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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

2 minutos, más de 35 años de resistencia desde la periferia



Pensar en 2 minutos implica reconocer la larga tradición del punk rock en Latinoamérica, de la que son una de las bandas pioneras. Fundada en 1987 y con un debut discográfico ya icónico prensado en 1994, la banda liderada por Walter “Mosca” Velázquez ha sido una de las fuerzas esenciales de las músicas extremas en el continente, creando una plétora de himnos para corear a voz en grito mientras soportamos los golpes de la vida: los metafóricos de las vicisitudes y las literales piñas de un pogo salvaje. Con una habilidad para contar historias a través de viscerales estribillos, 2 minutos ha sobrevivido a casi diez gobiernos convulsos, desde la transición a la democracia, pasando por la locura de cinco presidentes en dos años durante la crisis del Corralito a principio de milenio, hasta lo que se avecina en la turbulenta historia política y social de Argentina, nuestro país hermano.


2 minutos regresó a las canchas colombianas hace un par de semanas, cerrando el Festival Cordillera en una tarima que los oponía al universo de neón caribeño de Bomba Estéreo. Era su segunda vez en el Simón Bolívar luego de una presentación histórica en 2017, cuando los programaron como la segunda banda de la jornada por miedo a la violencia que podría suscitarse entre los asistentes. Nada que hacer. De cualquier modo, esa tarde histórica reunió a decenas de miles de personas sobre el áspero pavimento del escenario principal. Esta vez, con mayor justicia, fueron los encargados de culminar la segunda jornada de un festival cada vez más emocionante. A propósito de su regreso a la capital, nos reunimos con Mosca para echar memoria y conocer qué se viene para la banda del barrio obrero, del Valentín Alsina.


La banda empezó hace ya 36 años, en 1987. ¿Cómo recuerdas las movida musical under en ese momento de transición democrática, cuando aún se sentía el coletazo de la dictadura?


Yo ya había tenido una banda y ya había una escena de punk y hardcore potente en la cual estábamos y de la que éramos casi los primeros, porque la banda se formó en el 87. A partir del 89 comenzamos a tocar, el día que subió Carlos Saúl Menen fue nuestro primer concierto. Había hiperinflación, saqueos en los supermercados. En ese contexto, nada más, tocamos por primera vez. La policía, que había reprimido durante toda la época anterior, no se demoró en hacer lo mismo en este período democrático. Capaz que salías y te detenían. Esos recuerdos tengo. Épocas duras.


Todo era muy pequeño. Muy pequeño. Muy pequeño. No había muchos lugares. Tampoco querían los locales que bandas de punk o hardcore tocaran. Querían apostarlo por lo más tradicional y tranquilo. Era difícil.


Tocamos mucho por todos lados y llegar al primer disco costó un tiempo. Nuestro primer disco es del 94. Se difundían más bandas. Los violadores llegaron antes que nosotros, sacaron su disco un poco antes. Después salió también Attaque 77, a los que les fue muy bien. Se escuchaba música como la nuestra, sin embargo. Si grababas un disco y estabas con una compañía, capaz que te pasaban la canción por la radio. El problema era tocar y que la gente viniera a los shows, era un tema de comunicación de boca en boca. Fue algo muy loco también porque con el primer disco explotó todo. Creímos que a nadie le iba a importar, pero todo el mundo enloqueció con esas canciones.




Es un disco muy de barrio, quizás la gente estaba necesitando un disco que hablara sobre ellos.


Quizás. Cuando me preguntan el por qué del éxito de Valentín Alsina, no sabría decirte, hermano. Algo pasó. Un asteroide surcó los cielos y no nos dimos cuenta, pero todos enloquecieron [risas]. Una cosa así.


Es un disco cargado de historias de personas. A veces ni siquiera en primera persona.


Me gusta contar historias. Es algo que me salió de manera natural. Así: de una. Son cosas que viviste, que pasaron, que escuchaste en un bar y te parecieron interesantes. A veces también te las imaginas, porque pueden ser una ficción. De todo un poco. Es algo que siempre estuvo.


Hemos hablado de problemas sociales. Pero hablamos también del bar, sobre todo en los primeros tres discos. Hablamos de todo un poco. Yo creo que en los primeros discos se ve un poco más de los políticos que cagan al pueblo. Tampoco nos cae muy bien la policía [risas]. Eso lo dejamos bien claro. Hablamos de lo que nos sale. Muchas historias hay en nuestros álbumes.



Esas historias se relevan generacionalmente con los covers de ahora, pues han estado presentando colaboraciones y reversiones con Trueno, Ciro Pertusi y varios más.


Ciro Pertusi era el cantante de Ataqque 77, ahora tiene una banda que se llama Jauría. Estuvimos con Trueno, Die Toten Hosen, Mimi Maura, los Fabulosos Cadillacs, Auténticos Decadentes. Son varias participaciones. Revisar el catálogo con amigos ha sido muy loco. A Trueno lo conocemos desde chiquito porque cuando su papá era adolescente venía a ver a 2 minutos y fue una de las voces de una banda hardcore que se llamaba Diferentes actitudes juveniles. Tengo un hijo que tiene 19 años y escucha trap y música urbana. Es como que se me ocurrió hablarle a Trueno a ver si se animaba y lo hizo. Le puso su impronta a una reversión de “Ya no sos igual” junto a Die Toten Hosen. El pibe tiene su propia banda. En Argentina, no sé cómo es en Bogotá, los chicos salieron a tocar al principio con dos personas: el que botaba pistas y el que cantaba. Y después se dieron cuenta de que valía la pena tener una banda: Dillom, Wos, Trueno, todos ellos tienen algo rockero en su propuesta.


Creo que estas canciones funcionan, treinta años después, porque siguen contando las historias de lo que somos.


Sí. Por ejemplo, en Valentín Alsina hay una canción que se llama “Novedades” que hablaba de esas épocas. Han pasado casi treinta años y sigue pasando lo mismo, lamentablemente. Es una cagada. Es una crisis tras crisis. Por eso siempre digo que es como si vinieras caminando y Mike Tyson te clavara una piña en la boca. Te tira al suelo, te levantas y atrás viene Bruce Lee resucitado y te pega una patada en la nuca. Luego llega Roberto Durán “Mano de piedra” joven y te clava otro en la oreja. Es una locura.


En 2024 se cumplen treinta años de Valentín Alsina. Me encanta que hayan incorporado en las reversiones a Los Fabulosos Cadillacs, que debutaban cuando ustedes empezaban. Cuéntame de cómo seleccionaron a las personas que iba a hacer las versiones y un poco de lo que se viene.


El primer disco de los Cadillacs debió haber sido del 87. Los Fabulosos son grandiosos. La selección la hicimos nosotros. Nosotros grabamos y los demás invitados grababan en otros estudios. Los alemanes grabaron allá y Trueno estaba de gira por Europa, por lo que le tocó grabar en un estudio en Alemania. Muy loco. El puente alemán [risas]. Ahora estamos con este tema de que sacamos un sencillo cada tanto de covers de 2 minutos hechos por 2 minutos y amigos. Y amigas. Hay canciones nuevas que me encantaría grabar y ver si todas estas canciones, que sacamos dos en pandemia, se puedan pasar a formato físico. Nuestro título para ese disco sería La máquina de hacer cagadas. Sería ideal que todas esas canciones nuevas salieran físicamente.



Hablemos de la presentación de Rock al Parque 2017, que coincidió con el treinta aniversario de la banda.


Fue la única vez que pudimos tocar en ese festival que me parece grandioso. La primera vez que vinimos a Colombia debió haber sido en el 95. Tocamos en un bar que se llamaba Endorfina, que no existe más. Era una discoteca en la que se hacían shows de unos chicos doctores. Me acuerdo que tocamos con Polikarpa y sus viciosas. Después vinimos unas veces más. Yo quería tocar en Rock al Parque porque me habían comentado cómo funcionaba: gratuito, en un campo abierto, ochocientos millones de bandas. Nosotros tocamos en la principal mucho después. Nos mandaron tempranito porque estaban asustados. Pero yo tenía unos amigos colombianos en los noventa y una de las doctoras, que era psiquiatra, tenía un contacto con los organizadores. Me consiguió un teléfono para que hablara con la oficina que organizaba Rock al Parque. Ya habíamos venido un montón de veces. Los contacté y me dijeron: “¿Sabe cuál es el problema, señor Walter? Tenemos miedo por las barras bravas. Ustedes tienen ese tipo de público y tenemos miedo, en realidad”. Nunca más lo intenté.


Justo cuando cumplimos treinta años se acordaron de nosotros y también estaban asustados. Yo quería un horario más copado, pero entendí que estaban asustados. Nos mandaron muy temprano: éramos la segunda banda, después de Sin Pudor. Nosotros nos reíamos. Habíamos salido la noche anterior y no querían que bebiésemos alcohol. “¿Tocamos re temprano y no podemos tomarnos un trago aquí?”. Escondimos un par de rones y salimos a con todo. Yo veía los comentarios en la publicación de Facebook y la gente decía “Me importa una mierda. Salgo de fiesta, no duermo, sigo de largo, pero voy a ver a 2 minutos”. La gente estaba enojada de que nos hubieran puesto en ese horario. Pero la gente recontra que fue.


El público colombiano quiere mucho a 2 minutos y creo que es porque compartimos muchas realidades sociales. ¿No?


Yo creo que sí. Toda América Latina ha comido mierda quinientos años. Tenemos acentos diferentes, pero somos muy parecidos. Todos comemos empanadas.


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