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  • Por Ignacio Mayorga Alzate

Los viles, playa, brisa y mar en un explosivo debut discográfico

Actualizado: 9 ene 2020


A mediados de 2016 nace Los viles, un proyecto de rock alternativo con tintes de punk playero conformado por Daniel Correa (batería y voz), María Paula Mondragón (bajo y voz) y Andrés Felipe Niño (guitarra y voz). Sus primeras noticias nos llegarían a principios del 2017 con el lanzamiento de “Disco y Rockandroll”, en el que una mezcla audaz de punk e indie colindaban para reafirmar una estética reciente en el rock bogotano. Con una importante serie de presentaciones y varios demos y lanzamientos bajo las manos, Los viles empezó a trabajar en su primer lanzamiento discográfico Recuerdos de un verano hacia finales de 2018. Con la asistencia de Juan David Bermúdez en la grabación y producción el álbum estuvo listo este 2019 y fue acompañado con un lanzamiento en septiembre junto a bandas amigas y un público que a través del voz a voz ha llegado a querer honestamente a esta banda nueva.

Recuerdos de un verano es un lanzamiento versátil, si bien es cómodo en reconocer su espacio estético y explorarlo sin abusar de una experimentación no consecuente con su sonido. El EP, compuesto de 7 canciones y con poco más de veinte minutos de duración, abre con “L.S.C.D.L.B.V.”, un delicado instrumental con visos marítimos y un elegante sample de Martin Prince en el doblaje latino de The Simpsons. Rápidamente los ruidos de gaviotas se esconden en la mezcla para dar paso a una afilada guitarra punkera y a Mondragón en coros bubblegum que recuerda la obsesión ramonera por las mezclas de Phil Spector. “Vacaciones por siempre” es un corte rápido y optimista que dibuja un paisaje idílico de vacaciones perfectas. Los arreglos de Niño son mesurados, pero elocuentes, mientras que el bajo de Mondragón y Correa crean una base rítmica elástica para dar puntadas. Seguidamente el EP presenta “Amor de verano”, un sencillo que había llegado antes del lanzamiento de Recuerdos de un verano. La canción es un corte de entrañable cursilería punkera, con un tempo más lento y un bajo robusto que concatena idóneo con las segundas voces de Mondragón.

“Todo va a acabar” tiene un paso más lento y melancólico, alternando guitarras con reverberación sobre un motivo de bajo elegante y audaz. La canción es un corte para respirar en medio del disco y un corte nostálgico sobre un amor intermitente que nos resulta ahora doloroso. Aquí es importante reconocer que Los viles saben recoger estructuras clásicas y motivos rítmicos ya conocidos para aderezarlos con una poesía propia inteligente que, sin pretensiones de grandilocuencia, va construyendo un universo propio. “Promesas” es el corte más interesante del EP, pues permite al bajo asumir el rol de líder en la melodía y darle a Mondragón el protagónico en la voz. Es una canción sofisticada de indie playero para una tarde de olas grises rompiendo con fuerza sobre un malecón derruido. Es una canción de despedida cuando promedia el disco y una demostración inteligente de lo que puede lograr el trío con un mínimo de elementos. “Crecer” tiene esa estética de guayabo físico y espiritual de final de paseo cuando, devolviéndonos a casa, sufrimos una suerte de epifanía etílica en el viaje por carretera. La composición es rápida e inquieta, constituyéndose en una de las canciones más largas del disco. Por último, “El fin de las vacaciones” tiene una elegancia de pop idílico e instrumental que cierra Recuerdétos de un verano como si se tratara de un sueño. Si su contraparte introductoria nos invitaba a adentrarnos a un mundo de playa y romance juvenil, el final del disco nos despierta lentamente de esta fantasía multifacética llena de texturas marítimas.

Los viles han creado un EP versátil y dinámico que dura justo lo necesario para mantener nuestra atención en espera de un futuro lanzamiento. Es una perfecta puerta de entrada a un proyecto divertido y emocionante que no tiene pretensiones de revolucionar las formas del poemario latinoamericano, sino de crear canciones contundentes, enérgicas y satisfactorias. Su inteligencia poética radica en entender los usos lingüísticos de una juventud descorazonada y traducirlos sobre una melodía coqueta y movida que despierta una necesidad de baile inmediata en sus escuchas. Recuerdos de un verano de Los viles es una evidencia de que esta banda tiene mucha fuerza y canciones que ofrecer. No se queden sin escucharlos.



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