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Jerry Jhons, cumbia urbana dorada y verde

  • Foto del escritor: Ignacio Mayorga Alzate
    Ignacio Mayorga Alzate
  • hace 6 minutos
  • 7 Min. de lectura
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La relación de Bucaramanga con la música tropical, de la que se desprenden algunas vertientes de la cumbia, no se explica desde una lógica de origen ni de pertenencia identitaria, pues es imperativo pensarla a partir de procesos de circulación y apropiación. Como han señalado los estudios históricos sobre la cumbia en Colombia, este género se consolidó menos como una tradición fija que como un conjunto de prácticas musicales móviles, profundamente mediadas por la radio, el disco y los circuitos urbanos de baile. En ese sentido, ciudades del interior como Bucaramanga fueron clave no por su función productora, sino por su papel como espacio de recepción activa y resignificación sonora.


Desde mediados del siglo XX, la expansión de la industria discográfica y radial permitió que la cumbia y otros géneros tropicales se difundieran ampliamente por el país, desprendiéndose progresivamente de su inscripción exclusiva en la Costa Caribe. Bucaramanga se inscribe plenamente en ese proceso: una ciudad donde la cumbia se integró tempranamente a la vida cotidiana, al baile social y a los espacios de ocio urbano, sin necesidad de ser reivindicada como tradición propia.


Para esto, un factor decisivo fue la intermediación venezolana. La cercanía geográfica y los flujos constantes de personas, discos y señales radiales hicieron que versiones venezolanas de cumbias, gaitas y música tropical circularan con fuerza en Santander. Esto reforzó una comprensión de la cumbia como lenguaje transnacional y funcional, más que como emblema localista. Estas circulaciones generaron públicos con oídos acostumbrados a la mezcla, al cambio de formato y a la adaptación del ritmo a diferentes contextos.

La urbanización temprana de la cumbia en Bucaramanga también explica por qué su presencia histórica ha sido más práctica que discursiva. No se construyeron grandes mitologías locales alrededor del género, pero sí una continuidad de uso: cumbia en verbenas, fiestas familiares, bares populares, conjuntos eléctricos y repertorios híbridos donde convivían sin conflicto cumbia, porro, salsa o merengue. Esta lógica coincide con lo que Ana María Ochoa llama una “ecología sonora urbana”, en la que los géneros sobreviven no por su valor patrimonial, sino por su capacidad de operar socialmente en contextos concretos.


En las últimas décadas, esta relación ha reaparecido en proyectos contemporáneos que trabajan la cumbia desde Bucaramanga sin nostalgia ni retórica de rescate. Se trata de músicos que entienden el género como una estructura rítmica abierta, heredera de una historia de circulación más que de una genealogía pura. Esta postura dialoga con enfoques recientes sobre la cumbia colombiana que la piensan como un proceso en permanente transformación, atravesado por tecnologías, mercados y usos urbanos, y no como un objeto cerrado del pasado.


Desde este marco, la cumbia en Bucaramanga no es una anomalía ni una periferia del relato tropical colombiano. Es un ejemplo claro de cómo un género se sostiene en el tiempo gracias a su capacidad de adaptarse, circular y funcionar en la vida cotidiana, lejos de los centros consagrados y de los discursos identitarios más ruidosos.


En este marco, aparece el trabajo reciente de Jerry Jhons, cantante y compositor de cumbia urbana originario de Bucaramanga, identificado como uno de los exponentes del género en esa ciudad y en la escena tropical santandereana. Su obra incluye lanzamientos como el álbum Cumbia Urbana (2024) y sencillos como “Leyenda Urbana” (2021) y “La oveja negra” (2021), que lo posicionan como una figura activa en la fusión de cumbia con elementos contemporáneos del ritmo popular colombiano. En la tradición local, su nombre aparece junto a otros artistas que han contribuido a la producción musical de cumbia en la capital santandereana, reflejando una vitalidad de géneros tropicales urbanos en el territorio.

“La primera vez que grabé fue en el año 2009. Aquí en Bucaramanga escribí una canción, la canté en una discoteca que era un de un cantante de cumbia de la época, de Javier Martínez”, explica el bumangués sobre su incursión en la música. “Me dieron la oportunidad, a la gente le gustó y a los dos tres días la grabé en un estudio con el dueño de la discoteca que se llamaba Tropi Music, así se llamaba la discoteca. Le hicimos el homenaje a la miniteca y hoy en día esa es mi carta de presentación”. Antes, sin embargo, el compositor ya venía trabajando en la música. “Desde hace rato yo pues improvisaba y escribía canciones de rap, me gustaba mucho el rap. Entonces, la primera canción es una fusión entre la cumbia y el rap. Y aquí en Bucaramanga pues se volvió muy popular esa canción. A los 15 días, al mes, estaba escuchando todos lados por donde yo iba. Y ahí fue más que todo la inclinación por la cumbia, por la cumbia urbana”, añade Jerry Jhons, quien asumió esta etiqueta en vez de la de cumbia rap por motivos de memorabilidad comercial.


Recientemente, Jerry Jhons debutó en la capital como parte de una nueva edición de MUCHACUMBIA, una celebración binacional liderada por el paisa Pablo Marín Ángel, “El último romántico”, e Ima Felini, de Amantes del Futuro. “Estaba en mi casa y me invitaron a hacer de este evento en la capital. Había escuchado mucho de la fiesta y hacer parte de MUCHACUMBIA me hizo sentir muy agradecido”. En el evento, Jhons compartió tarima con Sonido Confirmación, Amantes del Futuro, La Pinche Tefi y Ojitos, presentándose junto a un MC, un DJ y un par de bailarinas que ejemplificaron las dinámicas de la movida cumbiera santandereana en las frías cimas de la capital colombiana. “Es algo muy bonito poder ver distintas expresiones y puntos de vista sobre este género”, señala el músico.


El proyecto musical de Jerry Jhons se enmarca en la cumbia urbana, una modalidad del ritmo tropical que combina elementos tradicionales con producción contemporánea y que se ha consolidado como parte del movimiento popular de cumbia en Bucaramanga, circulando tanto en festivales locales como en plataformas digitales. “Hay una relación con la cumbia villera, pero lo que más consumimos aquí es la tecnocumbia, la cumbia de Perú de los años 90, ya cuando llegaron los sintetizadores a Perú. Eso llegó acá a Bucaramanga y la adoptamos y eso es lo que más los que lo que todo el mundo está escuchando, está grabando”, explica Jerry sobre las dinámicas de consumo de cumbia en Bucaramanga. “Obviamente, las barras del Bucaramanga escuchan mucha cumbia villera del Pepo, de Yerba Brava, de los Pibes del penal, entre otras bandas de cumbia villera, pero aquí en Bucaramanga lo tradicional es la tecnocumbia o la cumbia urbana. Inclusive acá tenemos un baile que es único en todo el país: la trenza, el resorte, los pasos prohibidos, como decimos aquí, que solamente aquí los bailamos. En el Cauca bailan muy diferente”, añade.

La vida pública de Jerry Jhons también incluye un episodio de estancia en prisión, del cual él mismo ha hablado en redes sociales y videos donde aborda su salida de la cárcel y su continuidad artística tras esa experiencia, señalando que regresó a la música con el apoyo de familiares, amigos y seguidores. “Las canciones que yo compongo son vivencias mías, por ejemplo, cuando yo estuve en la cárcel, les cantaba a los presos. Allá hice ‘Cementerio de vivos’, hice ‘Virgen de las Mercedes’”, recuerda. “Hice muchas canciones allá que hablan sobre las problemáticas que se ven en la cárcel y la resocialización de los presos, del querer salir adelante, no querer estar en las cárceles. También les cantó a las barras de fútbol, al amor, a todo lo que me pasa en la vida, pues voy componiendo y voy plasmando las ideas en las pistas, en las cumbias, en la cumbia rap, en la cumbia urbana”.


Parte de las transformaciones enunciativas de la cumbia al pasar de un contexto rural a uno urbano es el de poder celebrar manifestaciones cotidianas propias de la ciudad en clave de este ritmo. Así, si en los territorios ancestrales la celebración del paisaje natural continúa siendo una constante, en las capitales culturales las dinámicas se transforman para dar cuenta de la vida en la urbe: el ritmo de la calle, la velocidad del tráfico de las personas o la relación con un equipo de fútbol da cuenta de la identidad de quienes se enuncian a partir de estos discursos sonoros. Por ejemplo, con la victoria del Deportivo Bucaramanga en 2024, Jhons adaptó el clásico villero de “La cumbia de los trapos” para hablar del equipo verde y amarillo: “Esa canción es de Yerba Brava. Aquí en Bucaramanga, como nos ganamos la estrella el año pasado, decidimos hacer un homenaje para el Bucaramanga, cambiarle un poquitico la letra a ‘La cumbia de los trapos’. Ahora es ‘La cumbia del leopardo’. Y más que todo pues yo he grabado ya con argentinos como Los Pibes del Penal, una canción muy famosa que tiene ya, en YouTube tiene 10 millones de reproducciones y en Spotify tiene 2 millones de reproducciones. Ellos también estuvieron en la cárcel y allá también grabaron, hicieron canciones. Nos conocimos por Internet y decidimos hacer el remix de “Y aprendí”, gracias a Dios pues ha pegado duro también acá Bucaramanga esa canción, igual que ‘La cumbia del leopardo’. Aparte de eso tengo otra canción que llama ‘Vamos Bucaramanga’ que también es un homenaje a todo lo relacionado con el fútbol de la ciudad”, subraya.  


Con su trabajo, Jerry Jhons es uno de los principales abanderados de la cumbia urbana en Bucaramanga. Su aporte a la cultura colombiana celebra la manera como un género versátil se ha integrado al tejido social de un espacio geográfico específico. La música del santandereano es una apuesta honesta por dar cuenta de su contexto a partir de un ejercicio juicioso de análisis y síntesis. En sus canciones, la cotidianidad de la ciudad intermedia de la que es hijo se ve reflejada sin adornos o complejas figuras retóricas. En este gesto existe, de esta manera, una necesidad personal de vestir con los colores verde y oro el sonido de las avenidas de Bucaramanga, la música que suena en los bares populares y minitecas, así como una actitud honrada y motivada de una ciudad que pocas veces aparece en los mapas sonoros de nuestra historia musical reciente, pero que está ahí para celebrar los triunfos de once gladiadores en el terreno de juego, para recordar la Virgen popular a la que son devotos los reos con los que Jhons compartió aprendizajes, para celebrar en clave de cumbia la presencia inamovible de un grupo humano que vive, reza, llora y baila: ¡búcaros, búcaros, búcaros!


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