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Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Böjo inaugura el año con un pesado y reflexivo EP, “Opus 2”

Actualizado: 26 ene 2021



Desde que Böjo, el alias creativo del productor colombiano Samuel Lizarralde, empezó a mostrar sus composiciones solistas en el primer semestre de 2020, su propuesta de valor no ha dejado de legarnos una serie de sencillos emocionantes e implacables que lo han convertido en uno de los músicos más prolíficos en el panorama colombiano contemporáneo. Desde la presentación de “Solo, Op. 1: No. 1” en abril de ese lustro ansioso, el músico ha completado un EP y ha lanzado colaboraciones y reversiones que muestran su implacable inquietud compositiva, una que no respeta los términos del mercado, sino que se alimenta solo de su propia creatividad y demuestra una habilidad irrefrenable para producir track a track un camino que parte de la música clásica para convertirse lentamente en una hermosa criatura llena de neones y colores vivos prestados de la electrónica. Con Opus, su primer EP, el músico fue virando lentamente del piano clásico hasta los beats más oscuros del techno, presentando cuatro cortes que se construyen de manera evolutiva hacia un sonido híbrido y fascinante. Luego unió esfuerzos con Santiago Navas en “Centro”, un sencillo más cercano a la electrónica experimental, presentó dos interludios que sirvieron de puente a su nueva estética, y ahora regresa con un nuevo EP cargado de energía densa y primordial en el que las máquinas cobran un protagonismo central.


Opus 1 era el inicio del viaje, una reinterpretación del piano clásico y los sentimientos de la infancia. Opus 2 es la continuación temporal del trayecto de vida que todos cursamos”, explica el comunicado de prensa que acompaña el lanzamiento. “El romper con la tranquilidad del piano y remplazarlo por sonidos más oscuros y estridentes es una clara muestra de la rebeldía que representa el siguiente paso en nuestras vidas, la transición entre nuestra infancia y la adultez. Los sonidos rebeldes y los beats selváticos envuelven a Opus 2 y son un claro reflejo de la construcción de un ambiente de fiesta que poco a poco se desarrolla y nos rodea. Opus 2 es el cambio de la infancia a la adolescencia, de lo clásico a lo rebelde”, continua la gacetilla. Böjo se reinventa con esta nueva obra y se permite volver a las máquinas para generar una propuesta de valor visionaria y envolvente que nos lleva por un viaje trascendental en el que las plantas sagradas de los pueblos originarios podrían tener un subtexto de proyección sonora.


En ese sentido, Opus 2 dialoga con la naturaleza antes que buscar emularla. Atrás quedó el Lizarralde de Moügli y su jungle beat, sino que ahora nos encontramos con un urbanita que busca trazar la senda del guerrero para conectar con lo esencial y la raíz. En este viaje en el que colindan las chimeneas de las fábricas con las emanaciones de la hoguera de la ayahuasca, nuestro productor transita dos mundos que están cada día más desconectados. Como en la obra de Alberto Baraya, Böjo plantea un contrasentido que repara en la flor artificial para llevarnos a cuestionarnos sobre nuestra relación con la naturaleza. Pese a todo, es un EP optimista, en el sentido de que plantea una necesidad de retornar al núcleo dormido del planeta, donde el magma y el fuego cuecen las formas de los primeros hombres, hechos de barro y hierba. Es fascinante ver la manera en la que Böjo ha transitado el mundo de la electrónica para buscar, desde su propio lenguaje, reconectar con planeta que agoniza y muere con cada paso del hombre por su manigua espesa.


Böjo, que entiende de música clásica y es amante desde niño de las sinfonías, sabe cómo estructurar su viaje, partiendo de oberturas calmas inspiradas en el sonido andino y selvático de actos como Uji o Nicolas Jaar, para encontrar la explosión máxima de un techno oscuro y sofisticado al final de este recorrido que plantea. El EP abre con “Nada, Op. 2, 1”, un viaje de indígena digital que revisa las necesidades esenciales del individuo en la era del amor líquido y el híper capitalismo. Una guitarra andina acompasa la voz de Lizarralde, quien cada vez se siente más cómodo cantando, pues ha aprendido que lo melifluo es prescindible si hay un mensaje de fondo que se proyecte como una reflexión pertinente. “Nada, Op. 2, 1” va haciéndose cada vez más densa, llevándonos por un recorrido acuático en los beats que nos llevan hacia un océano ancestral del que mana toda la vida. Es una invitación a aprender a estar con nosotros mismos, a reconocer nuestra sombra para aprender a batallar con nuestros demonios.


Seguidamente, llega “Avanzar, Op. 2, 2”. Este segundo track está emplazada en una exploración de las flautas indígenas que rápidamente trasciende hacia un denso paisaje electrónico, como una selva poblada de mosquitos digitales que se esconden entre los frutos que languidecen incorruptos en la oscuridad húmeda. Böjo demuestra que es un maestro de las transiciones, evitando la fórmula fácil y ascendente que caracteriza a la electrónica clubera, aquella que busca encontrar en el extremo del BPM la posibilidad de llevar los cuerpos a un éxtasis inducido por MDMA. En “Avanzar, Op.2, 2”, el productor encuentra resquicios de paz y reflexión para llevarnos de vuelta a un espacio de introspección que no será fácil, en el que enfrentaremos la necesidad de seguir caminando luego de las batallas perdidas, de levantarnos del fango y buscar el sol tras la espesura de los árboles.


¨Un día cuando era pequeño, encontré a mi mamá llorando. Le pregunté si estaba bien, me dijo que no eran lágrimas de tristeza y me contó su secreto: Tengo una selva por dentro, todos la tenemos y lo qué pasa es que hoy está lloviendo en la mía. A veces tenemos que llorar para crecer, como las plantas”, explica Böjo sobre “Selva, Op2, 3”, el sencillo que acompañó el lanzamiento del EP. Este corte plantea una transición necesaria en el esfuerzo de Böjo, pues ya permite que sonidos europeos entren a la mezcla, aunque respetando el halo de sagrado misticismo al que busca retornar con el diálogo con la selva. Böjo, en ese respecto, es profundamente respetuoso. Sabe que no puede jugar el juego de ZZK y hacer un ejercicio extractivista de los lenguajes que no le pertenecen. Se acerca a ellos como un filólogo musical y aprende sus gramáticas para crear neologismos sonoros: nunca lo verán ataviado de penachos de plumas ni con tatuajes de henna sobre su torso desnudo. Su música plantea un diálogo, no se apropia de lo que no le pertenece. Lo estudia y lo respeta y permite que la semilla permanezca en la selva, no en su invernadero privado.


Cerrando el EP, llega “Müshi, Op 2, 4”, un corte inspirado por la experiencia propia de Lizarralde con la exploración de las tradiciones indígenas. “Hace un par de meses decidí ser parte de un retiro espiritual, una ceremonia con el fin de encontrarme a mí mismo, de entenderme profunda y honestamente. En esta ceremonia hablé con un Taita sobre la importancia del sonido y su capacidad sanadora. Sobre como todo lo que nos rodea está compuesto por ondas y vibraciones y que más allá de la palabra y las acciones es la música uno de los mecanismos de comunicación más efectivos que tiene el ser humano. Müshi es una reinterpretación de esa conversación, de las voces ancestrales y la sabiduría de nuestros pueblos indígenas. Es un ritual y una ceremonia, llena de texturas y lugares selváticos y profundos”, explica. En ese sentido, el productor ha hecho parte de sí las reflexiones de los ancestros de nuestros suelos, interiorizando en su experiencia urbanita la posibilidad de crecimiento que plantean otras lógicas. Seamos honestos: el indígena en Colombia, como en el resto del continente, es una figura conceptual que funciona como comodín retórico para referirnos a la identidad tripartita, pero al que se desconoce cuando llega a la capital exigiendo el respeto de la tierra, el agua, la selva y los páramos. Böjo se entiende en medio de esta coyuntura. No podría decirse indígena, pero entiende el valor de su sabiduría y aprende de ella para su propio crecimiento personal. El valor de la palabra es también el valor del silencio: el valor de escuchar y aprender.


El viaje de Böjo es una alucinante aventura de crecimiento personal a la que amablemente nos ha invitado. Lizarralde es uno de los productores con mayor proyección en la conversación de la electrónica independiente. Opus 2 es una transición pertinente en su carrera artística, un inteligente proyecto que nos ha sorprendido desde el primer momento, que nos ha permitido crecer a su lado para encontrar paz después de una tormenta tropical. Böjo es un experto del collage sonoro y entiende que debe cortar el retazo con respeto y valoración de la forma. Su ejercicio creativo es una práctica consciente que invita a que la música se convierta en bálsamo, que la vibración sónica cure las heridas del alma. Opus 2 es una perfecta forma de entrar al año, ahora que la vacuna se vislumbra más cercana. Mientras esperamos, este lanzamiento puede convertirse en una compañía pertinente.



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