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  • Por Ignacio Mayorga Alzate

Reseña: Suricato regresa con un álbum para los más pequeños


En 2017 Suricato, el cuarteto conformado por María Mónica Gutiérrez (Ságan), Kike Mendoza, Kike Harker y Jorge Sepúlveda, estrenó a través de La Distritofónica, su tercer álbum de estudio titulado Detrás del sol. El álbum combinaba un fuerte componente de jazz con melodías tomadas del pop y la música folclórica colombiana. Sin el apoyo de Sebastián Cifuentes en el trombón como en entregas anteriores, la banda logró un sonido más cercano al pop sin descuidar las bases de jazz que los ha caracterizado por casi una década. En esta última entrega el sonido de Suricato alcanzaba alturas insospechadas a partir de la exploración de los sonidos colombianos, permitiendo que la experimentación sonora se transformara conforme el capricho de su vocalista quien, además, en 2017 presentó su debut solista, Montañera.

Detrás del sol trajo de regreso a una de las bandas más queridas del circuito local, un conjunto que innova en cada una de sus presentaciones, transformando su sonido conforme a las exigencias de su audiencia, una banda que no le teme a medirse a cualquier nuevo reto y que sale airosa de cada una de sus temerarias apuestas. Ahora, después de la breve promoción de su tercera entrega, la banda colombiana regresa con un lanzamiento pensado para los más jóvenes. Siguiendo la línea de producciones como Pombo musical vol. 1 y vol. 2 en los que Carlos Vives invitó a una larga línea de artistas para musicalizar los poemas del poeta del XIX o de Sócrates en el que Edson Velandia se vale de un coro infantil para dar rienda suelta a su innovadora imaginación, Suricato ha presentado Anaconda dorada, un colorido recorrido por el tapiz folclórico colombiano en el que la voz de Gutiérrez encuentra perfecta compañía en las voces de niños que la auxilian y la divierten conforme avanza por entre sus delicadas composiciones.

El jazz y el rock colindan con ritmos y sonoridades prestadas del folclor nacional para construir un alegre paisaje imaginado en el que el cuidado de la naturaleza, el respeto a la familia y las tradiciones y la amistad son componentes claves de las canciones. La cumbia, el vallenato y el sonido de gaitas enriquece la experiencia de escucha e invita a nuestra infancia a que se enamore de los ricos colores que tiene nuestra música y nuestra geografía patria. Además, Anaconda dorada acerca a los más jóvenes a la riqueza lingüística de nuestro territorio al incorporar versos en lengua Muisca. “El contenido de las letras está pensado especialmente para los pequeños”, explica la banda. “Se reflexiona acerca de la familia, de la diversidad, sus letras hablan de animales endémicos, lugares geográficos, comidas típicas colombianas, temas de interés infantil haciendo conciencia sobre nuestro contexto cultural, ambiental y social”. La función del álbum, además, es colaborar con nuestra infancia, en el sentido de que Suricato donará un porcentaje de lo recaudado con este trabajo discográfico a la Fundación Children Change Colombia, que apoya niños, niñas y jóvenes de muy bajos recursos de Colombia.

Con Anaconda dorada Suricato ratifica el lugar clave que ocupa en la música colombiana y la versatilidad que tiene la banda para arroparse con cualquier vestido, desde el jazz puro a la fusión folclórica. La voz de Gutiérrez se siente en esta nueva entrega más telúrica y rica en texturas, muy cerquita al corazón de la Tierra en donde duermen todos nuestros dioses y de donde nacen las más coloridas criaturas que nos visitan en sueños para recordarnos ese niño que fuimos y que, a veces cuando nadie mira, podemos volver a ser. A pesar de ser pensado para las juventudes más tempranas, Anaconda dorada no es condescendiente ni descuida ese hermoso universo lírico que ha venido construyendo Gutiérrez en cada uno de sus proyectos. El disco recuerda la poesía infantil más fina y poderosa, a los cuentos bellísimos que nos legaron para la eternidad Edmundo de Amicis, Oscar Wilde, Rafael Pombo o Jairo Aníbal Niño.

Anaconda dorada es una invitación para recorrer de pies a cabeza esta geografía sagrada y ancestral que es nuestro país, su fauna mitológica, los colores de los frutos que brotan a borbotones del suelo y llueven de árboles inmensos y frondosos y, sobre todo, los distintos ritmos del país que son tan extensos y variados como lo son los cantos de los pájaros que adornan nuestros cielos. El álbum es lúdico, dinámico, divertido y, sobre todo, de una factura impecable y potente, como cada lanzamiento de esta banda insigne. Con Anaconda dorada, Suricato nos invita a jóvenes y adultos a volver la mirada sobre este pedazo de tierra que es nuestro, nos invita a visitar con los oídos las regiones que la componen, en definitiva, a sentir un orgullo propio y un amor infinito por este país mágico que es tu tierra y la mía, de ellos y de todos.

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