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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Atrato personifica la muerte en “La niña blanca”


Atrato tiene mucha carne para cortar. El dúo conformado por Federico Tisnés (caleño) y Javier Velásquez (barranquillero) de batería y bajo nació en 2017 y ha venido explorando una variedad de ritmos desde entonces en el que la base tropical de su sonido se entreteje con el rock y el punk, siempre respetando la identidad del Caribe colombiano. Su universo lírico está cimentado sobre la exploración de lo cotidiano, buscando que estas experiencias del día a día presenten su propia visión del mundo, a la manera de la tradición del folclor nacional. En 2018 la banda publicó su primer EP, Alta concordia, y desde entonces no ha parado de moverse en el circuito nacional con un show poderoso y elocuente, que cada vez más define una identidad propia en la que se pueden entrever sus referentes, pero que resulta en un producto único. “La niña blanca” es su tercer sencillo de 2020, al que antecede “Casa de visitas”, de finales de marzo y “Curandera”, de marzo.


“La niña blanca” fue presentada a finales de abril y encuentra a Atrato envuelto en un ritmo meditabundo que se aleja de su sonido explosivo para presentar un viaje hipnótico hacia la muerte. Con una línea de bajo sólida a cargo de Velásquez y una batería minimalista en las manos de Tisnés. Durante casi cuatro minutos, Atrato se envuelve en un manto de imágenes bellísimas que presentan la muerte vestida de blanco, antes que ataviada de negro, como una fuerza vital de la que renacerán las cosas. Como figura literal o figurativa, esta personificación del último destino humano se torna bondadosa y amena, un último puerto para el viajero cansado, el último reposo del guerrero vital.


“La niña blanca” solidifica la identidad sonora del dúo. Con una percusión sopesada y un bajo que lleva la base melódica, Atrato plantea nuestro destino inescapable con una sencillez y tranquilidad propia de su espíritu calmo y reflexivo. La muerte del ego es el primer paso para alcanzar la iluminación y la aceptación de nuestra fragilidad nos permite disfrutar cada uno de los segundos que habitamos este mundo loco que nos tocó en suerte. Atrato propone la metáfora del baile como imagen de la vida misma y nos invita a su danza de tambores espirituales y bajos psíquicos para adentrarnos en el profundo conocimiento de nuestro ser. Con este sencillo estamos más cerca de conocer a cabalidad Fragmentos de una especie secundaria, segundo EP de la banda que esperamos recibir más adelante este año. Con un sonido más firme y una identidad más sólida, Atrato se perfila como una parte esencial de la movida independiente de músicos en la capital colombiana. No dejen de escuchar este calmo viaje hacia lo desconocido, hacia lo eterno.




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