Laura Klinkert es una guitarrista de miedo. Desde hace varios años lleva demostrando que el rock está en manos de todos y que todos los géneros son accesibles a cualquier tipo de población. Así, Klinkert ha servido como una artista poderosa y muy femenina que ha abrazado un sonido rockero clásico en el que la guitarra es protagonista de sus canciones con una fuerza natural que brota con facilidad de sus dedos, largamente entrenados para generar melodías complejas con la sencillez con la que las personas normales se visten, comen o caminan. En meses recientes, Klinkert ha venido trabajando nuevas sonoridades más cercanas al pop electrónico de la mano de su productor Juan Fernando Correal (Ácido Pantera, Juan por Dios), siempre permitiendo que la guitarra sea la base de sus composiciones y el primer lugar del que brotan sus canciones. En febrero, durante una gira por México, Klinkert reveló su nuevo sonido con el sencillo “Sin prisa”, una movida melodía pop en la que rescataba el valor de su independencia y su tranquilidad sin la necesidad de otra persona. Ahora, la compositora regresa con “Al mar”, un himno escapista que recoge la tradición poética del locus amenus de la poesía pastoril.
“La escribí en un momento en el que estaba muy ansiosa y estaba súper estresada en la ciudad y necesitaba irme y reencontrarme conmigo en la naturaleza”, explica Klinkert. “En esta canción quisimos [con Correal] que tuviera una onda más electrónica y un bajo más profundo. La producción es más electrónica. El tema es sobre volver a encontrarse con uno mismo: volver a la naturaleza y encontrarse con lo esencial, encontrar que es lo que importa. ‘Al mar’ la compuse a partir del riff de guitarra. Partí de allí”. Aunque a algunos pueda molestarles la nueva dirección que la música de Klinkert ha tomado, lo cierto que esta nueva faceta de la compositora le ha permitido llegar más lejos al presentar su sonido a la escena latinoamericana, llegando a la televisión mexicana y presentándose en una serie de conciertos a lo largo y ancho del país azteca. Los sonidos evolucionan y la música se transforma, lo fundamental, lo profundo, está allí. Toca aprenderlo a buscar, en el fondo del mar.
