Cuando la paisa Antonia Jones presentó su proyecto como solista, en octubre del año pasado, fue imposible ponerle un rostro a la intérprete de “Pago yo”. Debido a una inteligente campaña en redes, estuvimos un tiempo largo preguntándonos cómo luciría la mujer a desvirtuar los estereotipos de género en un país en el que caballerismo y machismo son dos conceptos que se intercambian sin problema. Luego vimos que era joven, muy joven, cuando presentó el videoclip de su primer sencillo y nos quedó claro que esta promesa musical estaba llena de talento y una voz con un rango excepcional con la que seguro se comerá el mundo. Ahora, con la presentación de su nuevo sencillo, “Aventurera”, esta cantante colombiana nacida en los Estados Unidos reafirma que su proyecto está lleno de composiciones emocionantes en las que se transita lo alternativo y lo urbano, en las que el mensaje prima sobre las etiquetas facilistas de una industria que no sabe lidiar cuando algo no encaja en el molde.
Jones se inició muy pronto en el mundo de la música y ha sabido rodearse de un equipo imbatible de productores y agentes de la industria que han comprendido que lo suyo es una manifestación artística sin rubros, emocionante y honesta, dándole rienda suelta a su creatividad que denota una inteligencia precoz para la escritura de hits. Su primer videoclip suma ya más de 800.000 reproducciones en YouTube y “Aventurera”, estrenado hoy, pasó ya la marca de las 10.000, marca que para un artista emergente es muy difícil de lograr en un mercado musical como el nuestro, competitivo y tan falto de estímulos. Quizás esto se deba a la atención al detalle que tiene cada una de sus producciones, en la que la factura del producto es tan elegante como la música que envuelve, logrando una identidad que sobresale por su diferencial.
“Aventurera” es una de las canciones favoritas de la colombiana y ello ameritaba un videoclip contundente, el cual se grabó en Los Ángeles y fue dirigido por Alejandro Murcia y Mauricio Ledesma. La canción es una declaración de libertad, vital pero también artística, que encuentra a la cantante en una caravana motorizada en la que emprende un viaje por la carretera, acaso la imagen última de la libertad. Con modestia, Antonia Jones en el videoclip vive sin límites, permitiéndose disfrutar de las pequeñas cosas: un bosque virgen, el movimiento de los titanes metálicos que alimentan las plantas de energía eólica, un rincón del mundo en silencio y el baile, el desierto y las estrellas. Construyendo su relato sobre una base que pasa de lo urbano al pop alternativo, Jones proclama un canto de libertad y paz, encontrándose cómoda dentro de su piel, en el lugar que ahora su cuerpo ocupa.
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