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Por Ignacio Mayorga Alzate

“Mal viaje” de Bestiärio es una sacudida necesaria a nuestro esquema de valores


El bestiario es una tradición medieval que consiste en la compilación y catalogación de bestias. Esta práctica a cargo de los sabios franceses, ingleses y de eruditos pertenecientes a los varios reinos que ahora componen el territorio español respondía a una lógica cultural inspirada en la visión del mundo cristiano y, por ello, la historia natural y la ilustración ricamente iluminada de cada uno de los folios venía acompañada de una lección moral: si el mundo natural era el reflejo de la creación divina, cada una de sus partes representaba una parte positiva y una parte negativa del globo. Así, existían bestias de signo positivo como las aves y bestias de signo negativo como la serpiente o la cabra. En el mundo medieval cristiano el monstruo existe como una necesidad de representar los vicios morales, para demostrar simbólicamente los males que aquejan el espíritu humano y lo alejan de la perfección. ¿Pero qué niveles de representación tenemos diez siglos después? ¿Qué virtudes sobreviven en un mundo taimado, tramposo y corrupto?

En 2015 Bestiärio presentó Este infierno, su primer larga duración, una mezcla de ritmos prestados del folclor norteamericano y las características del punk global lleno de ironía, inconformismo y aburrimiento por el mundo moderno. Ahora, tres años después, y después de muchas batallas libradas en los escenarios locales, el quinteto colombiano regresa a los pantanos del mundo moderno con Mal viaje, segunda producción de estudio, que los encuentra más robustos y molestos, con un sonido que se atreve a recorrer nuevas y fangosas direcciones. Su acordeón, banjo, washboard, mandolina y el contrabajo siguen ampliamente influenciados por los sonidos que los hicieron populares con su primera producción, pero ahora se atreven a ironizar sobre ritmos de nuestro folclor como la guabina de “Antipatria” y otras sonoridades que se entretejen con la estética bucanera y forajida de su bestial sonido.

Bestiärio responde a los malestares de una sociedad históricamente corrupta, tramposa y pendenciera. Parece que las cinco partes del conjunto no tienen reparo alguno en abrazar identidades de animales parias, como si fuesen alimañas apestadas escapando de alguna refinería clandestina perdida en los pantanos del Mississippi profundo. La banda rechaza todo dogmatismo y les huyen a las tranquilidades que nos dan la fe y la razón (“Ni la fe ni la ciencia”), a la energía positiva de los movimientos de yogadictos new age que pululan los parques distritales para practicar reiki (“Promesa de sinceridad”) y a los falsos caudillos que tienen este país sumido en una guerra inmemorial (“Fantasmas”).

Mal viaje fue grabado en La Coneja Ciega y mezclado en La Colmena de Valparaíso, Chile, el año pasado. En sus trece temas propios y una versión de TxDxA la banda logra conjurar la fuerza de animales fantásticos y temibles, a la vez que construye un lanzamiento absolutamente emocionante, lleno de abruptas exclamaciones y esputos desidiosos. En ningún momento el álbum pierde su momento y es potente en cada uno de los cuarenta minutos que lo componen. Si bien es cierto que las voces no son del todo agradables, lo cierto es que precisamente colaboran a esa sensación fangosa y rebelde que busca transmitir el disco, cualquier otro registro iría en detrimento de la esencia de este disco poderosísimo y alucinante. Quizás estas sean las criaturas que necesitamos para representar nuestra cotidianidad, una especie en peligro de extinción que es el punk de pura raza, de chamarra y espada. Piérdanse en este mal viaje junto a Bestiärio y adéntrense en el corazón de las tinieblas, en el lado pantanoso de la pasión.

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