Desde 2019 Vera Pedro viene haciendo ruido en el panorama musical mexicano independiente. Es un decir pues, en vez de el estruendo y la explosión, el joven solista de la capital azteca se siente más inclinado por melodías cálidas, alegres y cristalinas que cristalizaron hacia finales del año pasado en un álbum delicado y entrañable llamado Volver a. Producido por Adán Jodorowsky (Daniela Spalla, Bandalos chinos, Natalia Lafourcade o León Larregui), este lanzamiento de ocho canciones es el primer larga duración de un artista vital y vitalista que como ex vocalista de Passeig lleva ya un recorrido extenso en la cultura independiente.
Vera Pedro es elocuente y sabe muy bien qué busca en cada una de las canciones que, aunque parezca una obviedad no es el caso en el panorama contemporáneo de la industria: crear historias que se queden con nosotros, que funcionen más allá de la tendencia, que se convierta en parte de nuestro catálogo de nostalgias, en instantánea del álbum del anhelo y las ensoñaciones. Volver a es un disco producido con elegancia y ternura, que parte de la anécdota para interpelar al escucha al comprender cómo la particularidad de cada dolor lleva la misma sombra que puede proyectarse sobre cada uno de nosotros. Por ello, la primera persona desde la que se enuncia su singularidad se conjuga en plural pues, al abrir su corazón y compartir con nosotros la calidez de sus reflexiones, nos está mirando a los ojos como espejo. Hablamos con el cantautor sobre la fuerza magnética que guío la brújula sobre el mapa, sobre los músicos que se sumaron a esta aventura y a la canción como un campo de juego para recordar cuando fuimos más felices y puros.
Comencemos hablando de Volver a y los tiempos del disco. Ya va pasando un poco el tiempo, pero siguen saliendo estos discos que se dieron un poco en ese momento introspectivo que fue la pandemia. Siento que es un disco que tiene una pregunta transversal sobre el quiénes somos. Quería saber cómo había nacido el disco.
El concepto a grandes rasgos es ese: volver a nuestra versión más básica, más auténtica, recuperar nuestra inocencia, cuestionarnos sobre la pérdida de identidad. El disco se compuso en distintas etapas, que fueron capturando diferentes sentimientos, diferentes vivencias. La primera canción que compuse fue “Háblame de ti”, que fue la primera que grabé con Adán sin saber que íbamos a hacer un disco completo. Luego se fueron dando las cosas, fue componiendo más canciones que fueron capturando otros sentimientos: amor, desamor, anécdotas personales, críticas, visiones del mundo, un poco lo que estaba pasando por mi cabeza en esos meses. Creo que la pandemia fue un momento crucial para la composición y desarrollo de disco por el espacio que permitió un poco, esa pausa que permitió esa introspección más allá de lo que acostumbrábamos y esa vida un poco caótica y frenética prepandémica.
Entonces fueron varios factores que se fueron juntando. Con Adán fuimos grabando el disco en distintas etapas. Nos juntamos cuatro veces distintas con meses de separación y en cada una de estas etapas le iba mandando cinco o seis demos, Adán escogía dos, los grabábamos. Fue un proceso iterativo de filtrar demos, de ir seleccionando qué track y qué ambiente quedaba mejor con el disco y, al final, todos estos pilares acaban dando salida a Volver a, el disco completo. Siempre pensé el álbum como un todo, una obra que englobara un universo, que hablara de una misma narrativa y a un mismo concepto. Creo que logramos una obra consolidada.
En medio de eso, sin embargo, salió todo el tema de Toda mi piel, un EP desde los estudios Codependiente y que tiene un trabajo con distintas voces. ¿Cómo encaja eso en los procesos de Singles 2019-2021, empezar a trabajar en el disco de Volver a y estos sencillos medio sueltos que fueron apareciendo?
Estuve lanzando varios sencillos que luego englobé en una recopilación. Toda mi piel fue más un experimento de juntar músicos y artistas amigos, siendo el concepto el de grabar canciones completas en vivo, desde el estudio. Era algo que no había experimentado y que siento que guarda cierta naturalidad que no tienen otros estilos de composición. Pero después de eso estuve trabajando justo en este último disco, que creo que es distinto al material que antes había presentado y que creo que consolida un poco mejor el tono, la personalidad y el concepto de Vera Pedro en general.
Siento que, tanto en la enunciación de este EP como en el título de Volver a y el concepto transversal del disco, hay una pregunta sobre la identidad. No solo la del cuerpo, que es ya la piel, sino precisamente volver a mí y a ese recogimiento. En ese sentido, siento que hay una voz muy auténtica, muy propia, que se siente desde la producción: la voz en el centro de la mezcla, que no sofoca, sino que existe esa voz verdadera que habla. ¿Fue una decisión consciente?
Creo que todas esas decisiones se toman desde un punto de vista de la congruencia. Como bien dices, el expresar todos estos temas introspectivos, íntimos, y el uso de una voz cálida y cercana que estás escuchando aquí en frente son decisiones que sí se tomaron de manera consciente y en conjunto con Adán para darle expresión a todo esto que queríamos mostrar, para darle también una personalidad única al disco.
Precisamente por eso siento que hay un minimalismo en los arreglos: cada decisión tiene un sentido estético y siento que es un disco muy alegre. Independientemente de las preguntas y confrontaciones que puede interpelar al escucha, tiene una alegría muy bonita en los arreglos, en los detalles. Es muy lúdico. Es un disco muy reconfortante, que nace de un momento de aislamiento, pero es cálido y cercano.
Justo lo has descrito de una muy buena manera. Es algo que muchas veces he pensado, pero la idea era crear un espacio de reflexión, un espacio de crítica, un espacio de conversación muy íntima y personal. Y esto se combina con elementos de un aire de ligereza. Al final estás diciendo, ‘okey, sí hay estas dudas. Sí hay injusticia y problemas. Sí tenemos derecho a preguntarnos’, pero al final creo que el aire general de la vida es alegre y es a favor de encontrar ese espacio de armonía y estabilidad.
Es un disco muy vitalista, es como que cada canción es un descubrimiento de la vida. Hay esa sorpresa infantil, no ingenua, sino un espíritu de aventura de encontrarse con el mundo. Es algo muy bello que nos toca a quienes escuchamos el disco.
Muchas gracias y sí: es un sentimiento que Pedro Vera como persona trata de mantener. Creo que es muy bello en la vida tratar de mantener siempre la capacidad de sorprendernos. Tendemos luego a acostumbrarnos a la vida y a acostumbrarnos a la rutina y cegarnos de alguna manera a lo que nos rodea. Hay algo que yo admiro mucho en personas mayores y que reconozco es el poder cuidar, el poder apapachar, poder mantener esa esencia y esa capacidad de impresión y de sorpresa. Creo que el poder hacerlo nos deja en un plano de mucha armonía con la vida, independientemente de la etapa en la que te encuentres. Me gusta que eso se haya recalcado en el disco y que mantenga esa sensación.
Otro punto que es importante destacar es que todos los elementos como muy coloridos, muy joviales, infantiles sin ser ingenuos en el disco –me refiero a temas de instrumentación y producción−, todos esos teclados de niños, flautas y juguetes que usamos también transportan un poco a la infancia. Probablemente es lo que escuchábamos en ese entonces. Y esto hace referencia a la idea de que al ser niños creo que nos encontramos en la forma más pura de nuestro ser. Somos quienes somos, no tenemos que ocultar nuestra esencia por aceptación, por miedo. Luego vamos creciendo y vamos perdiendo esos elementos que nos conforman por una u otras razón. Por eso el uso de esos elementos.
Hay una cualidad atemporal en el disco. “Nada que olvidar” es una canción que me remite a los Beatles, por ejemplo. Hay un juego muy particular de influencias que le da un carácter eterno a los cortes.
Es un tema de atemporalidad, por llamarlo de alguna manera. Es algo que tengo presente y algo que busco. Hablando de las influencias están los Beatles, Stevie Wonder o cosas de Van Morrison y del folk, algo de bossa a la manera de Caetano Veloso, algo de rock argentino. Es un viaje interesante por distintas influencias. Se trata de buscar la atemporalidad en la música, buscar un sonido que se haya podido escuchar hace cincuenta años o que se pueda escuchar dentro de cincuenta años, que no aburra, que sean canciones que te hagan sentir algo. Creo que esa es una cualidad de la música que a veces se pierde hoy en día. Buscamos entretener muy rápido, llevar un sentimiento al clímax o prender una fiesta, pero la música antes nos hacía sentir mucho. No lo digo desde la nostalgia, sino más por una búsqueda de canciones que se entiendan independientemente de la época y de las modas.
Es también devolverle un poco la dignidad, como decía Café Tacvba, al objeto antes llamado disco. Es poder entender que no es una música de fondo, que exige una atención consciente.
Estoy totalmente de acuerdo. Punto número uno, el concepto de hacer un disco que no sea una canción sino un todo y que comunique algo como un conjunto de canciones se ha perdido. Lo que busco es un punto intermedio en el que lanzo sencillos, porque las plataformas lo demandan y si no el algoritmo no te va a ayudar, pero que sean canciones que sí las puedas englobar en este álbum. Puedes guardar también unas para el momento del lanzamiento, para obligar un poco a la gente para que escuche el disco completo, que fue lo que hicimos en este caso. Es básicamente lo que dices: cuidar que sea música que demande atención. Y probablemente eso también te limita a pocos oyentes frente al universo total. Porque la oda no es esa, pero da gusto escuchar que sí hay un segmento del público que siga apreciando el sentarse y tomarse un espacio para analizarlo y disfrutarlo, que esta música pueda vivir en pocas personas mucho tiempo y muy profundo dentro suyo.
Encontraste con los colaboradores un equipo muy robusto. Se nota un diálogo bilateral entre Adán, Caloncho o Roberto Verastegui de Paté de Fuá.
Hay una parte del equipo que ya era gente que trabajaba con Adán, pero luego acabé sumando otra parte del universo que es desde la persona que hizo la portada, los artes de los sencillos, las personas con los que trabajo con los videos, los músicos que elegimos. Una amiga, Andrea Acosta, que tiene una voz increíble, hizo también unos coros. Creo que las personas que participaron entendieron bien qué se quería hacer y todo eso hace que el proceso fluya y todo sea congruente entre sí.
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