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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Nasa Histoires se une a Lucille Dupin para “Luciérnaga artificial”


En febrero de 2015 nació en Tunja, capital del departamento de Boyacá, Nasa Histoires. El proyecto buscaba hermanar la tradición del jazz gitano francés con elementos propios del folclor colombiano, generando un producto híbrido que es evocativo, melancólico y emocionante. La banda se ha convertido en uno de los artistas principales de Mochila Music, sello de Tunja que lleva siete años promoviendo y gestionando el talento de la región boyacense, apostando por artistas locales con gran proyección. Con una serie de lanzamientos entre 2018 y el presente, Nasa Historires ha crecido rápidamente en su contexto y ha logrado una importante serie de reconocimientos musicales que la han convertido en una banda vital del panorama boyacense. Con una propuesta única con reminiscencias al primer momento de Monsieur Periné, Burning Caravan o fatsO, el sexteto es una apuesta por la música de calidad, las canciones sinceras y con sentido y los puentes musicales entre el viejo y el nuevo continente.


“Luciérnaga artificial” estrenó el 20 de mayo y marca la primera colaboración de la banda con un talento femenino. En este caso, Lucille Dupin fue la encargada de complementar el color de la voz de Daniel Pinto, brindándole a la canción un carácter conversacional que no habían explorado y que le da mayor resonancia al sonido de Nasa Histoires. "'Luciérnaga artificial' es un homenaje a la melancolía más intrínseca del ser”, explica la banda en el comunicado de prensa que acompaña al lanzamiento. “Así mismo hace énfasis en ese sentimiento tan particular que surge cuando amamos a alguien con el alma y quien, por azares de la vida, tuvo que partir en un camino diferente al nuestro dejando atrás recuerdos y su esencia". Sobre una armonía construida a punta de tiple y guitarra, la composición se convierte en un sentimiento apropiado para rememorar a una persona que dejó en nosotros una huella profunda, rastro visible de su ausencia sobre nuestra piel.


En casi cinco minutos, la banda va construyendo una sensación delicada con saxos dulces y cuerdas felinas que se escurren en silencio por los tejados de la colonial Tunja. Luego, abraza pronto una cadencia francesa que guía la melodía hacia noches de luces anaranjadas sobre calles centenarias, en las que la nostalgia florece en cada rincón del recuerdo. Lucille Dupin le da una fuerza telúrica a la composición, halándola de nuevo a la tierra cuando busca escapar lejos por los cielos, sobre alas de acordes tristes y nostálgicos. Tambores y guacharacas complementan el sonido de las cuerdas, robusteciendo una producción de Molo Díaz que es delicada y frágil, un bello retrato al óleo que puede desaparecer pronto por el capricho de una pincelada mal puesta. Al final, las cuerdas asumen una actitud más típicamente campesina, propia de las músicas de la región, dando una forma final a este recuerdo que es dolorosamente hermoso. Conozcan aquí el sonido de Nasa Histoires, agarrándose de ese amor lejano que ya no los acompaña, pero ayudó a definirlos como personas.



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