Ángel Mosqueda y Jesús Báez no son nuevos en esta aventura que es la industria de la música. Durante más de 25 años los músicos han fungido como bajista y teclista de Zoé, respectivamente, una banda que no requiere presentación dado el impacto que ha tenido en un cuarto de siglo para las músicas producidas en el continente. Por ello, cuando Mosqueda y Báez presentaron este año el debut discográfico de su proyecto Astronomía Interior, las expectativas eran altas. Después de todo, han sido parte de la redefinición del indie latinoamericano en todo lo corrido del siglo XXI.
Astronomía Interior es un viaje introspectivo hacia el centro de la consciencia humana. El dúo parece querer partir de la idea de la correspondencia en la doctrina del hermetismo, “Como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera”, pues su música nace de una entraña palpitante para vestirse rápidamente de cromo y salir a explorar lo que hay más allá del éter. Por eso, las voces flotan ingrávidas entre texturas de complicada simplicidad, pues en su estética minimalista no sobra un acorde, no abarrota el pentagrama un sonido innecesario. Su debut autotitulado ha sido celebrado extensamente por la crítica especializada, convirtiendo (probablemente) a Astronomía interior y sus nueve canciones en uno de los álbumes del año. Aprovechando la visita del dúo a Colombia y su debut en el Festival Cordillera, nos reunimos con Ángel y Jesús para conocer la estrella de la que mana su música.
Quería comenzar hablando sobre la génesis del proyecto y qué tanto ese encierro dificultó, aceleró o modificó los procesos de composición y grabación de los cortes de Astronomía Interior.
Ángel: Definitivamente, el estar en receso, en este caso de Zoé, y el estar en pandemia tuvo un efecto bastante positivo en el desarrollo y en el nacimiento de este proyecto. Chucho y yo no empezamos a hacer canciones hace tres años, lo hacemos desde que teníamos 16 años, hace muchísimo tiempo. Nos encanta y es una de las razones principales por las cuales nos dedicamos a la música: por la creación de canciones y porque somos amantes de la música. Definitivamente no basta con andar componiendo así no más. Había un objetivo muy importante que era la finalización de un disco de canciones que nos gustaran al cien por ciento, que nos hiciera sentir orgullosos y plenos y, sobre todo, llevarlas al escenario. Ahorita tenemos la fortuna de poder llevar todo el disco al escenario aunque sean pocas canciones, pero la pasamos muy bien. En tarima hay una culminación de este trabajo. Son momentos muy plenos para nosotros, de mucha satisfacción y de mucha proyección para que todo esto que tenemos adentro, mucha musicalidad e ideas que tenemos muchas ganas de mostrar.
Hablando de la musicalidad, a mí me inquieta la plétora de influencias que tiene el disco. ¿Hacia qué lugar estaban mirando?
Jesús: Es una buena pregunta porque creo que de los retos más grandes era el de crear una identidad como proyecto. Eso fue lo más difícil y creo que lo pudimos lograr. El disco está lleno de influencias de todo tipo. Astronomía interior es un proyecto electrónico, sin embargo, se busca lograr concretar canciones. No es un proyecto de DJ o instrumental, ni mucho menos. De hecho, cantamos Ángel y yo. Y eso también es interesante, la combinación de las voces y las tesituras nos gusta mucho. Como te comentaba, se pueden percibir muchas influencias de distintos estilos y músicas. Ya hace muchos años oímos electrónica, no es algo nuevo, pero grupos en los que nos apoyamos mucho para crear sonidos son Depeche Mode, ese tipo de sintes nos encanta. Depeche Mode es un grupo que nos influye mucho. Está también Chemical Brothers, Daft Punk y, más atrás, Primal Scream. O sea, muchas bandas, sin dejar a un lado toda la influencia rockera que tenemos y con la que crecimos. Es un resultado interesante de cómo tú pones los ingredientes, se mezclan, los metes al horno y sale todo.
En ese sentido, con el Norte de hacer canciones, hablemos de la traducción al en vivo. Primero, hablemos de cómo fue la ideación de la puesta en escena y también un poco qué tanto espacio les da la presentación para jamear o improvisar, inventar y experimentar, reinventar estas canciones.
Ángel: Es una pregunta interesante porque en la grabación de este disco usamos muchísimos sintetizadores que no podíamos traer a Colombia o a cualquier escenario. Sería una locura, una pared llena de sintetizadores. Entonces usamos un sistema tecnológico que precisamente samplea estos sintetizadores y los reproducimos a través de controladores MIDI. Es la manera en la que se puede traducir del disco al escenario: sampleando de todos estos sonidos. Lo que dices de la improvisación lo pensamos desde el día uno. Cuando vemos un espacio ahí para aumentar unos compases y extender un poco ciertas partes, meter ciertos arreglos, lo hacemos. Pero nos gusta también cuidar la limpieza y la simpleza de este proyecto. Queríamos también un proyecto muy simple y contundente, es decir, que cada sonido y cada arreglo sea muy contundente y no estar ahí llenando de cositas. Y, también, como dice Chucho, muy enfocado en las canciones. Siempre respetando las canciones. En realidad, improvisar así porque sí lo podríamos hacer, pero no nos llama la atención. Creo que, al final, respetamos mucho la canción.
Hablando de la canción y escuchando el disco es una escucha rara. Hay unos momentos armónicos muy extraños en los que pareciera que la voz jugara mucho como uno de los instrumentos principales. El tuneo de la voz, la manipulación de la voz, es una riqueza muy importante del disco. ¿Cuál fue ahí el proceso detrás de ideación de que la voz estuviera bajo el reflector?
Jesús: Bueno, cabe mencionar que venimos veinte años de tocar con una banda de rock, entonces este proyecto nace de una inquietud de experimentar con otras cosas. Al ser dos nada más, los roles que tienes en una banda se desvanecen. Entonces tienes más libertad de experimentar. En el caso de las armonías, hay algo curioso que nos sucede en algunas canciones que, por ejemplo, Ángel o yo traemos una canción con acordes, se crea la melodía de voz y, después en la postproducción, se quitan esos acordes y se introducen elementos abstractos. Es como un recurso que no es nuevo, mucha gente lo utiliza, pero que nos funcionó muy bien en este proyecto. No empezamos la canción con una guitarra acústica y yo no estoy tocando un Rhodes. Es toda una serie de sonidos muy bien soportados por una base electrónica contundente, como decía Ángel, pero la voz flotando sobre arreglos que tal vez no necesariamente son los originales a como fue sacada la rola. Eso nos divierte mucho.
Es un proceso muy interesante y también una construcción muy bella de atmósferas, es una música inmersiva, que tiene esa cualidad de llevarnos a universos internos. Quería cerrar hablando sobre la construcción de estos paisajes sonoros en los que nos envuelven.
Ángel: En este caso cabe mencionar que, aparte de todo lo que dijo Chucho que a mí se me hace muy interesante también el desvestir a las canciones de cuestiones armónicas y dejar la voz flotando en una cuestión más abstracta nos encanta. Nos encanta porque la voz misma te va dictando la armonía. Es importante resaltar que para lograr esto hay un personaje muy importante que nos hizo redondear todas estas ideas, el señor Damian Taylor, nuestro mixer, quien es una persona muy profesional y muy talentosa, que entiende muy bien la música electrónica. Entonces creo que caímos en muy buenas manos para llevar a cabo todas estas ideas que menciona Chucho en el disco, para que realmente puedas tener un viaje. Te pones los audífonos y pasan cosas muy interesantes.
Jesús: El círculo se cierra con las letras. Entonces ese es un punto muy importante de mencionar que Ángel y yo estamos encargados de definir la música, los arreglos y los sonidos. Un amigo también de los 16 años, con quien hacíamos canciones también, se integra al proyecto, Bernardo Palau. Es un artista completo en todos los sentidos. Llegó a cerrar este círculo.
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