En el panorama de la música colombiana nadie tiene una voz como la de Lianna. Con una carrera que lleva ya varios años, la cantautora colombiana ha sabido cómo crear un tapiz riquísimo de sonidos en el que converge la sensual y dolorosa cadencia del soul con la emoción del R&B y los beats del hip hop, creando un mapa colorido que nos da cuenta de los puntos clave de su corazón aventurero. La música pionera de esta hibridación en nuestro país bebe de una fuente inabarcable de influencias en la que el jazz se entremezcla con la música latinoamericana y la herencia africana, parte de nuestra identidad tripartita, y se transforma en un caudal rítmico poderoso lleno de energía y potencia. Es una voz propia, entrenada, rica y enérgica como ninguna en nuestro mapa y una mujer esencial para la escena urbana, pues ha prestado su regalo genético para enriquecer también algunas producciones con los MC más representativos de nuestro país.
Hace algunos años Lianna había presentado su primer larga duración, Paciencia, y en abril regresó para un segundo asalto titulado Como el agua, en el que se ve una maduración importante en su sonido, el cierre de un ciclo que sólo se consigue con el regreso a la raíz, a la esencia de su primera escuela. La introducción a este nuevo proyecto nos remonta a la infancia de Lianna, entonces Valentina, en una grabación casera de un clásico del maestro Jairo R. Echavarría “Me estás haciendo falta”, bolero editado por Discos Fuentes grabado en el cancionero y la memoria paisa con la fuerza de esos amores que no desaparecen. Rápidamente el álbum se tiñe de acentos prestados del hip hop para dar paso a “Me quedo aquí”, sencillo que el año pasado tuvo una rotación significativa en la radio independiente. Con la producción de El Arkeólogo en la mayoría de los temas y su propia participación, desdoblado en su faceta MC de Gambeta, en “Cóctel espacial”, el disco tiene un tempo introspectivo y lento, que recorre los paisajes mentales de una mujer plantada con fuerza en su centro, desde el que se erige para promulgar un mensaje potente y lleno de energía.
Lianna ha evolucionada muchísimo su habilidad lírica y sus canciones resultan en un espejo honesto en el que podemos reflejarnos debido a la empatía que permite su enunciación sincera. Con una voz que a veces recuerda a hitos femeninos de la música afro de los Estados Unidos y siempre va un paso más allá para reafirmarnos quién es esta mujer que ha llegado más allá de sus influencias, sus canciones llegan al fondo del alma, como un poema susurrado al oído en la noche de los amantes, como la última nota que nos legara un ser querido al que ya nunca más veremos. Con una producción de lujo que incluye también a Crudo Means Raw y a Avenrec, quienes participan en una canción cada uno detrás de la consola, la voz de Lianna es conmovedora e íntima, una fuerza natural que muta del susurro lluvioso a la tempestad enardecida de los truenos y las aguas desbordadas.
Con un elenco de lujo que auxilia a la cantante, el antes mentado Gambeta de Alcolirykoz, N. Hardem y Anyone/Cualkiera, reconocidos rimadores de la escena nacional, Lianna alcanza un nuevo nivel en esta producción. Más allá de todo, sin embargo, lo más emocionante resulta cuando la voz de Lianna nos toma por sorpresa con toda la fuerza que tiene guardada dentro de sí. Es un álbum absolutamente corporal, lleno de sensaciones que nacen del sistema nervioso humano: la lluvia que resbala sobre la piel, los recorridos citadinos que nos suscitan emocionas, la percepción natural de ese espacio que se sale de nuestro cuerpo. Es un álbum de latidos, de pasos, de pulsaciones, de tacto. “Cada paso”, por ejemplo, es una voz que nace de un recodo corporal que percibe los cambios de la mañana y la finitud orgánica a la que está atada nuestro cuerpo. El tempo de la batería emula los latidos de un corazón lleno de vida que recuerda, que reflexiona sobre el presente y agradece la vida que aún queda en nuestras manos.
Como el agua es una apuesta por la música honesta, por la necesidad de la sinceridad enunciativa en tiempos de radio fórmulas, de relaciones inmediatas y fugaces, de auto tune. Lianna nunca había estado tan desnuda como lo está en esta nueva producción. Pero esta desnudez no la deja frágil a la intemperie, sino que la erige poderosa y enérgica, como una especie de guerrera de centurias atrás, como una amazona mítica que se vale de sus manos, de su voz y de su fuerza para lidiar con el mundo que la rodea, un mundo disfrazado y de ilusiones en el que la honestidad resulta en una respuesta necesaria frente a las sombras que proyectan frente nuestros ojos. Escuchen aquí Como el agua y confirmen por qué Lianna es una de las voces líderes de la música colombiana.