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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Flor de Jamaica escapa de la “Ciudad” en la primera parte de su próximo álbum de estudio


Desde 2017 Flor de Jamaica, la banda fundada por Valentina Anzola y Tomás Pinzón, se ha convertido en una cálida fuerza para el pop de autor colombiano. Inspirados en los paisajes musicales de su país, así como los ritmos y acentos del resto del continente, Flor de Jamaica ha logrado desarrollar una identidad propia que busca siempre expandir los límites de su discurso estético, permitiendo que identidades modernas se sumen a su proceso de componer canciones. En mayo de 2017 Flor de Jamaica lanzó su EP en vivo Huesos, grabado en La Casa Del Teatro Nacional y posteriormente, en mayo del 2019, presentó De lo que nada fue, un álbum inspirado en la música latinoamericana y los amores y desamores que se manifiestan en forma de canciones íntimas, honesta y de una factura delicada. Con la llegada de Luis Eduardo Palomar a la banda en 2020 Flor de Jamaica inició el proceso de su nuevo álbum de estudio que estará presentando, en forma de trilogía, a principios de 2022.


El álbum próximo de Flor de Jamaica es un tríptico en el que la banda recorre distintos paisajes y sonidos, desde la reflexión urbanita de hacer parte de una ciudad, imposición humana al entorno natural, hasta la comunión plena con la naturaleza, el regreso a la forma primera de la existencia humana. Ciudad es la primera parada para empezar a viajar en este álbum, una experiencia pensada para transitar la memoria emocional y psíquica que se desprende de los espacios. La urbe es el hábitat artificial de la civilización humana, un espacio que se opone al espacio natural idílico y que revela las angustias y frustraciones de sus habitantes. Es aquí, en la ciudad, que inicia el anhelo de reconectar con lo que fuimos y de lo que ya no somos parte: la naturaleza, el deseo del viaje de las tribus nómadas primeras y la posibilidad de unirnos con el centro de la tierra a través de nuestros pies desnudos.


Ciudad es entonces un sencillo triple que recorre las experiencias cotidianas de los habitantes de la urbe, sus reflexiones personales y sus más secretas nostalgias. Ciudad revela las relaciones hostiles, lo nostálgico, lo pasional y también la angustia de vernos como humanidad. En este primer EP existe el deseo continuo de viajar a otros ecosistemas, de soñar con el paisaje que aún nos queda, aunque se encuentre en la última frontera del hombre. Así, el lanzamiento abre adecuadamente con “Esta ciudad”, un corte con influencia caribeña en el que Anzola demuestra sobresalientemente la fuerza cromática de su voz meliflua. Del susurro a la inflexión del falsete, la frontwoman juega sobre las delicadas armonías de la guitarra. Con visos electrónicos leves y una fuerza en los vientos a cargo de Pinzón, “Esta ciudad” es una reflexión sobre la manera en que la humanidad ha venido abriéndose paso sobre el entorno natural, mermándolo para edificar monumentos a su ego en el que también habita. De esta manera, el mensaje de Ciudad queda evidenciado desde el primer momento del EP. Es un corte de delicada factura que transita varios momentos musicales que demuestran la habilidad del conjunto.





“Mañas” es el siguiente corte de Ciudad. La composición escrita en la segunda persona del singular le habla a un habitante anónimo de la urbe, mostrándose la voz poética irónica sobre una línea de bajo elástica y un juego de teclados a la manera de una samba depurada que resulta elegante antes de la llegada de cobres tropicales que le dan una sofisticación plena a “Mañas”. Durante el corte, Anzola reflexiona sobre el efecto que tiene la ciudad sobre los individuos que nos hemos resignado a vivir en ella: la herida a la tierra es también una herida a nosotros mismos, pues hemos rasgado el tejido que nos une con el estado natural de las cosas. Así, se genera una suerte de desdoblamiento del antagonista: podría ser un amante o la tierra misma. Empero, la incisión es la misma: se ha perdido una parte fundamental de nuestra esencia cuando se generó la fractura y la despedida. Al final, la parsimonia de los días se traduce en cafés fríos y sonrisas fantasmas que se desvanecen. De nuevo, la fusión de lenguajes musicales se configura como una de las virtudes de la promesa de valor de Flor de Jamaica, al resultar coherente, adecuada y orgánica. Cada momento es una exigencia que nace de la canción, no resulta en un ejercicio de vanidad interpretativa.


Cerrando este EP o sencillo triple, Flor de Jamaica se torna melancólica en “El planeta no se irá”, un corte de inflexión lenta con vocales como mantras y una lenta percusión sincopada sobre la que la guitarra se va regando lentamente en acordes como lluvia calma. A lo lejos aparecen de nuevo elementos característicos de la esencia musical del conjunto, pero depurados hasta el punto en que se convierten en detalles de la mezcla delicados y como regalo para quienes están inmersos en el ejercicio de escucha atenta de la canción. “El planeta no se irá” es una reflexión sobre la diferencia de tiempos entre el mundo natural y la exigua existencia humana. Al final, después de todo lo que le hemos hecho a la tierra, ésta sobrevivirá a nuestros pasos para retornar vigorosa y cubrir el calcio de nuestras calaveras con un manto de hierba fina.


En este sencillo triple se recorren géneros desde la salsa pasando por música caribeña, llegando a disfrutar con sonidos electrónicos que se fusionan con la música colombiana y la influencia de un jazz propio con tintes de Lucho Bermúdez y las grandes orquestas colombianas de los años cincuenta y sesenta. De esta manera, se mantiene la inquietud de experimentar de Flor de Jamaica, bebiendo de sus referentes para crear un color y estética únicos que cristalizan en la joya nostálgica que es Ciudad. En este primer momento, Flor de Jamaica manifiesta una insatisfacción sobre cómo están sucediendo las cosas en nuestro entorno y se muestra pronta en querer salir de esta cárcel de hierro y hormigón que nosotros mismos hemos edificado. En Ciudad nos encontramos con una Flor de Jamaica mucho más madura, en términos líricos y compositivos, empecinada en su promesa de sobresalir en medio de todo el talento nacional. Están muy cerca de la perfección de sus formas, se saben capaces de comerse el mundo y sembrarlo de flores púrpuras. Es un EP emocionante sin histrionismos, un pop (a falta de una palabra mejor) honesto y puro.



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