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  • Por Ignacio Mayorga Alzate

Entrevista: iLe, conectada con la raíz y su "Almadura"

Actualizado: 31 ago 2022


En la tradición yoruba, transpolada al rito santero en América Latina, "Ile" significa casa, tierra o suelo. Generalmente se utiliza el término con un complemento "Ilé ife" (casa grande, nombre de la tierra en el que nació la primera comunidad humana), "Ilé Osha" (casa de culto) u "Ilé Yansa" (cementerio, hogar del orisha Yansa). Señalo esto porque me gustan las correspondencias, los juegos de palabras, la simbología y, sobre todo, los tambores, el instrumento de los primeros hombres que más ligado está con la tierra y los primeros recorridos de las razas por el camino de la música. Señalo esto porque no deja de causarme curiosidad que este acortación del nombre Ileana se haya convertido en el alias creativo de una de las voces más potentes que hoy tiene la música del Caribe y porque, mientras conectaban la llamada de Bogotá a Puerto Rico, no sabía si era una pregunta impertinente para hacerle a una artista tan potente como Ileana Cabra, quien hace un par de semanas presentó su segundo álbum de estudio, Almadura, sucesor del ganador del Grammy Ilevitable, con el que la boricua se hizo un nombre propio en el mercado de la música latinoamericana. Señalo esto porque pensar la música de iLe y no tener en cuenta el contexto familiar, de hogar y casa, del que nace no tiene mucho sentido. Así mismo, y aunque estemos entrando ya al terreno de la especulación, no deja de resonar el arraigo con su historia, con su "suelo", que tiene la cantautora en su propuesta estética.

A iLe la conocimos cuando, apenas después de consagrar su feminidad con el rito de paso de las quinceañeras, se unió al proyecto de sus hermanos René Pérez y Eduardo Cabra, Calle 13, como PG-13. Eran los tiempos de "La Aguaquetona" y de la explosión de los sonidos urbanos en el mainstream e iLe, aún desarrollándose como individua, se vio expuesta a una atención mediática que llevó su poderosa voz a todas las emisoras del globo con éxitos tan significativos como "Latinoamérica", "Qué lloren" o "Fiesta de locos". En 2016, Ileana Cabra, hija de la Isla del encanto saltó al ruedo con su primera placa discográfica, Ilevitable, un esfuerzo revolucionario que lograba concatenar la fiereza de su voz con la cadencia del bolero latinoamericano para reflexionar sobre asuntos pertinentes a nuestra educación sentimental, al maltrato emocional y a su propia sexualidad y al lugar de su cuerpo como lugar de sentido. Es un álbum alucinante que le mereció al año siguiente un Grammy en la categoría “Mejor Álbum Latino de Rock, Urbano o Alternativo”, enfrentándose a Illya Kuryaki and the Valderramas, La Santa Cecilia, Los Rakas y Carla Morrison. Ya Calle 13 había coronado esta categoría en 2010 (Los de atrás vienen conmigo) y en 2015 (Multi Viral), pero esta vez el triunfo llegaba aún más satisfactorio después de haberse arriesgado a narrar desde su propia sensibilidad, desde sus inquietudes y sus afectos.

Ahora, después de tres años, la artista puertorriqueña regresa con Almadura, un álbum que antes que replicar la misma fórmula exitosa de su debut, se adentra en territorio ignoto para la cantante y se le mide a redescubrir la riquísima tradición del tambor africano en los acentos de nuestro continente. El resultado es un esfuerzo discográfico estremecedor que mira de frente a la cultura (patriarcal y hegemónica, por qué no) y rabiosa repara en las heridas de su contexto para esgrimirse como una portavoz de una nueva sensibilidad. Desde su residencia en Puerto Rico la cantante nos concedió unos minutos de su tiempo para explorar el tema de la feminidad en el Caribe, la mala educación en asuntos de género en nuestro continente y su amor por los ritmos de los ancestros. Se quedan en el tintero preguntas para un próximo encuentro, ojalá en nuestra geografía en un próximo concierto. Por ahora, compartimos con ustedes estas palabras que nos llenan de aliento.

No quisiera ahondar mucho en este, pero lo cierto es que Calle 13 fue una primera escuela que duró 10 años. De la “Aguaquetona” a cantar en vivo con Jorge Drexler, Kevin Johansen y participar en el álbum de Gustavo Cordera. Incluso con la banda grabaron con Susana Baca y Totó la Momposina. ¿Cuál es el principal aprendizaje de este primer recorrido musical junto a tus hermanos?

Definitivamente junto con mis hermanos aprendí muchísimas cosas. De mi familia entera aprendo mucho pero, gracias a la iniciativa de ellos de invitarme a cantar en aquel momento en el que yo no sabía cuánto podía comunicar cantando, eso me ayudó a descubrir otras cosas de mí misma que no sabía que tenía. La verdad valoro mucho eso. Creo que parte de eso me movió a hacer lo que estoy haciendo ahora y todavía con la familia seguimos pendientes el uno del otro siempre, ayudándonos siempre y orgullosos siempre de lo que cada uno está haciendo.

Siento que hay sí una suerte de rito de iniciación de PG-13 a iLe, de niña a mujer, de algún modo. A tres años de tu debut Ilevitable, ¿cómo ha sido la experiencia de ser mujer solista y narrarte como cantautora latina antes que estar de alguna manera a los deseos de un grupo?

La verdad me asusté mucho antes de lanzarme y, una vez lo hice, me lo estoy disfrutando un montón. Hay que dedicarle mucho tiempo, mucha energía y es un mundo muy incierto, pero resulta al mismo tiempo gratificante darse uno la oportunidad de compartir su sentir, sus inquietudes sobre cómo uno percibe la vida, sobre cómo uno percibe lo que pasa en nuestra sociedad y compartirlo a través de música y canciones que uno espera también sirvan de compañía a la gente que las escucha. Este es un proceso interno y externo a la vez que disfruto mucho. Aprendo en cada instante, en cada momento de cada disco que he trabajado hasta ahora. Estoy en un momento de transición en este momento y así seguiré seguramente a través de los años.

Ilevitable, a pesar de la complejidad de esta categoría, es un disco muy femenino. Hay una preocupación de narrar desde la experiencia de la mujer en un territorio como el nuestro pero también de enunciarla desde su propia sensibilidad y su propio erotismo. A la luz del momento cultural en el que estamos viviendo es un álbum que continúa siendo absolutamente pertinente a la luz de problemas como la violencia emocional, ¿cómo sientes el disco en ese respecto?

Ese primer disco estaba en otro momento en el que me afectaban otras cosas. Es un álbum en el que no hablo sólo yo sino que habla mi abuela, mi hermana, amigos de la familia que quiero mucho. Son perspectivas distintas de distintas generaciones. Yo creo que es importante también que reconozcamos nuestras vulnerabilidades, es algo de lo que trata mucho este primer disco, y es algo que nos ayuda a crecer. Hay situaciones que parecen ser sutiles o que uno tiende mucho a minimizar, pero siguen siendo situaciones violentas y agresivas y el hecho de que se vean un poco más pequeñas que otras no quiere decir que le quite lo violento que ya tiene. En este disco me enfoqué más en el maltrato emocional que se invisibiliza mucho en nuestra sociedad, pero está ahí muy presente. Por eso es importante detectarlo desde el principio y hablar sobre eso también. Con amistades, con gente que uno quiere, es importante comunicar ese tipo de violencia. Hay mucha ignorancia social y la condescendencia viene desde ahí: no todo el mundo tiene una intención clara de atacar, pero mucha gente ataca sin saber que está atacando, porque estamos maleducados socialmente. Por eso creo que es importante dejar saber la incomodidad o lo mal que puede estar equis comentario o equis acción que uno pueda siempre percibir, hablar claro y llevar el mensaje porque si guardamos silencio presentamos otro mensaje como si estuviéramos permitiendo este tipo de abuso, este tipo de maltrato. Y no es que solo les pase a las mujeres, hay hombres y mujeres que son parte de esto. Y esto se traduce a muchísimos otros temas como el movimiento LGBTIQ y el racismo que todavía estamos viviendo hoy día. Al final se lleva todo esto. Ya este de Almadura es sacar toda esa fuerza adquirida con el reconocimiento de nuestras vulnerabilidades, exteriorizarla un poco y que esa fuerza nos ayude a poder expresar otro tipo de realidades que todavía vivimos en nuestra sociedad.

De acuerdo. Y es que si Ilevitable era un poco la mujer íntima siento que Almadura es ya la mujer política, la mujer en contexto. Hay un tema muy fuerte con la identidad de Puerto Rico, con una reflexión sobre la masacre del Cerro Maravilla en 1978, ¿cómo se da la transición en la sensibilidad poética de este nuevo disco, de salir del cuarto propio o pensar las políticas estatales, la identidad patriótica y el encubrimiento histórico pero también pensar el racismo y el sexismo en la calle?

A ello me llevó, simplemente, estar conectada con el momento en el que me estamos ahora. Seguimos viviendo unas cosas que pensaría que para este tiempo no deberían existir, pero todavía están ahí y me afectan obviamente. Creo que ahora mismo hay muchas distracciones que facilitan poder ignorar más fácil, pero es importante que le demos énfasis a estas cosas que todavía seguimos sufriendo día a día. En términos de la composición, absorbo todo eso y me afecta también y necesito expresarme, necesito liberar un poco lo que siento acumulado y la música es mi mejor herramienta para eso, para sacar todo lo que llevo adentro y entender un poco mejor qué es lo que estoy sintiendo. De ahí, poco a poco, se va formando una canción que expresa más claro lo que quiero decir y lo que quiero comunicar.

En ese sentido, es un álbum más combativo. Hablemos un poco de “Odio” y la masacre del Cerro Maravilla, sencillo que presentaste el año pasado junto con la conmemoración de cuarenta años de este encubrimiento gubernamental, ¿de dónde nace la decisión de que ese sea la canción con la que vas a presentar el disco?

Es el tema más denso del disco. El tema del odio es algo que está ahí y que se mete por dentro de nosotros y nos hace reaccionar con decisiones que quizás no son las mejores para reconstruir un mejor mundo, sino todo lo contrario: nos destruye, nos carcome por dentro y eso era algo que percibo constantemente. Es algo que no sólo está en la esfera política o social sino que está en las redes, es algo que uno siente desde la cosa más sencilla, hay como una necesidad de promover un poco lo negativo y lo destructivo. Incluso casi que se ha convertido en una estrategia publicitaria, poner titulares o decir cosas negativas para captar la atención de la gente. Casi como si nos llamara el odio. Es ahí que nos pone a prueba y, desde esa parte psicológica, es que trabajé la letra de la canción.

A la hora de trabajar el video, que fue dirigido por César Berrios, habíamos pensado en varias ideas porque obviamente es un tema muy extenso que tiene muchísimas ramas, pero quisimos que fuera algo con lo que Puerto Rico se sintiera identificado también porque al ser una isla y al ser una colonia de los Estados Unidos nos sentimos enajenados con muchas situaciones que pasan en el resto del mundo, a veces ignoramos un poco lo que pasa fuera de nosotros y de los Estados Unidos y es parte de la mala educación que tenemos. Sin darnos cuenta fuimos llegando a esta historia. Mientras pensábamos en otras ideas, pensábamos en historia como ejemplo y fue ahí que decidimos que era mejor narrar, recrear este suceso, que mucha gente de generaciones nuevas no conoce y es algo que nunca nos enseñan en la escuela y es algo que algunas personas conocen por sus familias, porque fue uno de los casos más famosos de Puerto Rico, pero en aquella época. Y es algo de lo que no es sólo culpable el gobierno de Puerto Rico sino que el de los Estados Unidos también fue partícipe. Es un caso muy fuerte que no se ha resuelto en su totalidad.

Y ahí hay un tema con todo el asunto de la memoria. Porque también, además de lo político, te ha interesado rescatar en el primer disco la memoria sonora del continente al rescatar el bolero como uno de los géneros principales. Cuéntame, por favor, un poco de eso y de tu relación con tu abuela y el cariño por la “música viejita”.

En mi familia, de verdad, siempre se escuchaba mucha y todo tipo de música. En su mayoría se escuchaba mucha salsa y bolero, a mi abuela le gustaba mucho el bolero y varios tipos de música. Para ella cantar y hacer canciones era lo más importante. Hay muchísimas canciones de mi abuela, aunque en el primer disco solo haya dos. Pero algo que aprendí de ella es la importancia de la emoción en la canción. Creo que a veces es algo que damos por sentado o no necesariamente conectamos profundamente con las canciones a la hora de interpretarlas y eso era algo que mi abuela siempre enfatizaba. Al principio no entendía, pero lo fui interiorizando conforme pasaban los años, conforme fui creciendo me di cuenta cuán valioso era eso en lo que ella estaba tratando de enfatizar. Lo voy entendiendo cada vez más porque si yo voy a comunicar algo que quiero expresarle a la gente tengo que conectar con ese sentimiento, tiene que ser real, honesto. Eso es algo realmente importante que siento que a veces en la música se pierde un poco, pero al mismo tiempo creo que hay otras personas que sí reconocen el valor que tiene la interpretación y comunicar el sentir directo hacia quienes van a escuchar esta música.

Hablando de gente que entiende el poder de la interpretación, están los músicos de la Tokyo Ska Paradise Orchestra. Cuéntame un poco cómo fue que ellos re interpretaran tu canción “Te quiero con bugalú” en clave de ska.

Bueno, eso fue bien loco, bien bonito. Nos conocimos como en 2011 en Barcelona cuando yo estaba con mis hermanos y entonces no nos vimos más hasta el 2016 que coincidimos en Austin, en el SXSW. Yo estaba presentando mi primer disco y ellos también su nuevo material. Coincidimos en el mismo espacio, nos saludamos, ellos se acordaron de mí. Ahí hicimos la conexión y era muy loco porque “Te quiero con bugalú” era un tema que alguna vez habíamos contemplado hacerlo en ska, así hablando como locos. Y cuando ellos nos invitaron a hacer parte del disco que estaban haciendo, que querían trabajar una canción mía, les propusimos ese tema y de verdad que fue perfecto. El arreglo que ellos hicieron es perfecto, me encantó, es muy dinámico. No sólo tiene ska, sino que hay jazz. Ellos son muy talentosos, tienen una trayectoria muy grande así que me sentí bien especial cuando me invitaron a Japón a presentar su disco allá. Yo nunca había ido a Japón, fue una locura. Quiero regresar. Así que de verdad ha sido un tema bien bonito. Hemos presentado la canción también en México y siempre que nos vemos hay una conexión muy especial a pesar del lenguaje: tenemos ya nuestro estilo para comunicarnos, pero nos entendemos muy bien. Les tengo mucho cariño a todos.

Volviendo al tema de Almadura, hay un tema rítmico nuevo que percibo con relación a el Ilevitable y es un tema de percusión africana muy presente. ¿Qué motivó esta decisión musical en contraposición a la cadencia del bolero que estaba en el primer álbum?

Desde el principio la energía que ya estaba empezando a sentir para este disco me pedía algo percutivo. Desde siempre lo quise trabajar con mucha percusión. Me encanta, no solamente el tambor sino que sé que tenemos una variedad rítmica africana que nos une, es como parte de nuestra raíz mundial. Sé que hay muchos elementos que me faltan conocer pero todos los países tienen una raíz africana que nos une. Creo que es algo muy bonito, es algo que está ahí y me parecía perfecto combinar todo este momento en el que estoy ahora con un impulso y con un latir que marca estos ritmos. Y tratamos de combinar los diferentes ritmos: en vez de que cada canción tuviera un ritmo particular o más purista, quisimos darnos la oportunidad de salir de la norma y tratar de fusionar un poco toda esta variedad rítmica que hay, sobre todo en el Caribe. Es algo que disfrutamos mucho cuando trabajamos en este disco y de verdad que estoy muy contenta porque una cosa es una tener una idea de cómo quiere que suene el disco y otra es poder lograrlo. Me siento muy contenta porque este disco quedó mucho mejor de lo que había pensado cuando empezamos a trabajar las ideas. Eso para mí es el logro más grande.

También hay una indagación por los lenguajes musicales modernos, lo siento mucho en “Odio” hacia el final. ¿Cómo te acercas a lo moderno desde la raíz musical que trabajas desde el principio?

Escucho mucha música. Como te decía ahorita, me encanta la música que tiene mucha pasión, que me transmite algo directo. Esto era algo que quería mantener a lo largo del disco, cuando empezamos a hacer una estructura, a tratar de armar cómo queríamos que estuviese la canción empezamos a jugar con unos sonidos electrónicos en modo maqueta. Luego se lo pasamos a Trooko, que se llama Jeff Peñalva, un ingeniero que está trabajando con mi hermano René, un tipo súper talentoso y con los beats y las texturas. Cuando teníamos la canción bien desarrollada se la pasamos a él y él como que la elevaba en su basa rítmica electrónica y todos esos juegos y jugamos ahí también con eso. Para mí fue salirme un poco de mi zona de confort porque yo nunca había explorado de tan cerca esta librería sonora electrónica, pero aprendí mucho y me encanta, es otro mundo de sonidos que también tiene su riqueza. Fue muy divertido tratar de complementar este lado más crudo del tambor y más áspero con esta fuerza electrónica. Era exaltar lo que ya tiene nuestra raíz africana y adaptarla un poco al momento en el que estamos ahora para que se transmita de una manera un poquito más fuerte y directa que antes.

Entiendo. Ya para terminar, ¿cómo sientes después de dos álbumes el lugar de la mujer latina en la música? ¿Qué concesiones ha tenido que hacer y qué camino falta por recorrer?

Creo que falta que nos expresemos un poquito más. Cada vez va creciendo todo un movimiento no solamente de mujeres sino de personas que tienen inquietudes y que tienen la necesidad de expresar sus inquietudes desde las canciones. Para mí es importante la honestidad en el arte y en la música, esto es lo más básico, es lo que hace que una canción te llegue o no. Puede ser desde el tema más superficial hasta el más profundo pero, con tal de que el tema sea honesto o esté conectado con uno de alguna forma creo que eso es lo más valioso. Y eso es algo que creo que cada vez hay más ese deseo de comunicarnos, o por lo menos esa inquietud de sentir que tenemos que comunicarnos de alguna forma. Yo espero que esto crezca aún más, porque creo que hay muchas historias por contar, creo que eso que hablábamos de mantener la memoria es algo sumamente importante, no necesariamente desde un contexto del pasado sino de que nos acompañe en el presente para que nos eduque y nos abra el camino para enfrentar y reconstruir el futuro porque estamos en un momento mundial bastante crítico en el que necesitamos, y es muy importante, estar conectados con todas cosas que nos abren la perspectiva. La música y el arte son algunas de esas cosas, por lo menos para mí. Así que siempre y cuando hagamos música, arte, para el bien de nuestra sociedad y para provocarnos cuestionamientos yo creo que eso es lo mejor que pueda pasar.


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