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The Beveled Edges presentan I Guess We’re Not Alone: una travesía sonora entre la nostalgia, el ritmo y lo inesperado

  • Redacción 120dB Bogotá
  • 25 jun
  • 2 Min. de lectura
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En un encuentro fortuito durante una tarde invernal en Manhattan nació The Beveled Edges, el dúo musical conformado por Shelly Bhushan y Anthony Lanni. Lo que comenzó como una colaboración puntual entre una voz profundamente soul y un guitarrista con formación en música brasileña, se ha transformado en un proyecto de largo aliento que encuentra su primera gran expresión en I Guess We’re Not Alone, su álbum debut.


Con una mezcla elegante de samba, bolero, pop, soul, jazz y música del mundo, The Beveled Edges construye un paisaje sonoro tan versátil como íntimo. En “I Guess We’re Not Alone”, la canción que da título al álbum, el grupo se atreve con una historia real sobre un supuesto encuentro alienígena en Texas en el siglo XIX, envuelta en una samba juguetona y detallada donde el vibrafón alerta y la guitarra de siete cuerdas marca el pulso. Como en muchas de las canciones del disco, la intriga narrativa se funde con una arquitectura musical precisa y sofisticada.


En cada pieza se siente el encuentro de dos trayectorias culturales y musicales distintas: Shelly, de raíces mexicanas e indias, criada en Texas, con una voz moldeada entre el soul, el funk, el pop y el jazz; y Anthony, hijo de inmigrantes italianos en Detroit, formado en los rigores de la guitarra clásica, el samba y la tradición de la música brasileña. Esta unión brilla en composiciones como “Amarillo”, un tango contemporáneo que parte a capella y desemboca en un océano de cuerdas y mandolinas, o “Down The Stairs”, una balada folk italiana oscura y cautivadora que evoca una advertencia ancestral con sus flautas disonantes y su bajo descendente.


Pero no todo en I Guess We’re Not Alone es nostalgia o dramatismo: también hay calidez, ritmo y ternura. “I’ll Be There For You” se sostiene en un groove en 6/8, con órganos melódicos y armonías vocales que refuerzan una promesa de devoción incondicional, mientras que “Paris Isn’t Paris Without You” suena como una caminata nocturna en la Rue de Rivoli, acompañada por un acordeón que suspira desde las sombras.


La producción del álbum —detallada pero orgánica— incluye piano, mandolina, cuerdas, acordeón, metales y percusión que complementan la guitarra y la voz sin opacarlas. Anthony teje líneas de bajo y ritmo en su guitarra de siete cuerdas mientras Shelly imprime carácter emocional a cada frase. En conjunto, la obra suena a un viaje transcontinental, anclado en el presente pero cargado de ecos de los años sesenta.


The Beveled Edges es, en esencia, un proyecto sincero, sin artificios ni pretensiones, que celebra el arte de la canción como vehículo de historias. I Guess We’re Not Alone no es solo un debut prometedor, sino también una muestra de lo que ocurre cuando se encuentran dos voces, dos raíces y dos visiones del mundo en una sola conversación musical. Una conversación que vale la pena escuchar, una y otra vez.


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