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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Lalo Cortés, el camino paso a paso



Laura Cortés, Lalo, ha venido trabajando de manera juiciosa durante un tiempo en su proyecto solista, además de acompañar en vivo actos claves del hip hop nacional como TSH Sudaca o Lianna. Pasando del soul al R&B, jugando con arreglos de hip hop lo-fi y espaciado y bases de neo soul urbanita, la voz de Cortés practica acrobacias en el éter para transmitir toda su visceral sensibilidad en forma de poemas breves en el que no teme mostrarse expuesta, pues es desnuda cuando está realmente libre, con el rostro limpio, sin máscaras, mirándonos a los ojos o susurrándonos al oído. La trayectoria de Cortés es un modelo para seguir en el sentido de que no ha permitido que los avatares del tiempo afecten la concreción de su sueño. El año pasado Cortés presentó su primer EP, Paso a paso¸ en el que recogía los aprendizajes de su primera formación como música. En el camino, encontró también tiempo para compartir su voz meliflua con artistas de la envergadura de Santiago Navas o Briela Ojeda.


Cortés es una fuerza femenina cargada de vibrante energía positiva y una de las voces más trabajadas y cuidadas de la nueva alternativa nacional. Su camino está marcado por una serie de aprendizajes en tarima, de foguearse con artistas de primer nivel y de girar con ellos como corista excelsa. Lalo “conoce el rigor” y se sabe una artista responsable con sus procesos, con sus canciones y sus emociones. La música bogotana ha pasado mucho tiempo descubriendo quién es y esas primeras intuiciones identitarias la llevaron a hacer parte del cartel de Estéreo Picnic en su edición de 2023. Hablamos con la artista afro rola sobre la identidad de su sonido, los aprendizajes adquiridos colaborando con otras personas y la forma de su sensibilidad extensa.


Comencemos hablando de cómo empezó Lalo Cortés. ¿Cómo llegas a la música y cómo empiezas a entrar a la música independiente colombiana, ya sea con TSH Sudaca o Lianna?


Empecé con la música muy pequeña, con el gusto por cantar. Empecé cantando en coros desde muy chiquita, desde los 11 años, y empecé a estudiar formalmente música en una academia como a las 14. Ahí supe que quería dedicarme a la música. Pero lo hacía de una manera muy formal, muy clásica y académica. En medio de eso, a mí me gustaban muchas cosas que no tenían para nada ese enfoque, como el hip hop o géneros que se salían de lo que yo pensaba que era políticamente correcto cantar. Era muy chistoso porque tenía música que me gustaba escuchar y música que me gustaba cantar. Ya más adelante empecé a cuestionarme por qué no podía cantar y escuchar lo mismo.


En medio de eso, conocí a TSH Sudaca, antes de entrar a la universidad, como a los 15 o 16 años. Lo conocí con un parche al que yo iba a cantar. Vuelvo y te digo, yo ni contemplaba cantar así porque iba muy en contra de mi formación y lo sentía muy tabú para mi entorno. Igual fui y lo conocí y él pensó que yo me estaba graduando de la universidad y no del colegio, porque siempre he sido una mujer muy grande. Fue muy chistoso nuestro encuentro porque él ya quería trabajar conmigo, pero tocó esperar a que me graduara del colegio. Para la primera grabación que tenemos, en el álbum Equilátero, mi mamá me acompañó porque yo no lo conocía bien [risas]. En medio de eso, empecé a estudiar música, canto jazz, y durante ese proceso comencé a tocar con Sudaca y empecé a darme cuenta de que yo podía tener una relación muy grande en lo que hacía en la universidad y la vida profesional. Me comencé a dar cuenta del montón de tabúes que me habían impuesto sobre el hip hop, que es la música que a mí me gusta más y que tiene que ver todo con el jazz, que es la música que amo estudiar. Empecé a hacer ambas cosas y trabajé con Sudaca todo el rato.


Ya después de conocerlo a él, conocí a Lianna, quien me dio otras herramientas. Fue otro proceso. A partir de trabajar con ellos dos, empecé a preguntarme yo qué quería, cuál quería que fuera mi enfoque. A mí siempre me ha gustado estudiar. Siempre fui súper ñoña. Me encanta el jazz con todo mi corazón, es algo que me apasiona mucho, pero sabía que no era mi voz, no era la voz de Laura. No era lo que yo quería hacer. Estar en estos dos ambientes me hizo entender que yo tenía que encontrar mi propia voz y a partir de trabajar con ellos empecé a encontrarme.



Y te encontraste precisamente en el color del neo soul. ¿Cómo llegas a la conclusión de que es ahí que quieres habitar para contar las historias que quieres compartir?


El neo soul llegó a manera de exploración. Sabía que me gustaba mucho el hip hop, sabía que me gustaba mucho esa sensación rítmica, pero me gustaba mucho el jazz. Entonces, junto con Nicolás Amado que fue el productor de “Cicatriz”, mi primer tema, nos encerrábamos en los salones de la universidad y nos metíamos horas a tocar, lo que fuera. Era como “Hagamos versiones de temas pop, a lo jazz”. Ahí empezamos a notar que podíamos unir las estéticas, hacer algo con un beat y una melodía jazz. Empecé a encontrar que ese rítmica del hip hop con la armonía jazz se acoplaba muy bien y empecé a investigar qué era eso tan chévere. Nunca lo había escuchado, por lo que empecé a indagar un montón y me di cuenta de este nuevo auge musical y lo que es el neo soul. Igual es un género muy complicado de definir porque es una nueva ola. Son percepciones muy distintas de la música, pero el neo soul que yo conocí era un neo soul que tenía hip hop, R&B, jazz y góspel. Comencé a escuchar muchos artistas con estos cuatro elementos que me gustaban mucho. Hiatus Kaiyote fue uno de los primeros grupos que empecé a escuchar, porque era lo más cercano, después escuché Moonchild que es otro grupo súper reconocido, luego llegué a unos chicos londinenses que se llaman Blue Lab Beats, soy muy fan de ellos, súper jazzistas con unos beats excelentes. A través de la exploración fue entendiendo la estética. Empecé a utilizar ese lenguaje y entendí que ese lenguaje unía los dos mundos que me gustaban. Eso fue supremamente interesante.


En contenido de letras y en contenido de canciones sí me demoré un poco más porque creo que para uno ser artista uno tiene que saber quién es uno. Yo no sabía cuál era mi discurso ni qué quería decir. Eso es mucho más largo y es lo que sigue, pero hasta ahora estoy aterrizando lo que quiero decirle a la gente, a la sociedad y lo que quiero expresar como artista. ¿Cuál es mi postura como artista? Eso va mucho después. Una cosa es la estética y otra el contenido lírico. Uno empieza a escribir sobre amor, desamor, experiencias, pero al final también es que uno necesita entender para qué está haciendo música y cuál es el motor real, lo que a mí me inspira. Así comencé a meterme con todo el tema del activista, del empoderarme siendo una mujer negra, una mujer grande, en un contexto en el que todo es hegemónicamente correcto.


En medio de ese búsqueda de saber quién eres hay un tema muy interesante, a nivel identitario, que es el ser una mujer afro en la capital


Bueno, eso es súper interesante, porque de ahí parte mi discurso y es que yo soy una mujer negra, pero yo soy rola. Nací aquí. Hablo rolo. Y aún así, a pesar de que me comporto muy bogotana, la gente me cuestiona y me dice “Tú no puedes ser de aquí”. La música que haces tiene que ser una cuestión del Pacífico y ese tipo de estéticas que, al final, no son las que me han atravesado a mí. Lo que nos pasa mucho a las personas negras que crecemos en la ciudad es que nosotros tenemos un problema identitario, porque no nos sentimos ni de aquí ni de allá. Yo crecí con gente blanca. Era la única niña afro de mi curso. Fui de las primeras mujeres negras que se graduó de mi colegio. Eso también hace que uno se blanquee en su manera de pensar, que uno permita muchas conductas que hacen parte del racismo estructural. Entonces, parte de entender lo que soy es entender todo mi contexto y cómo m atraviesa.


Yo no puedo hablar desde una postura de una persona de territorio. A mí me parece que muchas veces el discurso se va mucho para allá y todo se focaliza allí. Pero los que crecimos en la ciudad no tenemos esa voz. Me parecía muy importante plantearme en mi identidad: soy una mujer negra de Bogotá. Y eso trae conmigo unos privilegios que las personas del territorio no tienen y eso hace parte de la deconstrucción, de decir “Bueno, tengo unos privilegios por encima de los demás y también cargo con unas opresiones”, pero reconocerlo es importante. No se trata de desconocer la racialidad. La raza es un constructo social, no es como que la raza exista como tal, todos somos humanos. El problema es que desconocer la raza es desconocer la problemática social que existe. Soy una mujer negra y siento una conexión súper profunda con África y sus ritmos, los siento en mi ser. Pero mi realidad es otra, no puedo decir que crecí y que hago parte de eso cuando crecí en Bogotá, rodeada de personas blancas.


Mi experiencia con el racismo es distinta. Yo no tuve un modelo de representación con mi pelo cuando era chiquita. Yo no crecí al lado de personas negras con las que me sintiera igual. Eso quizás sí le ha pasado a una persona de territorio, porque creció en un entorno con gente negra. Igual sí siento una conexión muy grande con lo ancestral y también eso tiene que ver con la música que hago. La música que hago viene de expresiones negras: el hip hop nace de la revolución, el jazz nace de la revolución. Son pueblos marginados, gente que estaba mamada y quería expresarse a través del arte. Y eso está muy conectado con mi esencia.





Cuéntame del proceso detrás de Paso a paso, debió ser muy difícil mezclarlo mientras acababas la universidad y la tesis.


Paso a paso fue una locura, porque es el primer compilado mío como artista. No es como que exista un concepto dentro del EP, sino que es una compilación de mis canciones y de mi misión como artista. Lo que viene ahora tiene un trasfondo más profundo, pero Paso a paso era yo encontrándome en la música, como plantando una esencia muy mía. La primera canción, “Cicatriz”, la hice hace un montón de tiempo y fue la primera que lancé por ahí en 2020 y el EP se lanzó en 2022. Hubo entonces muchas transformaciones mías y muchos descubrimientos a lo largo del proceso. Yo era estudiante y estaba haciendo mi tesis, que es mi álbum que sale este año, estaba terminando Paso a paso, las mezclas, los máster, la edición. Entonces fue el año más difícil de toda mi vida porque me tocó hacer mucho.


Un error que cometemos los artistas es que subestimamos mucho lo que hacemos. Yo subestimé mucho mi esfuerzo. Entonces, cuando salí con la primera canción, la gente la recibió increíble. Necesitaba seguir lanzando y mostrando cosas, pero no tenía la manera. Estaba en la universidad y tuve que hacer unas maromas impresionantes. Las temáticas de este EP son cosas que me han atravesado, cosas que he sentido, momentos que me han marcado mucho a nivel personal. El álbum que viene, Reencuentro, se trata más de lo que soy yo y quién soy yo. Paso a paso es más sobre lo que me atraviesa.


Igual es un esfuerzo muy bien presentado. Hay una atención al detalle muy cuidada que se sale del facilismo del lo-fi al que nos estamos acostumbrando en el país.


Hay una unidad porque ha sido un proceso de crecimiento y dentro de las canciones se nota también ese crecimiento, ese aprendizaje, esa superación de etapas. El sonido es algo que ya yo encontré. A mí me preguntaban desde hace tiempo, desde que comencé a trabajar con Sudaca en 2018, que cuándo iban a salir mis canciones y me sentía abrumada. Aún no sabía quién era. Entonces también me permití descubrir quién era y a qué quería sonar. Ese es un afán que tienen muchos artistas independientes, el de lanzar todo ya. No es necesario. Yo necesito estar segura de lo que estoy haciendo y necesito sentirme feliz y tranquila de lo que estoy mostrando porque, de lo contrario, no tiene sentido. Me tomé un tiempo largo descubriendo eso.


Salió cuando tenía que salir. También quería preguntarte cómo te ha ayudado el trabajar con artistas tan diversos como Briela Ojeda, Santiago Navas, Lyzbeth Badaraco o La Mano de Parisi.


Me parece increíble que hayas mencionado a Lyzbeth. Me preguntan muchas cosas, pero casi nunca me hablan de los proyectos más jazzeros. Lyzbeth para mí fue un proyecto muy especial. Eso que dices me parece muy importante porque, para mí, el ser acompañante y el crear juntamente con otros artistas me ha hecho lo que yo soy. Siento que, si no hubiera tenido la posibilidad de acompañar a Sudaca o a Lianna, sería una persona muy distinta. Parte de pensar qué quería lanzar, cuándo lo quería lanzar y cuál era mi voz era también entender cómo los artistas con los que trabajaba me estaban influenciando. Entonces iba tomando elementos y viendo qué es lo que a mí me movía, que me hacía a mí ser Lalo, más allá de ser la que acompaña.


Con Briela fue un trabajo increíble, porque ella me preguntó si quería hacer los arreglos vocales de su álbum, todo el Templo Komodo tiene mi voz en los arreglos de coro. Son arreglos propuestos por mí y “Luna Munay” y “Burbujas” son arreglos vocales míos con voces mías. Gabi fue la que me dijo “Estos temas también son tuyos. Es una colaboración. Son temas que tienen que ir con tu nombre”. Eso para mí fue muy bonito porque el Templo Komodo para mí fue eso: soy yo en el proyecto de una amiga que amo mucho y me siento supremamente identificada con la estética que propuse ahí porque, a pesar de que no es mi nicho musical, yo soy Lalo en esas canciones.


Al pensarme como Lalo entendí cómo podía entrar en los otros proyectos. Mezclándome con su estética, pero sin dejar de ser yo. Me pasó así con Lyzbeth, quien me pasó las melodías y la letra, pero lo interpreté como Lalo. Igual con Santiago Navas. Ahí llegué con una identidad más clara de quién soy yo vocalmente y entré a hacer parte de su estética. Siendo Lalo. Es muy interesante porque se siente muy distinto a mi música, pero también soy yo. Lalo suena a esto, pero Lalo dentro de otra estética puede sentirse también así. Muchas personas me preguntaban que qué hacía haciendo coros, de segunda. Y yo no entendía cuál era el tabú de ser segundo, cuál es el tabú de acompañar al otro. Al final, ser segundo te puede formar mucho y te puede dar un Norte tremendo para tú ser el primero en algún momento. Para mí eso ha sido una escuela que valoro mucho y, si a mí me lo piden, lo seguiré haciendo porque es mi esencia.



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