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  • Por Ignacio Mayorga Alzate

La Ramona nos entrega “Te vas” antes de su debut en el Estéreo Picnic


La música de La Ramona es un regalo que se tarda en apreciar, como un álbum de estampillas que nos legara un abuelo y que tan sólo con el tiempo entendemos su cabal significado: el enseñarnos a valorar las pequeñas cosas, la virtud de la paciencia que viene necesariamente con todo afán coleccionista, el empeño que requiere llevar a cabo cualquier labor de recolección. El año pasado, sin pompa ni presentándose en un empaque de colores chillones, la música bogotana nos ofrendó “Brío”, un sencillo que salió al aire sin mayor interés que el de querer sanar una herida, con el único afán de encontrar en los miles de oídos que respondieron a su llamado una sonrisa sin miramientos, una catarsis colectiva que sólo cura con la música y su voz tan poderosa como la determinación que invocaba en este primer himno. “Brío” la puso en el radar de la música independiente y, quienes escuchamos esa potente composición a través de recomendaciones o debido al importante espacio radial que le permitió Radiónica, entendimos que, en La Ramona, como esos regalos insospechados que terminan acompañándonos siempre, había una fuerza natural dormida, acaso el magma silencioso que habita bajo nuestros pies o el alud de nieve de una montaña que sólo depende de un grito para desplomarse con toda su fuerza sobre nosotros.

Ahora, antes de presentarse este viernes en el Festival Estéreo Picnic, La Ramona regresa arropada tan sólo de su voz (como si necesitase de cualquier otra cosa) para presentarnos una nueva entrega de su primera producción discográfica, Brío. Este viernes, sin forzarse dentro de esos listados molestos de novedades en los que más veces que menos abundan las fórmulas radiales, canciones en las que el rango dinámico acrecentado explota antes que conmueve, la cantautora radicada en Medellín presentó “Te vas”, un lamento que La Ramona le escribe a una persona que, en vida, se está yendo, desvaneciéndose en el éter de la rutina. Inspirada en los ciclos que debe cerrar, en su abuela y en su pasado, la música bogotana logra llevar a cabo la intención del arte: poder transmitir desde lo personal un sentimiento universal, lograr crear una identificación con el otro a través de rasgos particulares que nacen desde nuestro propio dolor o alegría.

La Ramona entra con el primer golpe de tambor, una batería lenta que acompaña su primer lamento, para rápidamente vestirse de blues y arroparse con los bronces fríos de un góspel acongojado sobre el dolor de un coro que le reclama, impotente, a la vida su transcurso inevitable hacia el fin. Un solo de guitarra estalla como los primeros reparos de la ira, para luego desvanecerse cuando la voz herida ha claudicado en su alarido, y sólo la tristeza honda nos devuelve a esa condición frágil de estar vivos, de quedarnos aquí cuando los otros enfilan sus naves hacia lo desconocido. Con “Te vas” La Ramona ratifica su lugar necesario en el panorama musical colombiano, un espacio en el que pulula el talento femenino a pesar de lo mucho que nos empeñemos en invisibilizarlo. Con la honestidad como regla de juego y una voz atronadora, aunque cálida, La Ramona se inserta en la narrativa de cortes como “El Pasado” de Esteman o “Nona” de Los Makenzy, aunque su letanía tiene una herida más profunda, un reclamo antes que una reconciliación con la manera como la vida gira sus dados entre esqueléticas articulaciones. Escuchen abajo “Te vas” de La Ramona y prepárense para un show lleno de brío, energía y rock and roll.

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