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  • Por Ignacio Mayorga Alzate

Moügli propone un viaje espiritual por el río Magdalena


Cortesía Zoocio

Desde que se consolidó el territorio geográfico que comprende a nuestro país, el río Magdalena ha gozado de un papel fundamental en la economía, la cultura y el mestizaje. Por sus 1500 km han pasado viajeros ilustres venidos de todos los puertos de Colombia y de varios otros del mundo. En el siglo XIX y principios del XX era imposible inmigrar a Europa sin recorrer su extenso cauce hasta Cartagena, antigua perla del Imperio, desde donde las élites de la república recientemente independizada zarpaban hacia el viejo continente. El río Magdalena plantea encuentros, desplazamientos físicos que se traducen en un cambio psíquico y espiritual a través del contacto con otras razas y con la exuberancia del mundo vegetal. Todos desde José María Samper a Wade Davis y más recientemente el artista Alberto Baraya se han dejado contagiar por la mística del Magdalena, por el poder de sus aguas ancestrales, por el rugido misterioso que proviene de la manigua que lo circunda.

El río Magdalena es referente cultural de todo un país. Nuestra historia está empapada por sus aguas. Allí fue a terminar la historia de Fermina Daza y Florentino Ariza en El amor de los tiempos del cólera, en este río quería Álvaro Mutis que sus cenizas fuesen arrojadas. Al Magdalena le ha cantado la poesía negra de Candelario Obeso y la pluma desesperada de José Eustasio Rivera. Ahora, tomando como referente el río, Moügli se lanza por las aguas de un recorrido musical que plantea una experiencia totalmente distinta en el panorama sonoro de esta geografía.

El pasado viernes, el dúo de “jungle beat” capitalino presentó en un íntimo show el Lado A de la que será su primera producción discográfica. Este EP que recoge cuatro temas, presenta en clave la historia de un viajero desde una perspectiva geográfica, mostrando un recorrido físico que parte de la sierra, baja por el Chocó y el Tolima para culminar en Boyacá. Juan Pablo Delgado y Samuel Lizarralde son doctos en el oficio de la producción y han recogido en esta producción las diversas sonoridades de las regiones que proponen en su recorrido. Es su prerrogativa la de representar la amplia diversidad cultural que colindan en Colombia. Para tal efecto, el río Magdalena funciona acertadamente como punto de encuentro de once departamentos. Pero si en medio de su programación electrónica cohabitan los ritmos folclóricos de nuestra tradición cultural, también lo hacen los rumores de la tierra y de los cielos que se desdoblan por el croquis nacional. Así, aves, olas, susurros de selva y barro convergen dentro de la particular fusión de Moügli.

Lado A presenta un recorrido geográfico a través del río Magdalena. Como en la literatura de viajes, la ópera prima de Moügli presenta un mágico recorrido entre parajes y veredas, entre ríos y montañas. Aunque el viaje se plantee como una experiencia física, lo cierto es que, a través de la transformación en los ritmos y la música, intuimos también un cambio en la voz que realiza este recorrido. Nunca es la misma persona la que parte que la que arriba. Moügli ha logrado crear en Lado A paisajes altamente evocativos, un recorrido sonoro cargado de mística que recoge las voces de los ancestros desperdigadas entre la vegetación centenaria.

Desde su formación a mediados de 2015 ha sido claro que Moügli no es un producto cualquiera, que su visión trasciende los límites de la música y se convierte en metáfora visual de un proyecto más grande que ellos: la diversidad colombiana. Con una inteligencia estética afinada y melodías de fina factura, Lado A se presenta como una de las apuestas más interesantes y completas del año. Oyéndolos, esperamos que este viaje nunca termine.



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