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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Las Yumbeñas reafirman su amistad con su último EP, Amigas para siempre



Las Yumbeñas son una de las bandas claves del nuevo under bogotano, no solo por la calidad de su propuesta sonora, sino por la manera que han encontrado para conectar con su audiencia a través de contenido en redes, mercancía y conciertos. Con su álbum debut Me cansé de llorar, voy a vomitar, un trabajo potente y cargado de energía despechada y celosa para quemar todas las mentirosas cartas de amor de algún amante cruel, el trío emplazado en Bogotá demostró que era tan ingenioso para la escritura de canciones como es poderoso en los arreglos y divertido en su visión artística. En 2019 el trío regresó con Yumbotopía, su segundo álbum de estudio, un lugar mágico en el que el rosa es color más atrevido y la decepción amorosa es una excusa para divertirse y emborrachar las tristezas. Entre tanto, han estado presentando nuevas versiones de clásicos latinoamericanos que han prensado en casetes limitados que se agotan con velocidad y hace algunos meses, por fin, volvieron con su primer EP Amigas para siempre, en el que dejan un poco de lado la fiereza del punk para adentrarse en un trabajo melódicamente más complejo y siempre igual de inteligente a sus lanzamientos previos.


“Mi ángel” fue el primer sencillo que la banda presentó de esta nueva etapa y es también el corte encargado de abrir el EP. Dejando un poco de lado la fuerza guitarrera que ha caracterizado su impronta de pop punk romántico y herido, el trío emplazado en Bogotá se adentra hacia una nueva estética sonora y una poética que agradece y celebra el amor que nos acompaña en los momentos más complicados y solitarios. En palabras de la banda, “es una canción de amor para bailar lento y sincronizar corazones, para dar besos en la oscuridad de algún concierto y para decirle a esa personita especial que cada momento a su lado son unas vacaciones”. Con arpegios cálidos y una batería acompasada y tranquila, bellas imágenes poéticas van abriéndose paso entre nuevos arreglos a cargo de Andrés Gualdrón, presentando una identidad más cercana al dream pop que al punk usual. “Mi ángel” presentaba una nueva fuerza en Las Yumbeñas, que ahora no apelan a la velocidad visceral sino a la lenta cadencia del corazón enamorado con este nuevo producto.


“Florecer en la oscuridad” tiene un aire retro similar a las influencias que ha presentado la banda en sus lanzamientos limitados de Iron Hits, entrando con la fuerza de la balada rockera a una composición más rápida en la que los teclados presentan un nuevo sonido acompasado con las guitarras como puñales que acompañan como fuerza armónica a la canción. “Florecer en la adversidad” es un canto de celebración a la amistad que nos cuida en medio de las dificultades de los amores que no se dan, sintiendo que esa fuerza que encontramos en la persona en la que confiamos es suficiente para sobrevivir al deshielo del desamor. Así mismo, el corte presenta una fuerza psicodélica en los sintetizadores y las guitarras que promedian la composición. Con una fuerza sesentera, Las Yumbeñas no se alejan de su influencia rockera, pero permiten que nuevos referentes musicales sumen a su propuesta de valor que crece vertiginosamente en el EP.





“Pájaro” juega con un sonido más alegre y de ánimo emocionante. Entre arpegios de guitarra, la banda evoca un ambiente playero y coqueto en medio de una economía de recursos sobre la que sale la voz en susurro de Laura Vargas se muestra tan romántica como le es posible jugando con rasguños vocales y chillidos, conforme su bajo entabla un diálogo de pregunta y respuesta con la batería. Es una oferta de afecto puro, un corte anhelante que regresa a la fuerza de la promesa de la nueva mañana para construir un mensaje esperanzador luego de la resaca de la noche anterior. “Pájaro” es uno de los momentos más pop y cursis (en el sentido positivo que solo tiene sentido dentro del universo Yumbeño) de todo el EP y demuestra cuánto ha progresado la banda después de desprenderse de las formas básicas del coro y estribillo, jugando con progresiones y momentos a lo largo de sus composiciones. Siguiendo el curso del EP “Teletransportación” aparece en la segunda mitad de Amigas para siempre, con un aire más lento y sopesado, permitiendo que la batería marque el compás acompañado de las guitarras y sintetizadores de aire retro que suenan perdidos en algún filme sepia de la década de la música disco. Dándole protagonismo a la guitarra estridente y jugando con nuevas atmósferas espaciales que no habían utilizado antes en sus mezclas, la banda le da una sensación espaciada a la canción que se complementa al final con un bajo grueso y elástico a cargo de Vargas, quien también canta en esta composición.


Cerrando el EP llega “Plantas de sombras”, que abre entre coros acongojados por parte de ambas frontwomans. Daniela Parra se encarga de este cierre espectacular que transita una serie de motivos sonoros que le dan peso y densidad a una mezcla que en principio se antojaba minimalista y depurada. Es quizás el punto musical más experimental del disco y no solo por eso uno de los momentos más interesantes de Amigas para siempre. Es el lugar en el que cristaliza toda la madurez que el trío ha logrado en este lanzamiento. El juego de los teclados es oportuno y rico en paisajes de ensueño, conforme se va adentrando a un lugar de pesadez atmosférica del que sobrevive con la ayuda de las voces femeninas de las Yumbeñas. En Amigas para siempre este trío ha logrado salir de todo afán de catalogación y crear un sonido que siente absolutamente propio, jugando con una serie de referentes que han ido dejando a lo largo del camino como pistas para sus fans más cercanos. Es un EP maduro en el que es tangible el trabajo y esfuerzo de la banda, que ha evolucionado enormemente para convertirse en, o mantener su lugar como, una de las bandas principales de la alternativa capitalina. Es bellísimo.




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