Este año tuvimos una cantidad extraordinaria en todos los géneros musicales que continuaron ratificando el importante lugar que ocupa el país dentro del panorama global musical. Escogimos veinte canciones que van del ska al punk, del rock y a la electrónica a las reinvenciones folclóricas, de la salsa al hip hop. Es importante destacar que no son estas las mejores ni mucho menos las únicas, sólo algunas que para nosotros resultaron esenciales para nuestra música. Así mismo, estas canciones no tienen un orden específico, simplemente responden a nuestro criterio de selección, pero ninguna es superior a la otra. Esperamos que las sigan bailando en 2020 y que entren a formar parte de sus repertorios musicales, que los acompañen, los conmuevan y los emocionen tanto como lo hicieron con nosotros. Que se venga el próximo año con toda la nueva música y, ojalá, una situación cultural más amena para nuestros creadores y el público que no deja de creer en nuestras bandas.
Aguas Ardientes - "Odebrecht"
Sin duda fue el año de Aguas Ardientes. La banda bogotana siguió dando a conocer su sonido a lo largo y ancho del país con su participación en Rock al Parque. Este fue el primer lanzamiento de la banda luego de su aclamado debut Guarever, de 2018. “‘Odebrecht’ salió porque me estaba sacando un bossa nova de Joao Gilberto y pensé que se podría escribir un bossa nova ahora”, explica Javier Fernández, cantante de la banda. “Me puse en la posición de ser el personaje completamente cínico que representaba a esta empresa para transar con los gobiernos latinoamericanos”. En ese sentido, la canción se plantea como una suerte de receta para el éxito en el que el ingrediente secreto es la corrupción, aunque nada de ello es nuevo para nuestro respetado aforo parlamentario. La canción es una reflexión aguda que, por primera vez en la carrera de Aguas Ardientes, se atreve a nombrar a los culpables de que el país del Sagrado Corazón continúe en el subdesarrollo en varias regiones del territorio. Al final, señala de qué manera nos dejamos meter un golazo. A la luz del clima político nacional “Odebrecht” se configura como un himno necesario para todos los colombianos que están cansados de tragar entero.
Alcolirykoz – “Sancocho en leña”
Los ninjazz de Aranjuez regresan con sus aguinaldos bailables. Después del éxito de “La típica” el año pasado, el trío más insigne del hip hop nacional regresa con otro retrato honesto de la navidad en la Antioquia humilde. Los Alcolirykoz son antropólogos (y arqueólogos) de su propia realidad, logrando una disección honesta de lo que ven, lo que viven, lo que los hace palpitar. Es interesante ver cómo trazan paralelos entre la gente de pie y los que se van en avión a Europa en diciembre, construyendo un imaginario que compete a la mayoría de la población colombiana. Es un retrato honesto e irónico sobre la otra cara de la moneda, un espacio en el que Papá Noel no va a llegar por falta de chimeneas pero que palpita con el fuego del sancocho de la abuela. No es lastimero sino celebratorio. Es divertido, elocuente y líricamente sofisticado. El sello de los ninjazz es aquel del más alto nivel.
Armenia – “Violeta”
Armenia llegó como una de las sorpresas del 2019. El debut autotitulado de la banda bogotana se convirtió en uno de los lanzamientos de la escena alternativa claves de este año y no es para menos: su estética ochentera es de una factura preciosa y elegante con visos de los más interesantes proyectos del new wave inglés. Es sofisticado, coqueto, juguetón y romántico. “Violeta” es una canción de amor como pocas. Su estructura clásica igual y se permite jugar con las formas para crear un relato entrañable de cariño y afecto. Musicalmente logra crear con un mínimo de elementos una canción lenta poderosa para cuando se apagan las luces. Así mismo, las imágenes de Juan Antonio Toro son poderosas en su simplicidad, creando una de las composiciones más tiernas y sinceras del indie nacional. Armenia trae consigo un halo revitalizante y demuestra que las canciones pueden salir de cualquier lugar siempre y cuando estén sustentadas por una sensibilidad honesta. Las canciones escritas en la segunda persona tienden a ser cursis y obvias, pero Armenia evita este problema con una identidad precisa y elegante.
Babelgam – “Danza de agujas”
“Danza de agujas” fue escrita por Juan Tuaty, vocalista de Babelgam, uno de los proyectos más sorprendentes del año. Viene de lo que sintió el cantante después de abandonar su vida universitaria: el paso del tiempo en los comienzos de su vida adulta y sus responsabilidades. El narrador se siente apartado de su familia, de sus amigos y se ve marcadamente afectado por la pérdida de su abuela. En este sentido, siente que todo es consecuencia de la falta de tiempo y de la inhabilidad humana de controlarlo. Babelgam toma la figura de la danza de agujas como el movimiento de un reloj, convirtiendo el tic tac eterno en una sierra dentada frenética que en su rotación agresiva amenaza con desbaratar vidas y edificios. El “giró, giró” que marca desde el pretérito las acciones del tiempo sobre la vida del protagonista de esta reflexión explican la angustia de un momento presente, del aún estar sobreviviendo a este vals macabro del que vamos siendo eliminados como en una versión perversa de las sillas locas. Es un momento impactante de todas sus presentaciones en vivo.
Búha 2030 – “Fea monosílaba”
Decir que Búha 2030 es una rara avis in terris es un sobreentendido. Hace mucho no sucedía algo tan inquietante en el panorama musical colombiano, algo tan interesante, algo tan difícil de nombrar. Y no es que la categoría sea siempre pertinente, pues cuando una forma de arte es tan contundente y estremecedora sobran las palabras. No es hipérbole. Cuando la banda de pastusos radicados en Bogotá debutó a principios de este año con “Fea monosílaba” no supimos que decir y quizá debimos haber reaccionado más a tiempo, pero con un solo corte no pudimos comprender todo el cuadro. Sin embargo, con solo una canción la banda prendió la discusión en torno a su música y despertó un interés que se ha mantenido latente desde entonces. Las complejas figuras retóricas de Gabriela Ponce, su vocalista, solo hacen que el misterio sea más hipnótico y emocionante. Pasto sigue demostrando que es tierra fértil para genios de la composición. “Fea monosílaba” es el primer testimonio de una banda que tiene muchas cosas por decir, que son pertinentes si salimos de la pereza pasiva y escuchamos con atención.
Los Cotopla Boyz – “Raspafiestas”
Conformada por Andrea Hoyos (Kbellos de ángel), Sebastián Portilla (El raspafiestas del amor), David Sánchez (Davinson Sánchez) y Edgar Marún (Esguitar), la banda ha montado en su corto vuelo algunas bacanales explosivas en las que su actuación en vivo sobresale por la dinámica enérgica que aporta cada una de sus partes. Siempre emocionantes y radicales al combinar algunos de los ritmos más insignes del continente como la cumbia y la champeta en una propuesta sin par en el panorama colombiano, los Cotopla Boyz no se conforman con una interpretación virtuosa, sino que tienen la posibilidad de convertir cualquier anodina reunión en una poderosa celebración independiente. A su lado, el amanecer no es excusa para dejar de bailar.Precisamente es el sentimiento que logran construir en “Raspafiestas”, segundo sencillo acompañado de un divertido audiovisual producido por los Hermanos LámparaNo hay mejor rumba que la que plantean los Cotopla Boyz y con “Raspafiestas” demuestran listos para ponerle un freno al aburrimiento y prender la noche, la madrugada, la tarde, el Domingo de Ramos, Kwanzaa y el Año Nuevo Chino con su poderosa fusión de ritmos y texturas, una apuesta única para no quedarse sentado.
Diamante Eléctrico ft. Bunbury – “Hacia la noche”
Diamante Eléctrico se reinventó radicalmente el año pasado con Buitres y lo hizo una vez más este año con Buitres & Co., un álbum de reversiones colaborativas con Vicente García, Kase O., Rawayana, Francisca Valenzuela, entre muchos otros. En “Hacia la noche”, junto a Bunbury, Diamante Eléctrico nos sumerge en una canción llena de crípticas imágenes poéticas que guían un recorrido nocturno por un mundo lleno de placeres no sacros. La voz de cantina y arrabal de Bunbury, uno de los artistas más importantes de las últimas tres décadas del rock español, le suma a este recorrido entre sombras el color del humo del tabaco, marcando el compás para bailar con el Diablo bajo la luna. La batería de Andy Zeta crea una atmósfera de galope que pronto se concatena con el sonido del bajo de Juan Galeano; para cuando Bunbury entra en la ecuación, un piano elegante va guiando sus versos. “Hacia la noche” está finamente ornamentada por unos arreglos minimalistas. Lejos de solos virtuosos y teatrales, la suma de riffs sencillos y motivos logra crear una canción muy rockera que maneja inteligentemente las mejores estrategias retóricas del pop comercial. El resultado es una canción que genera recordación inmediata.
Elsa y Elmar – “Ojos noche”
La bumanguesa ha dado uno de los pasos más sorpresivos de su carrera con el lanzamiento de su segundo álbum, Eres diamante. Desde que abandonó los Estados Unidos y se mudó a México, Elsa Carvajal se ha convertido en una de las nuevas caras del pop latino y una de las intérpretes más arriesgadas del territorio. Aunque Rey, su álbum anterior, presentaba un sonido más recatado y la ha merecido detractores su coqueteo con los géneros urbanos, lo cierto es que la santandereana ha apostado por la experimentación sonora y, a través de ello, ha permitido que su música llegue más lejos y fascine a más personas. “Ojos noches” es la retrospectiva de un amor infructuoso y juvenil, ingenuo, pero que lega muchísimos aprendizajes. Una orquestación mínima en la que predomina una guitarra acústica popera le da predominancia a la poderosa voz de Carvajal, quien también es ágil al momento de escribir letras conmovedoras y universales. Elsa y Elmar se ha convertido en la artista independiente del pop colombiano y es una de las voces más bellas, poderosas y dinámicas de nuestra música.
Encarta 98 – “Retomar”
Encarta 98 es una complejidad musical exquisita con un sonido único y melancólico que resulta absolutamente necesario para la gris Bogotá de la que nace la banda. “Retomar” encuentra a Encarta 98 lista para una etapa en la que su sonido es más enérgico y complejo, aunque mantiene los elementos que caracterizaron el E://98, su EP debut, esto es, las bases rítmicas del showgaze y las voces y guitarras del dream pop noventero. Ivanna Palacio explora una atmósfera lejana, como si estuviese recluida en una caverna oscura y sobreviviera de ella un eco triste, lo que es poéticamente conveniente para el motivo del amante esquivo. Javier Gómez y David Rivera logran un contrapunteo de guitarra que explota sobre el motivo que construye en el teclado también Palacio. El bajo de Juan Camilo Ortiz se mueve constante para crear una base elástica sobre la que se balancea una melodía que va de la calma a la angustia en delicados puentes melódicos. Sergio Londoño, por su parte, golpea su máquina de percusión como si de su estruendo dependiera el alejar los malos recuerdos de corazones rotos. Encarta 98 es como ver “El suicidio más hermoso del mundo” de Robert Wiles: sobrecogedor, trágico y perfecto.
Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí – “Dos cosas tiene la vida”
Este lanzamiento de JUGA Music nos dejó con la boca abierta por ser un álbum comprometido y responsable con la herencia folclórica del Pacífico colombiano. Mientras algunos intérpretes han preferido afinar su marimba al 440 para llegar de manera más fácil a los mercados internacionales, este álbum conserva la esencia del piano de la selva y es respetuoso con la historia de las formas de esta región del país. Interpretado por actores icónicos de la música timbiqueña, la familia Balanta y el coro de mujeres de Estrellas de Timbiquí, todo este álbum es una obra de arte. Sin embargo, llamamos la atención sobre el corte que cierra la placa por considerarlo bellísimo y trágico. Tiene la esencia de un lamento alcohólico y vital, un resentimiento vital hacia unas condiciones injustas y desfavorables y una guitarra que se complementa con la perfección de estas formas folclóricas. “En este mundo hay muchos hijueputas” reza la canción, fatalista. Razón no le falta.
Flash Amazonas – “Baby Invasion”
Flash Amazonas es la unión del colombiano Julián Mayorga y el japonés Ryota Miyake. Uno de los músicos más interesantes de la alternativa nacional, ahora radicado en España, unió esfuerzos con el tokiota para un proyecto delirante en el que la amplia experiencia de ambos converge en un proyecto surrealista y dinámico producido por In Correcto. “Baby Invasion” es el segundo sencillo del dúo para este lanzamiento, aunque ya en 2017 habían presentado una primera colaboración que dio nombre al proyecto. El bajo tremendamente funk de la producción le da un groove único a este relato inquietante plagado de imágenes obtusas y símbolos inaccesibles. Los juegos de percusión van guiando la melodía hacia un ascenso vertiginoso en el que la voz de Mayorga describe paisajes imposibles. Cada detalle está cuidado al extremo, como en una receta compleja en la que cada ingrediente juega un papel esencial. Desde los sampleos a los teclados y los cencerros. Hipnótica y compleja. Brillante.
Los Makenzy – “Retrato”
Los hermanos Makenzy se arriesgaron completamente a transformar su sonido con su segundo álbum de estudio, dándole a demás a cada una de las composiciones un videoclip para completar la estética de cada uno de sus cuadros vivos. “Retrato” es una reflexión bellísima sobre el peso del recuerdo, sobre el dolor de la ausencia y la dificultad de continuar nuestro camino en solitario después de compartir décadas con nuestro bien amado. La canción tiene una estructura que bebe del bolero, la ranchera y los clásicos latinoamericanos de la balada romántica. Los hermanos no ceden a la tentación de la cursilería y construyen un relato hermoso de cariño fijado en el tiempo. “Retrato” es un daguerrotipo ajado y consumido por el tiempo, una imagen fija que igual y no puede sobrevivir al paso del tiempo. El juego con los vientos y las cuerdas es elegante y delicado, un acierto para una banda que desde siempre tuvo una identidad poderosamente rockera. Los Makenzy nos cantan cerquita al corazón y es dolorosamente hermoso.
Margarita siempre viva – “Lentas nubes de fuego”
Margarita siempre viva se ha hecho un lugar en la música independiente por hacer las cosas según su propia prerrogativa. “Lentas nubes de fuego” así lo evidencia. Una reflexión corta que no alcanza a tocar los dos minutos, pero que es poderosa, envolvente e hipnótica en su propia ley como para quedar prendados de su melodía para siempre. La canción titular del último EP de la banda tiene esa frágil belleza y equilibrio que caracteriza las sonoridades de las flores más bellas de Antioquia. Un bajo robusto y una guitarra como estalactita de hielo guían la melodía de una historia de dos amantes que se van alejando, como las nubes de cualquier parte o de Medellín. “Lentas nubes de fuego” tiene la belleza de un ocaso más cercano a la noche, cuando el cielo se tiñe de flamas y dibuja figuras imposibles en la lejanía del éter.
Mitú ft. Ela Minus – “No te vayas sin decirme a donde”
No hay en la electrónica colombiana un acto que más se atreva a la experimentación, que más le huya a la zona de confort y más propositivo que Mitú. Con siete años de carrera la banda ha creado un ciborg poderoso que, por un lado, lleva el robusto cuerpo de la percusión de Franklin Tejedor y, por el otro, el esqueleto digital de Julián Salazar. Con Tandem, su quinto disco estrenado en octubre, la banda presenta un espíritu más alegre y vital, con un Tejedor cada vez más avezado en las artes de la percusión y un Salazar interesado en las formas análogas que pueden transformarse en música electrónica. Para este sencillo la banda une esfuerzos con la colombiana Ela Minus, residente en los Estados Unidos, quien presta su voz para una composición tropicaloide y melancólica en la que no cede a la emoción, generando un espectro hipnótico y extraño, en el mejor de los sentidos. A Mitú no le gusta las cosas fáciles. Al buscar la pureza máxima en su alquimia particular, son honestos en el proceso de creación y, por ello, los resultados son siempre sobresalientes.
Moügli – “Tú me llevas”
El anhelo detrás de “Tú me llevas” nace de esa pulsión de dejar atrás todo lo que representa lo urbano y escapar a un lugar idílico con nuestro bien amado para construir allí un futuro juntos. La canción está llena de imágenes vitales que se complementan con la energía amorosa que sentimos cuando estamos realmente compartiendo con otra persona, viviendo un presente en el plural antes que en el mezquino singular de Occidente. En este sentido, la canción nos transporta a una playa solitaria en la que casi podemos intuir la tierna relación de Sam Shakusky y Suzy Bishop, de Moonrise Kingdom, un amor honesto en el que el conocimiento y reconocimiento del otro son las bases de un sentimiento que crece conforme el calmo rumor de las olas recoge de la arena conchas y ramitas. Allí, recogidos frente a un paisaje marítimo, los pájaros cantan sus trinos milenarios y nos liberamos de nosotros mismos para ser parte de la brisa. Desdoblados, lejos de nosotros mismos, podemos entrar en el otro a través de la mirada, que es una imagen recurrente en “Tú me llevas”, pues es cuando entendemos esa otra presencia que podemos sentirnos realmente acompañados, en contraposición a toda esa masa de miradas caídas que recorren los espacios metropolitanos y que nunca nos miran a los ojos.
No Rules Clan ft. Alcolirykoz – “Quién va”
“Esto es rap, papá, lo demás es bachata”. Dos agrupaciones poderosas de Medellín unen esfuerzos para uno de los lanzamientos más inquietantes del hip hop nacional. La leyenda de Alcolirykoz colabora en la segunda producción de los NRC, una declaración de amor al género que los ha hecho enormes en la música. Una melodía sencilla que apuesta por el boom bap clásico de la Costa Este de los Estados Unidos de los noventa. Además de insertarse en la conversación cultural al crear máximas por todos utilizadas (“¿Qué hay pa’ romper que no de mucha cárcel?” es frecuente los viernes en el WhatsApp juvenil), la composición le canta la tabla a los raperos de redes, aquellos que han olvidado los orígenes del género con su afán de quedar en los listados de los servicios de streaming, a los que los patrocinan las marcas para diluir su rebeldía para el consumo masivo, aquellos que ya no hacen rap sino un híbrido heredado del algoritmo. No Rules Clan presentó un disco que es una carta de amor al género que crecieron escuchando y, al hacerlo, nos recordaron la esencia pura de su música, el núcleo urbano en el que palpitan sus melodías y declaraciones.
Oh’laville – “Sirenas”
Soles negros es la consagración de Oh’laville. Ya nos encantaba con Pedazos de papel y Anaranjado y estábamos pendientes de las transformaciones que empezaron a plantearse en Un desfile de esqueletos. Sin embargo, lo cierto es que este álbum es esencial en su carrera pues marca un sonido fascinante y nuevo. Un cambio de piel que encuentra a la banda más vital que nunca. Desde el lanzamiento de “Magia negra” y “Primitivos” se auguraba que esta producción sería preciosa, compleja y eléctrica. El resultado aún y nos descrestó al superar todas las expectativas. “Sirenas” es el corte más extraño de un álbum hecho de canciones arcanas y simbólicas. A nivel lírico está repleto de imágenes marítimas y espectrales, reflexionando sobre las ilusiones que se construyen en torno de una mujer lejana e imposible al ser construida bajo las formas de nuestra propia idealización. Musicalmente está repleta de sonidos digitales y programaciones análogas que le dan un toque futurista y dinámico. La voz de Mateo París alcanza lugares improbables y la banda se siente coherente y más unida que nunca. “Sirenas” es un recorrido hipnótico por los nuevos paisajes de Oh’laville.
Rio – “Tras de un sueño”
Después de varios años en el ruedo musical, Javier Cerón (mejor conocido por su seudónimo creativo Rio) llegó hace poco con su primer trabajo discográfico. Rio ha logrado construir una base musical sólida durante décadas de trabajo y se ha configurado como uno de los compositores más versátiles de la escena independiente, construyendo un catálogo de canciones en el que su virtuosismo lírico le ha permitido crear un sello propio que le dan un valor inconfundible a cada una de sus canciones. Por primera vez, como discurso estético, el compositor se para desde la aceptación plena de su identidad, sexual y musical, y se permite experimentar a plenitud su vasto universo textual, un lugar en el que converge la influencia del rock y el punk de los años ochenta con la sensualidad andrógina de héroes de la cultura pop como Prince, David Bowie, Bryan Ferry o Boy George. “Tras de un sueño”, sencillo que lidera este lanzamiento, retrata el esfuerzo que hay detrás de la aventura musical, un camino lleno de sacrificios, pero pavimentado de anhelos que Rio ha recorrido durante años. Rio, como un galgo blanco, persigue a una liebre que lo guía hacia un país maravilloso pero elusivo y de difícil acceso. Sin embargo, el recorrido continúa con el esfuerzo y dedicación de siempre.
Salt Cathedral – “Tus ojos”
Desde que Juliana Ronderos y Nicolás Losada se conocieron en Berklee en 2013 el dúo colombiano ha estado creando algunas de las canciones más coloridas del pop electrónico latinoamericano. Con la formación de Salt Cathedral el dúo se ha hecho un espacio importante en la movida independiente de los Estados Unidos y ha llegado a importantes plazas en nuestro país como el Festival Estéreo Picnic y el Festival Rock al Parque, la tarima privada y la tarima pública más importantes de Colombia recibieron a este dúo lleno de color, máquinas imposibles, carisma y habilidad musical. Este año la banda presentó su primer sencillo en castellano, “Tus Ojos”. La banda señaló también, a través de su cuenta oficial de Instagram, que es la primera vez que permite la colaboración de alguien externo al proyecto en una de sus canciones, trabajando en esta ocasión con Andrés Torres y Cali y el Dandee en la producción y escritura del corte. “Tus Ojos” es una canción cargada de una energía dulce y tropical construida a partir de delicadas texturas electrónicas, con una base de dembow y ritmos del Caribe como soca y calipso. La estructura lírica es sencilla y pegadiza, lista para convertirse en un himno para los momentos íntimos en la discoteca y para tomarse las listas de reproducción alternativas alrededor del mundo.
La Tromba Bacalao – “Versión Libre”
A La Tromba le emocionan las canciones largas, aquellas que plantean un viaje extenso por la canción, permitiéndole respirar, mutar, transmitir, arder y recomponerse con nuevos colores. “Versión libre” es una suerte de testimonio de un paramilitar, presentando desde su perspectiva una reflexión del conflicto bélico nacional. La canción data de una etapa de escritura previa a la firma de los acuerdos de la Habana e ironiza sobre la lógica macabra de los que aún siguen al presidente eterno. En “Versión libre” La Tromba Bacalao evidencia toda su maestría en el momento de crear canciones. Sobre la marca de seis minutos, los bogotanos han construido una melodía hipnótica, frenética y dinámica que los pone de nuevo en el centro de la conversación. Como un buen sancocho de pescado, el disco de la banda se ha venido cocinando a fuego lento durante años, mientras las expectativas por su primera placa solo incrementan. “Versión libre” demuestra una inteligencia lírica inspirada por Edson Velandia que lleva el sello propio de Primo Vega, su misterioso cantante de origen incierto.