Oh’laville es una banda que se toma en serio y que, pacientemente, ha logrado construir una carrera rutilante en la difícil empresa de la música colombiana. Cada nueva entrega de la banda resulta en un deleite estético, en una experiencia que requiere de una escucha atenta, pues los sonidos de este cuarteto bogotano están lejos de servir como música de fondo. Después del éxito que representó el año pasado “Magia negra” este grupo de amigos regresó en 2018 con “Primitivos”, una composición cargada de fuerza antigua y evocativa, un regreso a la primera noche de los tiempos en la que el fuego era el regalo más preciado y protegido dentro de su mística incomprensible. Este es el despertar de los primeros bípedos, nuestros ancestros, quienes empezaron a sentir emociones distintas a las de los demás miembros del reino animal, sensaciones entonces innombrables que pertenecían a la lógica de los instintos, a eso que desde la soberbia de nuestro presente hemos tildado de primitivo.
La voz de Mateo París cada vez es más dueña de sí, pasa del grito desgarrador al susurro tierno y de nuevo a la expresión rockera y visceral. Un arreglo en el órgano de Iván Medellín (La Tromba Bacalao y La Sonora Mazuren) concatena con la guitarra de Andrés Toro y el galope del bajo de Andrés Sierra, mientras que la batería de Luis Lizarralde guía el ritmo desde el fondo con certera disposición. En términos poéticos la canción está llena de una imaginería extraída del mundo natural, en el que el cuerpo del hombre es una serie de zonas erógenas más cercanas al instinto que a la razón. Es una canción de amor concretamente enmarcada en la frontera física, en mandíbulas y mejillas, en cuellos, en manos. Es un cuerpo a merced del fuego, de lo arcano, del misterio de la sensualidad humana, de la saliva y la poesía anterior al lenguaje escrito.
Con “Primitivos” Oh’laville continúa demostrando el importante lugar que ocupa en la identidad del nuevo rock colombiano. Cada vez más asistimos a la constatación de que es una banda absolutamente esencial, riquísima en texturas sónicas y en paisajes poéticos. Mientras esperamos su regreso de su gira por México, les presentamos nuestra canción de la semana, una oda potente a lo más básico del instinto humano, el que nos permitió sobrevivir a las dificultades del boscaje primitivo, el que nos llevó a escalar los árboles para encontrarnos de frente con el sol y soñar con que en algún momento conquistaríamos las estrellas.