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Por Ignacio Mayorga Alzate

Aguas Ardientes le dedica una ranchera a la relación más tóxica de los colombianos


Aguas Ardientes es uno de nuestros proyectos favoritos en la capital. Sólo este quinteto ha logrado concatenar de manera armónica una sana dosis de humor negro (rosado) con una crítica sistemática, certera y elocuente. La banda se cimentó como proyecto en 2016 y rápidamente se convirtió en una de las bandas favoritas del under bogotano. Su primer disco, Guarever, llegó en agosto del año pasado y ganó la atención de publicaciones musicales, siendo incluido en 120dB Bogotá como uno de los principales lanzamientos del año. Canciones como “5 malparidos”, “Bogotá”, “No hay luka” y “Drinkin’ Guaro” los pusieron en la mira pública y les dieron un espacio privilegiado en las plataformas de streaming. Fue este disco el que los puso en el radar de la movida cultural nacional y les permitió convertirse en una de las veinte bandas distritales convocadas a la pasada edición de Rock al Parque, en donde se montaron después de las argentinas de Eruca Sativa y antes de las japonesas de 5, 6, 7, 8’s. Pocos días antes le habían cantado la tabla a la corrupción con “Odebrecht”, cuyo título explica todo.

Ahora, de manera sorpresiva, la banda ha presentado un corte nuevo que hace parte de un proyecto desarrollado en conjunto a Shock, una de las principales publicaciones musicales del país. Se trata de “Para mis codeudores”, una herida ranchera dedicada al ICETEX, entidad que resulta en el único camino para la mayoría de los colombianos que quieran profesionalizarse en el sangrante país del Sagrado Corazón. La canción nació de una sesión rápida de composición hacia finales del año pasado y fue posteriormente arreglada por Estefanía Lopera, violinista de la banda. Tiene sentido también que fuera interpretada por Lopera, pues es quien más de cerca conoce el complejo sistema de cuotas al que tienen que someterse cientos de miles de estudiantes anualmente, pues ella misma es “beneficiaria” de este sistema. La composición le permite a la intérprete explorar un nuevo color en su voz, pues generalmente ha relegado este don al acompañamiento en coros, pese a que su interpretación de “La piroba más bella” es siempre uno de los momentos cumbres de la banda en vivo. Lopera se siente cómoda vestida de mariachi y su violín la acompaña en esta tusa brava que es pagar casi por triplicado el valor su matrícula.

Acompañada en la segunda voz por Karen Martínez y por la banda en modo ranchera, Lopera explora todas las dificultades de un sistema que ahorca y desangra a los colombianos. Empero, no se trata de una crítica desvergonzada por la entidad sino antes bien una lectura subtextual del problema endémico de la falta de educación en el país. Al final, “Para mis codeudores” es el reconocimiento de que vivimos en un país desigual, incómodo y sufrido para aquellos a los que la vida no les regaló un apellido de delfín. Sin embargo, es también el reconocimiento de que a pesar de todo lo tóxico que tenemos que sobrevivir, los colombianos somos personas capaces de salir adelante con la fuerza de nuestra propia inventiva, de nuestros talentos y sensibilidades. Pregúntenle a Lopera, que ha pagado ella sola todo su estudio tocando como nadie su adorado violín.


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