En días como estos resulta en una bendición que aparezcan composiciones como las de Böjo, el proyecto solista de Samuel Lizarralde. El compositor y productor musical colombiano, nominado al Latin Grammy en 2019, se arriesgó el año pasado a lanzar su proyecto solista, un lugar fértil para la creación en el que explora las distintas facetas de la música electrónica que han inspirado su carrera, reconociendo también la influencia que ha tenido la música clásica en su formación como compositor e intérprete. Lizarralde ha dirigido las bandas sonoras de numerosos cortos, películas y series de televisión y es reconocido por su trabajo con artistas como Bajonfondo, Carlos Sadness, Pedrina y Cimarrón, además de ser miembro fundador de MOÜGLI, banda que desde el principio nos ha conmovido con su mezcla de electrónica y ritmos folclóricos colombianos.
Pero Böjo es otra cosa. Está lejos del sonido del jungle beat con el que empezó a hacerse un nombre en la prensa musical y seguramente con Opus, su primer álbum como solista, el proyecto solista de Lizarralde se convertirá en un nombre en boca de todos. “Marte, Op. 1: No. 2” es el segundo sencillo de su proyecto solista y está cargado de un fuerte simbolismo, además de detalles minuciosos que revelan la genialidad del joven productor. Esta segunda pieza de Opus es una parada en el recorrido personal en la sensibilidad de Böjo, partiendo desde el piano clásico y la influencia minimalista de Debussy, para luego empezar a explorar los aspectos sintéticos de la música electrónica, en la que se ha desempeñado gran parte de su carrera. “Marte, Op. 1: No. 2” es un viaje inspirado por las etapas del amor, la astrología y el tiempo. Partiendo de la música programática, música que tiene por objetivo evocar ideas e imágenes en la mente del oyente, representando musicalmente una escena, imagen o estado de ánimo, Böjo construye un viaje astral por el planeta rojo, regente zodiacal de las relaciones amorosas. Así, es muy difícil no enamorarse del ingenio del compositor.
“Desde el principio de los tiempos el hombre se ha relacionado con los planetas y buscado como nos afectan, la música y la astrología son el arte y la ciencia más antiguos, quería reflejar eso en la canción y la forma fue dedicándosela a Marte”, explica Lizarralde. Por ello Böjo se inspira en los sonidos del planeta capturados por la NASA para construir parte de la melodía del sencillo. Así mismo, la composición está acompasada por el sonido de relojes, que sirven para reflexionar sobre el paso del tiempo y las etapas del amor en cada una de las relaciones entre personas: soledad, desilusión, romance, separación y amor duradero y verdadero. Los ciclos del amor ocupan cada uno su lugar en la obra: la soledad está enmarcada por la calma del diseño sonoro, la pasión representada por el piano, la desilusión son las cuerdas que rompen la armonía y el amor final, la creación de un amor estable y tranquilo, llega cuando las cuerdas y el piano entran en harmonía. Cerrando el corte se presenta la inminente separación.
Böjo terminó volcando en su pieza más personal el ingenio creador que le permite haber dado forma a un sentimiento relativo al género humano. Si bien es cierto que Marte representa en la carta astral el planeta del amor, también en la mitología romana es el dios de la guerra, por ello hay tensión, enfrentamiento. La voluntad del otro es siempre opositiva a nuestra mismidad y en ello radica el hecho de que alcanzar la armonía y la tranquilidad sea una tarea inmensa. No se trata ya de la negociación de voluntades y el establecimiento de acuerdos para tolerarse. Es una armonización de las partes que marchan al mismo compás, bailando bajo un manto de estrellas que con su lítica indiferencia lejana marcan el rumbo de nuestra vida en el planeta. “Marte, Op. 1: No. 2” es una obra brillante de uno de los compositores más interesantes de nuestro país: su música no es solo la factura de melodías precisas y preciosas sino una reflexión simbólica sobre nuestro tiempo en la Tierra. Böjo baila la música del mundo y comprende que cada pequeño elemento de nuestra tierra tiene un valor infinito para inspirarnos, para llevarnos a una reflexión activa sobre nuestro entorno. Es un camino zen hacia la armonía, reflexivo y vivencial. Bellísimo.
Escucha "Marte, Op. 1: No. 2" de Böjo en nuestra playlist "Cuarenta canciones para quedarse en casa"
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