido conectando poco a poco y es continuar con la construcción de esos públicos porque gente que vaya a oír música, rock, a escuchar artistas que están haciendo cosas nuevas hay en todas partes. No siempre llegamos a todas partes, medianas o más pequeñas, pero la gente siempre está ahí. Es como un buen descubrimiento que hay que ir a todas partes, a lugares chiquitos o grandes, a conectar con gente que está dispuesta también”. Al final de eso se trata la música: de poder conectar un mensaje que nace de nuestra soledad reflexiva con la mayor cantidad de personas posible, de tocar corazones con cada acorde, de dejarse la piel en cada canción. Acompañen a Espriella por esta nueva senda que ahora emprende, podrán aprender mucho de ustedes mismos en el proceso.


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