En 1971 Stanley Kubrick presentó una de las adaptaciones fílmicas más importantes de toda la historia del séptimo arte. Basada en la celebrada y distópica novela de Anthony Burgess, A Clockwork Orange se convertiría en una de las películas más importantes de las últimos cincuenta años debido, en gran parte, a la actuación suprema de Malcolm McDowell en su quinto papel para el cine, una participación tormentosa y llena de retos que lo dejaría escarificado para siempre en su psiquis debido a la exigencia del director norteamericano, quien pasó a la historia también por ser un cretino a todas luces con los actores que había elegido para protagonizar sus delirantes historias. Desde Ipswich, condado de Suffolk a unos 100 kilómetros de Londres, Keith “Monkey” Warren, Pete “Pete Dee” Davidson y su hermano Michael “Kid Dee” Davidson aprehendían la estética del Korova Milk Bar, el atuendo característico de Alex DeLarge y el lenguaje de los “droogs” para, en 1975, darle forma a una de las bandas más representativas de la historia del punk: The Adicts.
La banda inglesa se ha hecho un lugar privilegiado por su actitud desenvuelta y sus espectaculares presentaciones en vivo que crean un verdadero carnaval en la tarima y nos permiten no tomarnos tan en serio la vida, esta farsa llena de máscaras de papel que nos impone una serie de comportamientos restrictivos en aras de facilitar la convivencia de un rebaño impávido. Durante más de cuarenta años el conjunto inglés ha estado girando de un lado para otro y, en ese esfuerzo por recorrer el mundo, ha permitido que su música se contamine de diversas influencias que estriban desde el reggae, el soul o el ska, hasta la música de carnaval o el new wave característico de los años ochenta en su sencillo “Tokyo”, producido por el vocalista de The Vapors David Fenton. Y es que la banda inglesa ha hecho de su irreverencia una declaración de principios, permitiéndonos acceder a la alegría carnavalesca en cada una de sus presentaciones, esa subversión del orden que a todos hermana en el fraternal abrazo del jolgorio y el alcohol.
La banda ha venido ya varias veces al país y, después de su enérgica presentación en la celebración de 15 años del Festival Altavoz en noviembre pasado, ha anunciado que regresa a Colombia para dos presentaciones en Bogotá y en Cali. En la capital será una celebración el 13 de marzo que se llevará a cabo en el Auditorio Mayor CUN, nueva sede del centro de la ciudad que ya ha albergado importantes eventos como Dropkick Murphys, Flogging Molly o El último ke zierre. Las boletas están volando rápido y promete ser un encuentro clave para los amantes del punk para recordar una de las bandas más inquietantes de la década de los ochenta. Está prohibido perdérselo.
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