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Por Redacción 120 dB Bogotá

Adéntrense en la tragedia del “Camagüey” de Superlitio y Vicente García


El 2017 ha sido un año vital para la música colombiana. Desde el regreso de Alcolirykoz a la consagración internacional más mediática (gústele a quien le guste) de Bomba Estéreo, pasando por la iniciativa vital y necesaria del Circo del Cónsul de Consulado Popular, la celebración de la primera década de historia de Aerophon y tantos hitos claves que han hecho de este año en la música un mosaico rico y plural en voces de la movida cultural del país. Como parte de esta serie de lanzamientos y aniversarios Superlitio, la banda insignia de la Sucursal del Cielo, lanzó su nueva placa discográfica y celebró, con un concierto masivo en el Julio Mario Santodomingo, los veinte años de carrera de la banda. Pocos días antes del estreno de Sultana: Bailando en la Revolución Vol. 2, la continuación de Sultana: Manual Psicodélico del Ritmo Vol. 1 luego de esa suerte de interludio oscuro que fue el Nocturna, los caleños presentaron “Camagüey”, primer sencillo de esta nueva serie de canciones que compartieron con el dominicano Vicente García. Ahora, después de varias semanas rotando en la radio oficial colombiana, este nuevo corte ha llegado revestido con un poderoso audiovisual.

Con “Camagüey” Superlitio regresa a un sonido más afín a sus raíces caleñas y deja de lado los excesos nocturnos de su producción de estudio anterior, en la que predominaba un sonido electrónico como telón de fondo a los excesos de la rumba capitalina. En el corte Caribe y Pacífico colindan a partir de la colaboración con el dominicano, artista que también pertenece al catálogo musical de Sony, con quienes firmaron recientemente los integrantes de la agrupación del Valle. Retratado por Nicolás Caballero y Daniel Acosta, el apremiante videoclip de “Camagüey” encuentra a un atormentado vicioso dando vueltas sobre sus excesos y perdiendo el amor de su vida en medio del calor húmedo de Cali.

Con “Camagüey” Superlitio regresa al sonido que había empezado a explorar en el primer volumen de Sultana y que se evidencia a lo largo de todo este segundo volumen. Sin embargo, los lleva también a nuevos lugares en los que nunca habían transitado. Aunque hay montuno y elementos salseros, lo cierto es que este nuevo álbum la banda ha logrado condensar el aprendizaje de veinte años de historias, canciones y experiencias gratas y dolorosas. Cali regresa a habitar esta producción pues Cali fue el primer momento, siempre con su presencia ecléctica que no corresponde a las historias del Callegüeso o a las legendarias rumbas del Juanchito de la década de los setentas sino a ese rock crudo y experimental de la segunda mitad de los noventa, de los jams en Plazo Sésamo, de las historias de Caicedo abaleado por la música de los Stone y las películas de Ospina y Mayolo cargadas de ironía y sátira. Cali vuelve predominante en este nuevo corte pues Cali nunca se ha ido, sólo ha sido reinventada a la luz de las experiencias de estos músicos excelsos que llevan veinte años cambiando el paradigma de lo que escuchamos. Auxiliados en la producción por Richard Blair, Superlitio habla en lengua propia, construyendo uno de sus álbumes más potentes.


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