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Lucas Hill, de la montaƱa renacido

  • Foto del escritor: Ignacio Mayorga Alzate
    Ignacio Mayorga Alzate
  • 18 mar 2024
  • 10 Min. de lectura

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Hay una habilidad aguda que sólo poseen las personas que estÔn dispuestas a sufrir el vértigo de la existencia. A veces el dolor, la frustración o el miedo inhabilitan, entumen el cuerpo y sus procesos. Nos cierran la caja en la que guardamos la voz. A veces, sin embargo, los hombres encuentran la fuerza para buscar mÔs allÔ de estas sombras un Ôpice de luz que permita que toda la existencia valga la pena. Como quien se sumerge en la cueva oscura y arranca con sus uñas de las piedras sus diamantes. Como los ancestros que bajaban al río, batea en mano, para encontrar pepitas de oro en medio del fango y el cadÔver del mangle. Así, Lorenzo MÔrquez, Lucas Hill, ha logrado conectar con una sensibilidad que nace del trueno en el nervio, del vacío en el centro del estómago, de la lÔgrima que brilla en el ojo del guerrero y en la que podemos reconocernos todos. Porque hacer canciones es un acto de fe. Y una artesanía necesaria a la que no podemos ponerle un precio. 


Con dos Ôlbumes bajo sus delgados brazos, que saben hacer la posición del guerrero del yoga, tocar canciones y abrazar, Lucas Hill es uno de los representantes de la cantautoría de la próxima edición del Festival Estéreo Picnic. Aunque bogotano, el músico parece haber nacido en el monte, bajo una neblina espesa en la que, perdido, podía escuchar la canción inmemorial de las aves. Y es precisamente esta sensibilidad natural la que amarra sus canciones con el paisaje pues, independientemente de arreglos, programaciones o vientos, sus poemas se anudan a los días como líquenes al musgo y, a pesar de haber dejado atrÔs bonitas mañanas y enfrentarnos a jornadas heladas en la piel y el corazón, nos sobrecoge la honestidad sencilla y valiente que nace de la herida. Que renace para convertirse en jilguero y se pierde en la espesura del bosque. Para ser, de nuevo, sólo canto. 




El jazz, primer amor


A pesar de venir de un hogar en el que nadie interpretaba un instrumento, a MĆ”rquez se le despertó una curiosidad musical desde temprana edad. Sus padres coleccionaban mĆŗsica de los aƱos setenta, de Paul Simon a Pink Floyd, por lo que estuvo rodeado de canciones conforme se iba convirtiendo en hombre. Adicionalmente, su abuela habĆ­a conocido a AgustĆ­n Lara y hasta el propio Pedro Vargas habĆ­a estado en su casa. AsĆ­ es que a esta colección de canciones, se sumó un amor y anhelo por el bolero mexicano. Luego se presentó el encuentro, el que llevarĆ­a al joven a encontrar su vocación sobre las claves de una guitarra. ā€œComo hay pelados que se vuelven punkeros y metaleros, yo me volvĆ­ jazzista. EncontrĆ© una tribu urbana solo en mi cuarto, estudiando jazz. Esa fue mi identidad mientras crecĆ­aā€, recuerda el mĆŗsico.


ā€œMe puse a estudiar jazz como loco desde los 15ā€, aƱade. ā€œQuerĆ­a irme a Nueva York a hacer jazz. Ese era mi plan. Me leĆ­a las biografĆ­as de todos esos locos de jazz, estaba estudiando esa mĆŗsica todo el dĆ­aā€. MĆ”rquez ingresó a la Universidad Javeriana, en BogotĆ”, para estudiar guitarra con Ć©nfasis jazz. Sin embargo, la facultad no cumplió con sus expectativas, por lo que frenó sus estudios y se tomó un aƱo, hasta que fue admitido con una beca parcial al New England Conservatory, una meca del jazz a nivel mundial en la que su voluntad fue puesta a prueba, llevĆ”ndolo hasta un lugar minucioso del que la angustia o el miedo eran visitantes habituales en sus noches de insomnio.Ā 

ā€œAl llegar allĆ” la pasĆ© muy bien y muy mal. Muy mal porque el nivel era demasiado alto y demasiado competitivo y yo era mĆ”s pelado entonces eso me costó mucho trabajo, me sentĆ­a muy mal mĆŗsicoā€, reconoce el compositor. AsĆ­ llegó el primer deshielo: ā€œDure allĆ” 4 aƱos y, cuando me graduĆ©, me di cuenta de que no tenĆ­a energĆ­a, ni ganas, para lograr hacer realidad ese sueƱo de irme para Nueva York a ser jazzista. Se me corrió un poco la teja de ese sueƱo y me volvĆ­ a Colombiaā€. Frustrado y de regreso, Lorenzo MĆ”rquez peleó con su guitarra y ella, digna, correspondió con la ley del hielo, guardando silencio durante aƱos.Ā 


Ejercicios espirituales


Desencantado y fatigado a nivel tĆ©cnico y artĆ­stico, MĆ”rquez pensó que lo mejor serĆ­a recorrer otro camino. Ya sentĆ­a una fascinación por el yoga y el budismo, por lo que pensó en que tal vez podrĆ­a ser un monje. Fue un momento extraƱo, pues se dedicaba a dar clases de guitarra en un colegio y a dar clases de yoga. Pero, como la vida es una sucesión de encuentros a los que podemos prestarles o no atención para leer sus códigos, el mĆŗsico se encontró con una pareja y, junto con ella, reencontró la voluntad para volver a acariciar el nylon y el latón de una guitarra. ā€œElla tenĆ­a una guitarra y volvĆ­ a tocar un poquito. AhĆ­ encontrĆ© la posibilidad de hacer canciones, que era algo que nunca habĆ­a explorado en mi posibilidad musicalā€.Ā 


El ejercicio desentumeció los mĆŗsculos de MĆ”rquez, pero planteaba muchas posibilidades que no se habĆ­a proyectado cuando empezó a trabajar en su formación musical. ā€œMe pareció una chimba, pero estaba tan contaminado con estas vainas del jazz, de Boston, etcĆ©tera, que me preguntĆ© quĆ© pasaba si hacĆ­a unas canciones, las montaba en Soundcloud con un nombre que no era el mĆ­o y las dejaba allĆ­ā€, comenta. Las canciones y demos fueron encontrando un lugar en el ciberespacio con el tiempo y, de manera nada fortuita, el mĆŗsico se encontró con su alias artĆ­stico en sueƱos. ā€œA mĆ­ a veces me pasa que tengo, cada dos lunas llenas o algo asĆ­, una noche de desvelo en la que estoy medio entre el sueƱo y el no sueƱo, pero siento que le baja a uno un montón de información. En una de esas me llegó este nombre de Lucas Hill. Algo me decĆ­a que ese tenĆ­a que ser mi aliasā€.


Lucas Hill, entonces, nació como un desdoblamiento de la personalidad artĆ­stica de Lorenzo MĆ”rquez, una suerte de nueva piel de musgo y piedra que podĆ­a habitar con la tranquilidad necesaria para arriesgarse y probar cosas nuevas. ā€œDefinitivamente creo que para mĆ­ eso es lo importante y es algo que tambiĆ©n, Lucas Hil, como entidad, me deja habitar mucho esa miradaā€, explica. ā€œLorenzo compone muchas cosas que pueden hablar de muchas cosas pero, al habitar Lucas Hill, esa es la voz que sale. Esa tĆ”ctica de usar un nombre distinto, un heterónimo, la copiĆ© de Fernando Pessoa que tenĆ­a muchĆ­simos. Me pareció una gran herramienta creativa: habitar una piel que no tiene que ser distinta, pero sĆ­ que tiene una personalidad para crear. Lucas Hill siempre me presta esa miradaā€, aƱade.Ā 


La montaƱa y el nacimiento de Lucas Hill


Conforme iba avanzando en su ejercicio creativo, después de haber subido algunas canciones a la nube y ser confundido con un afro de Boston, Lucas Hill tenía un puñado extenso de canciones que cristalizarían en su primer Ôlbum de estudio, al que tituló, también, Lucas Hill. Entonces el músico vivía en la montaña con su pareja y las cosas habían empezado a desgastarse. El tiempo en las relaciones es una variable que puede jugar a favor o en contra: o bien fortalece los lazos entre dos cuerpos que se buscan, o termina por dividirlos de su abrazo, separÔndolos. El primer disco del bogotano nace de ese lugar desierto y mustio, pero fértil siempre, del desamor. 


ā€œEse disco fue muy interesante porque lo escribĆ­ tratando de salvar una relación amorosa. Todo se estaba yendo a la mierda, pero iba a hacer todo lo posible. Fue sĆŗper doloroso ese momento de mi vida, fue sĆŗper doloroso, pero a la vez muy belloā€, reflexiona el mĆŗsico, quien presentó el Ć”lbum en el primer aƱo de pandemia, tras haber empezado a construir un nombre como solista que lo habĆ­a llevado, en 2019, al Festival Hermoso Ruido. ā€œEra algo asĆ­ como ver un barco que se va a estrellar, pero que es muy bonito cuando se estrella. Uno estĆ” muy presente cuando hay algo que es imposible de evitar, entonces esos Ćŗltimos momentos valen mucho. Esto me vuelve mierda, pero ahĆ­ estoy. Fue muy profĆ©tico. Lo acababa de escribir y, grabĆ”ndolo, grabando ā€˜Ceguera’ y ā€˜Sin nadie’, que salieron un poquito antes que los otros sencillos, ya empezaron a haber muchos problemasā€. El disco salió cuando la relación habĆ­a llegado al final de su vuelo, pero las canciones que sobrevivieron al incendio se erigen desde una belleza calma y contemplativa, un lugar de mucho dolor, pero tambiĆ©n de gratitud y encuentro.Ā 


ā€œFue muy fue muy terapĆ©utico para mĆ­ escribir esa mĆŗsica y sacarla, una forma de procesar un periodo bien fuerteā€, recuerda MĆ”rquez. ā€œRealmente veo ese disco con mucho cariƱo. Obviamente cariƱo por la persona, que todo estĆ” bien, y segundo cariƱo por lo valiente que uno es tambiĆ©n. QuĆ© chimba que tramitar eso haya sido hacer un disco en vez de irse a la mierda en muchos otros sentidosā€, aƱade sobre la retórica del escapismo que habitamos cuando no tenemos la valentĆ­a de enfrentar el destierro desde el arte. ā€œEn este momento miro eso y no puedo creer que tuve la valentĆ­a de escribir y publicar canciones en ese momento, mientras me sucedĆ­a eso en tiempo real. No sĆ© si es algo que pudiera volver a hacer ya teniendo un poquito menos de ingenuidadā€, reflexiona.





El Ć”lbum nació en la montaƱa y se terminó en Ɓrbol Naranja, en el espacio mĆ”s urbano de BogotĆ”, de la mano de Pedro Rovetto y Pipe Bravo, de Superlitio. TambiĆ©n se sumó en ā€œSin nadieā€ Santiago Prieto, guitarrista de Monsieur PerinĆ©. Jugando con texturas electrónicas, el Ć”lbum es igual un monumento a la montaƱa y al silencio, a la bruma y las maƱanas en las que el sol muestra su rostro de fuego entre las nubes de agua y viento. ā€œYo estaba acostumbrado a que hacer mĆŗsica era hacer partituras y juntar a una orquesta. Montar un combo de jazz e improvisar en Matik. Era todo muy distinto porque los mĆŗsicos tenĆ­an unas habilidades muy distintas y las mĆ”quinas hacĆ­an que todo fuera un proceso demasiado diferente. Bueno, yo no tenĆ­a ni Logic cuando hice ese disco. GrabĆ© esa vaina en Garage Band y luego era como enterarme de un montón de cosas y posibilidades de la mĆŗsica que fue del putas, muy interesanteā€.Ā 


RenacidoĀ y nuevos encuentros


El segundo Ć”lbum de Lucas Hill estrenó el aƱo pasado, de la mano del sello Polen Records, regentado desde MedellĆ­n por Felipe Ɓlvarez. El catĆ”logo de esta disquera recoge lanzamientos mĆ”s cercanos al sonido de la electrónica selvĆ”tica que, antes de convertirse en una forma manida de entretenimiento, encontró la posibilidad de su primera configuración a partir de la visión de Ɓlvarez. MitĆŗ, Bomba EstĆ©reo, Mucho IndioĀ (QEPD) o El LeopardoĀ y Pernett son algunos de los artistas que han presentado su mĆŗsica a travĆ©s de la impronta. Por eso, cuando MĆ”rquez recibió una llamada de CĆ©sar Gómez, quien entonces trabajaba con Ɓlvarez, para una sincronización, se sintió sorprendido. ā€œA Felipe le gustó mucho y me llamó: ā€˜Bacano lo que estĆ” haciendo, Āæpor quĆ© no trabajamos juntos?’. Nos fuimos conociendo y cayendo muy bien, nos entendimos sĆŗperā€.




El mĆŗsico viajó a MedellĆ­n para grabar Renacido, lo que le permitió al mĆŗsico compartir con un productor que tiene una manera muy particular de hacer las cosas. ā€œĆ‰l es un productor, que yo respeto y admiro un montón. Entonces, fue una oportunidad muy especial. Creo que tambiĆ©n para Ć©l fue un riesgo porque la lĆ­nea de Polen es como electrónica alternativa, es un latino alternativo, entonces por ese lado quizĆ”s tambiĆ©n hubo un deseo de Pipe tambiĆ©n de expandir y explorarā€, reflexiona el mĆŗsico. ā€œHay algo que me ha encantado de trabajar como cantautor que es la figura de los productores. Como compositor o arreglista o haciendo mĆŗsica para cine, lo que sea, tĆŗ trabajas muy solo y eres muy completo, se espera que tengas todas las habilidades tĆŗ. Y en esto es invaluable tener esa visión externa que, ademĆ”s, tiene un productor. Es responsable por mucho de la mĆŗsica y creo que no nos damos cuenta de cuĆ”nto implica eso. Porque es como que a Pipe le entregó unos demos de una guitarra y mi voz. Eso es todo. Desde ahĆ­ construimos juntosā€.


Ɓlvarez no tiene el bagaje acadĆ©mico del que, de alguna manera, es heredera la mĆŗsica de Lucas Hill. Empero, con los aƱos ha desarrollado una sensibilidad estĆ©tica que no entiende tanto de partituras como de la posibilidad de pintar un paisaje, de construir una atmósfera determinada, desde el sonido.Ā  ā€œFelipe tiene una vaina muy particular, que es una chimba, y es que, como no es un mĆŗsico formado, no te habla de acordes, sino que me parece que es un ser con una percepción demasiado exacerbada. Su trabajo es sentarse a oĆ­r, no es tanto como botar cosas, imponer cosas, proponer. Realmente son unos oĆ­dos benditos, porque puede oĆ­r y decir ā€œEsto no se siente bien. No sĆ© cómo se sentirĆ­a mejor, pero asĆ­ no se siente bien. Necesitamos que esta guitarra suene mĆ”s como a una quebradaā€. Con estas crĆ­pticas instrucciones, mĆŗsico y productor enfilaban a la quebrada, a la montaƱa, a donde fuera que estuviera el color del sonido que andaban buscando. ā€œY, mientras tanto, el baterista se quedaba en el estudio sin saber quĆ© tocarā€, dice riendo el mĆŗsico.Ā 


Aves, valles y montaƱas


La música de Lucas Hill parece un ejercicio de meditación zen. En vez de cortar la flor para contemplarla, el músico se convierte en ella para mirar el mundo desde su frÔgil solemnidad. Así las cosas, no es extraño que en la simbología del músico las aves aparezcan seguido. Del colibrí de su primer Ôlbum, vestido de primarios en neón, a la pequeña mirla que se convierte en el pulgar de una mano extendida, la sensibilidad de MÔrquez vibra con estas figuras con las que ha estado en comunión desde su infancia, cuando pasaba vacaciones enteras en Tolima y BoyacÔ.


ā€œEl pĆ”jaro es muy importante. De conexiones asĆ­ importantes, siento algo muy fuerte con las lechuzas. Veo muchas lechuzas por todos ladosā€, comenta sobre esta conexión el bogotano. ā€œMe parece muy bella la imagen del pĆ”jaro por su perspectiva. Cuando me imagino las canciones, las imagino desde esa perspectiva cenital. Un poco mĆ”s amplias. Al pensar en la montaƱa, no me imagino en subir la montaƱa desde los ojos de uno, que es un esfuerzo, sino me imagino como en la montaƱa vista desde arriba. Con la libertad del aveā€, concluye sobre otro de sus desdoblamientos poĆ©ticos. Cuando escribe, tambiĆ©n, Lucas Hill imagina un valle. Siempre que quiere llegar a un lugar de sosiego y calma, encuentra el paz en la imagen de un amplio prado que se extiende y baila la invisible mĆŗsica del mundo, conforme la tierra grita sus verdades desde un silencio ancestral.Ā 


A lo largo de su trayectoria solista, Lucas Hill nos ha ofrendado un puñado de canciones que nacen de la tierra. Como un tubérculo que da vida y calor, el músico limpia de ellas el exceso de barro y las convierte en gemas de extraña belleza que parecen susurrarnos que hay mÔs en el mundo para ver, que hay nuevas formas de aprender a amar. De aprender a soltar. La música de Lucas Hill se ha convertido en un bÔlsamo para los corazones heridos, para aquellos que agradecen la herida porque recuerda el contacto, que saben que duele porque allí hubo un sentido. Lucas Hill es una voz calma en medio del naufragio, un Ôvido incendio que lame las paredes de los muros en donde hubo un hogar para devolverlas a la liana y el follaje. Porque todo verdor prevalecerÔ. Mientras nosotros caminamos bajo la montaña para encontrarnos o perdernos. Es un único viaje. Procuremos disfrutarlo.




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