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  • Por Ignacio Mayorga Alzate

Las nuevas músicas campesinas se reúnen en un mismo concierto: Los Rolling Ruanas y Edson Velandia e


Históricamente Colombia le ha dado la espalda al campo, como si las papas, yucas y habichuelas vinieran ya tóxicamente empacadas en plástico para Carulla y Jumbo. En un país en el que “provinciano” sigue siendo un epíteto despectivo, las músicas arraigadas en esta tradición no solo han sido despreciadas sino ignoradas o señaladas. Esto, sin embargo, no ha evitado que hoy día dos de los actos musicales más importantes del país beban de este fértil campo de imágenes poéticas y sensibilidad tierna para construir una identidad propia que los ha convertido en referentes claves de nuestro momento cultural. Ahora, ambos actos se presentarán en octubre en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán para traer al frío centro capitalino el color de un campo fértil y lleno de vida que no nos olvida, aunque nosotros sí a él. Así, Edson Velandia y Los Rolling Ruanas compartirán tarima en una fiesta en el que los ritmos populares colindarán con las nuevas perspectivas de la música moderna, en una fusión hermosa y elocuente que llenará de vida el icónico teatro.

Los Rolling Ruanas han dado un largo viaje desde que por primera vez se tomaran las redes para versionar en clave de carranga canciones de rock and roll. En marzo del 2017 el cuarteto de neo carranga y nuevos ritmos folclóricos presentó su primer larga duración, La Balada del Carranguero, un recorrido de diez canciones que retrata ese mágico universo en el que colindan la ciudad y el campo, las músicas tradicionales campesinas con una inteligencia rockera heredada de los grandes íconos de la cultura pop, una actitud irónica con el más profundo respeto de nuestro folclor y nuestro vínculo inmaterial con la tierra que nos brinda el alimento y el refugio. La banda llegó con este álbum a la pasada edición de ese mismo año a Rock al Parque, una plaza que les permitió hacerse con los corazones de miles de asistentes que quedaron sorprendidos, pues no esperaban que una guacharaca, un tiple, un requinto y una guitarra fuesen capaces de poner a brincar a toda una fauna ataviada de negro y camisetas desteñidas de Iron Maiden, Mötorhead y Anthrax. En la tarima más pequeña lograron demostrar por qué su música y su apuesta es relevante y necesaria en este momento cultural. El año pasado la banda regresó con Sangre Caliente, una segunda placa dirigida por Mario Galeano y grabada a manera análoga. Con su lanzamiento oficial, la banda se puso de ruana, literalmente, a el Teatro Colón. Desde entonces los Ruanas siguen girando y presentando nueva música, una apuesta imbatible por conocer nuestra herencia para generar historia.

Edson Velandia, por su parte, no necesita mucha presentación. El músico de Piedecuesta, Santander, ha hecho parte de algunas de las más interesantes y renovadoras agrupaciones desde el principio del milenio. Primero con Cabuya marcó la parada para abrirle el espacio a nuevos actos del resto del país a una escena en la que predominaba el discurso metropolitano de la capital. La banda sonora de La sociedad del semáforo fue la antesala para una carrera que siguió con el nacimiento de Velandia y la Tigra, una banda que nos ha regalado una serie de álbumes contundentes, inventivos, melancólicos, espirituales, profundos, excéntricos, explosivos, dinámicos y todos los adjetivos que a usted se le ocurran. Lo cierto es que la música de La Tigra ha marcado profundamente la escena independiente, llevando la copla, la trova y la poesía popular al espacio de la urbe y el concreto, burlándose de la vacuidad discursiva de un rock nacional que por mucho tiempo solo se ha puesto la chaqueta de cuero para ser fotografiado en Armando. Con sus dos aventuras solistas (El Karateca y Montañero, además de esa bellísima joya que es su álbum para niños Sócrates), Edson Velandia ha puesto al campo como lugar de enunciación, reivindicando en cada acorde esa tierra que nos empuerca las uñas, pero que nos da de comer.

Será una noche importante, cargada de color, ritmos folclóricos, peripecias líricas y mucho respeto y cariño por la tradición y nuestro suelo. El Teatro Jorge Eliécer Gaitán se vestirá de ruana y sombrero para presentar dos actos heterogéneos, pero vitales. No dejen de ser parte de esta gala fantástica en la que el campo se tomará, por una noche, la capital colombiana.

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