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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

El cartel nacional de Estéreo Picnic 2022, más allá de J Balvin y El Binomio de Oro (parte 2)

Actualizado: 30 oct 2021



120dB Bogotá es y siempre será el lugar de las bandas nacionales emergentes. Por ello, con cada nueva confirmación e hito de los artistas alternativos locales sentimos que hemos aportado, aunque sea mínimamente, a que las canciones colombianas lleguen más lejos. Hoy amanecimos orgullosos de encontrar el nombre de tantos amigos y conocidos en el cartel del festival privado más importante de nuestro país. Al lado de nombres claves de la música contemporánea como A$AP Rocky, leyendas del panteón del rock como Nile Rodgers & Chic y celebridades como Machine Gun Kelly, la cuota de músicos colombianos se sabe diversa, intrépida y denota las formas de los nuevos sonidos que se están gestando en nuestras ciudades. Aquí la cuota colombiana. Sin referirnos a J Balvin, Diamante Eléctrico, Crudo Means Raw, Ela Minus Juan Pablo Vega y El Binomio de Oro, a quienes probablemente ya conocen.


Felipe Gordon


Felipe Gordon lleva ya más de una década dedicada a la música. Su aventura comenzó con proyectos en banda como Those y Mercury y luego viró hacia la experimentación en torno al house y las músicas negras, lo que le ha permitido ser uno de los productores principales del país en ese respecto. En 2014, con un par de amigos, montó el sello Nómada para darle difusión a varios de los artistas electrónicos más reputados de estas geografías. Desde entonces, el productor y DJ ha prensado vinilos y presentado sus lanzamientos en algunos de los sellos principales del género a nivel internacional, como lo son Secret Reels, Quintessentials, Toy Tonics, Church, Discotexas y la disquera de Waze and Oddysey, Street Tracks. En su carrera ha presentado variados álbumes y EPs en los que ha sabido concatenar sus influencias para crear una estética propia y emocionante. Este año nos legó A Landscape Onomatopeya, un álbum fabuloso de 11 cortes y el EP Atlantic Exchanges Vol. 1, en el que colaboró con el productor Cody Curtis. Su música es un recorrido sensorial hacia el optimismo minimalista y la creación de atmósferas delicadas y envolventes.



Julio Victoria Ensemble


El nombre de Julio Victoria siempre ha estado en el radar de la escena electrónica, o por lo menos desde hace más de una década cuando Victoria se convirtió en un ícono de la movida nocturna colombiana. El productor y DJ ha tenido correrías épicas en antiguos templos del baile de la capital como Radio Berlín y Billares Londres y ahora hace las delicias en Kaputt, en el que precisamente presentó hace poco este ensamble, una celebración de una carrera dedicada a la electrónica de primera. En él, el DJ y productor hibrida las formas de la electrónica con la interpretación de instrumentos en vivo, demostrando que las formas de este género se pueden estirar, doblar y suspender para crear experiencia reales y duraderas. La música de Victoria sigue sorprendiendo y agradando gracias a un compromiso responsable con la experimentación dentro y fuera del estudio.



Las Áñez


Esta es quizás una de las más gratas sorpresas de esta edición de Estéreo Picnic, pues Las Áñez generalmente están vinculadas con círculos académicos o espacios para escuchar música en sillas. Su aparición en este cartel denota que la curaduría del festival está pensando en nuevas alternativas a su propuesta curatorial antes que el desmadre con el que la gente suele asociar los festivales. Las Áñez son dos gemelas bogotanas que han logrado llevar su voz hacia los límites máximos de lo música, convirtiendo sus gargantas y cuerdas vocales en instrumentos que emulan sonidos de percusión o crean melodías complejas con métricas imposibles. Sin duda, después de tres álbumes excelsos en los que han perfeccionado su arte, son uno de los actos más inquietantes y hermosos de nuestro panorama musical y han logrado, por ello mismo, colaborar con artistas de la talla de Aterciopelados, Edson Velandia y Kevin Johansen. Además, han girado extensamente por Europa. Empero, no es necesario haber leído las enciclopedias que Dick Chávez preparó para Salvat hace un par de décadas para disfrutar de su propuesta en la que la canción latinoamericana se revitaliza a partir de armonías vocales preciosas. Es un show para ver sentado, para cerrar la boca y abrir los oídos, conectando con la música a nivel primigenio. Después ya podrán hacer cuanto quieran: no se las pueden perder.



La Pacifican Power


En el seno del Petronio Álvarez, la celebración más importante de la región del Pacífico nació de manera espontánea hace casi una década la Pacifican Power. Cuenta la leyenda que tras la celebración de la fiesta musical, que ese año rendía un homenaje a las Cantaoras del Pacifico y a Germán Patiño Ossa creador del festival, al no hallar un lugar donde rematar la fiesta un grupo de reconocidos músicos, entre los que estaban Wilson viveros, Jacobo Vélez, Alexis Play, Julio Sánchez, William Angulo y Cristian salgado, convocados por Cesar Herrera, quien más adelante se convertiría en su manager, decidieron terminar la noche por lo alto con un jam en homenaje al Pacífico en Mikasa Bar, espacio que por varios años fue un lugar emblemático de la rumba en Cali. Allí, en medio de una verbena de ritmo y color, se les unieron más artistas entre los que destacaban, entre otros, Tostao, Quantic y Esteban Copete. Año tras año desde entonces empezó una tradición que, por fin, en 2017 se cristalizó como un proyecto sólido cargado de una nómina de lujo sólo equiparable a una Fania All Stars contemporánea. En la Pacifican Power en la que colindan el arrullo y el currulao con la salsa o el hip hop, una mezcla explosiva como un curao maduro que se apodera del espíritu y el cuerpo, ofrendándolo todo al baile. Nidia Góngora, Alexis Play y el propio Callegüeso de la Mambanegra son apenas una parte de esta sobresaliente propuesta.



Los Cotopla Boyz


La música tropical encuentra un nuevo y dinámico equipo de súper amigos que revitaliza las formas de la cumbia, aún vigente en sus manifestaciones más primitivas, para intercalarla con programaciones modernas, diversos lenguajes musicales y una ironía sin par que ha creado fiestas de culto para quienes conocían a este proyecto desde sus días de matik matik. Sabemos que la cumbia no necesita ser salvada: ue el centro del país la crea muerta y reservada para espacios de culto bailador k no quiere decir que la cumbia esté agonizando ni que los Cotopla Boyz son los encargados de salvar una tradición que está en peligro. Dicho esto, Mamarron vol. 1, el primer lanzamiento de esta banda en 2020 era un esfuerzo consciente por revitalizar, no rescatar, y redescubrir las bases de un ritmo que durante décadas ha sido uno de los tesoros patrimoniales del país. En el ejercicio de hacerlo, la banda ha creado uno de los sonidos más emocionantes de la nueva alternativa bogotana. Si los rolos no sabemos bailar, estos cuatro súper héroes igual y nos dan una base musical explosiva para que aplaudamos sonrientes, un dos, un dos. Con un show dinámico y contundente, los Cotopla se han convertido en un nombre sólido que parte de la herencia de Mario Galeano y compañía para seguir explorando y creando en torno a nuestra propia tropicalia.



Los niños telepáticos


Desde 2016 con su debut auto titulado, Los niños telepáticos se han convertido en una de las bandas más osadas de la escena capitalina, un lugar en el que la psicodelia, el funk y el rock colindan magistralmente aunados todos por la inventiva poética de Nicolás Mejía que, con composiciones como “AlmaFuerte”, “Venus” o “Fractal” ha creado un universo textual único y lleno de imágenes provocadoras y contundentes. Su segundo álbum de estudio solo corroboró que eran uno de los actos más heterodoxos e imponentes de la psicodelia rockera nacional y les dio una oportunidad para hacerse notar en eventos claves y centrales para las bandas nacionales. Estuvieron también en Hermoso Ruido y participaron recientemente del lanzamiento del álbum de Búha 2030, presentando un set de lujo que solo confirma por qué son un acto en vivo avasallador y explosivo, al encontrar entre sus filas a intérpretes virtuosos y brillantes. Los niños telepáticos saben hacer canciones de rock de cepa porque entendieron precisamente qué es el rock en últimas: la hibridación de las formas, la suma de identidades que colindan en un solo espacio.



Lucille Dupin


Lucía Agudelo sorprendió a todos cuando, en 2016, empezó a lanzar su carrera musical solista bajo el alias de Lucille Dupin. Con un ukelele como única artillería, la artista colombiana empezó a abrirse un espacio en el competitivo mundo musical, cuya industria patriarcal emplea sus sucios manejos para la construcción de íconos antes que para acercarnos al alma real de artistas reales. El proyecto de Lucille Dupin, entonces, puede entenderse como una dinámica disruptiva, construyendo un pop espiritual/feminista, en el que la experiencia del cuerpo femenino está en primer plano y narra los dolores y placeres propios de su motor de sentido, el que estructura su presencia en el gran cuerpo social del mundo. No es entonces gratuito que su alias artístico funcione también como el reconocimiento de la invisibilización del género femenino: (Amantine-Aurore) Lucile Dupin era el nombre real de George Sand, una de las plumas más importantes de la literatura francesa del XIX (en la que destacan siempre Balzac, Stendhal, de Maupassant, Flaubert, Hugo, Verne o Zola, todos hombres) y que a través de su alias masculino accedió a lugares vedados para la mujer decimonónica europea, de la que se esperaba fuese la perfecta ama de casa burguesa, antes que una flâneur de los fastuosos bulevares de Haussman. Es la representación centralmente feminista y combativa cuyas armas son un pop sensible y ameno, pero siempre poderoso.



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