Hace cinco años siguiendo los pasos de Lucio Feuillet. Lo encontramos cantando canciones sin prueba de sonido en un pequeño concierto de Kevin Johansen y, desde entonces, se ha convertido en uno de nuestros creadores favoritos. Feuillet lleva casi una década presentando canciones y se ha convertido en el rostro visible de un Nariño extenso y mágico que hasta ahora el discurso centralista está descubrimiento. Esta dignidad la lleva sin vanagloriarse: como sus ancestros que araron la tierra con sus manos, Feuillet entiende que el fruto del trabajo duro es una recompensa para el alma. El pastuso vive la música y conserva la posibilidad de la sorpresa: lo mismo lo emociona redescubrir la historia sonora de su departamento como colaborar con artistas de todo el territorio, entretejiendo su voz de mil con programaciones digitales o consolidando alianzas transatlánticas. Su presentación en Rock al Parque será una de las emocionantes de esta edición, no solo a nivel nacional, sino de todo el cartel. Agradecemos que el músico y compositor nos diese una ventana de su tiempo entre ensayos para hablar sobre la tierra, la urbe y la música que viaja por el éter. En un sentido literal y figurativo.
Primero que todo me gustaría empezar hablando de la avanzada que han venido teniendo actos de Nariño en la movida musical colombiana, de los que tú eres una suerte de punta de lanza desde la publicación de Indicio, hace casi una década. ¿Cómo ha sido irte encontrando con que cada vez más los oídos se abren a lo que pasa en nuestro misterioso sur?
El acento, la sensibilidad, el carnaval, la palabra y el viaje artístico que trae nuestro sur es misterioso, diverso, provocador, arriesgado, inspirador y siempre ha estado presente, no es algo nuevo. De hecho, el carnaval es una de las manifestaciones culturales más viejas que tiene nuestro país. Quizás el centralismo y la búsqueda de priorizar otras periferias han hecho que el país no mire ese sur como algo para abrazar, conocer y reconocer. Hoy quizás somos más los que decidimos plasmar discos, colaboraciones, videos, actos en vivo y dedicarnos de lleno a desarrollar un camino de vida con nuestros oficios artísticos, todo eso va confluyendo en una notoriedad que despierta entusiasmo en las nuevas audiencias porque lo que presentamos ofrece conexión y tejido y no nos encerramos, sino que intentamos expandir y abrir nuestra sensibilidad para que muchas más personas disfruten de estos misterios.
En ese sentido, también presidiste la comitiva de lanzamiento del Carnaval de Negros y blancos en el BoMM de este año. ¿Cómo recibes el interés de la cultura centralizada por tu música y los ancestros de tu música?
Hay un público inquieto y ansioso y más interesado en conocer más lo que pasa en el sur. Lo noto cuando hablo con gente de muchas latitudes, con amistades viajeras. Incluso es algo que ya pasa las fronteras de nuestro país. Muchas personas de otros lares se preguntan por el sur, quieren ir y quieren conocer más sobre la música y los sonidos de ese territorio y de lo que inspira.
Recibo ese interés con mucha alegría y eso me motiva a seguir tocando este formato carnavalero y murguero, a seguir explorando y, por supuesto, a seguir inspirándome en el colectivo, en las amistades.
Enfatizo en esto porque, si bien en Provinciano había un interés sureño, es en Bailando Bailando que solidifica esa roca ígnea de la música nariñense en tu propuesta. ¿Conforme te mimetizas con el paisaje chapineruno más añoras la raíz del olloco?
[Risas] ¡Creo que sí! Tengo muy presente esa añoranza y sigo aprendiendo de ese misterioso lazo con ese territorio sureño que nunca parará de inspirar. Sin embargo, el estar aquí mimetizándome en la capital con el barrio, con el concreto, con las amistades de muchos lugares, con los viajeros que están de paso y traen otros colores me hace ir encontrándome, reconociéndome y también entendiendo que toda esta vida desde la capital ha sido fundamental para construir mi relato sonoro que habla del sur, habla de estos tiempos y, por supuesto, también habla del sonido capitalino y colombiano.
Hace poco también te incluyeron en un vinilo curado por Andy Grey para Radio Gladys Palmera, junto a La Perla, Las Mijas o Acid Coco, nuevas formas también de las músicas tradicionales colombianas. ¿A qué atribuyes el interés al otro lado del charco por nuestra música?
Por aquí se cocina con mucho sabor y con mucha pasión. Hay muchísima diversidad y todo esto está explorando y explotando en muchas manifestaciones artísticas que dan cuenta de estos tiempos. Quizás los panoramas de afuera pueden ver toda esta movida con más perspectiva y sentirla potente, fuerte y enamoradora. ¡Hay que darnos cuenta de esto, desde adentro! Creer en nuestros relatos y abrazarlos. Debemos estar más pendientes de nuestras maestras y maestros, de nuestros colegas, de nuestros entornos que han llevado su oficio incansable para sus comunidades y, con todo esto, seguir construyendo un panorama cultural más digno y duradero.
No ya en España, pero en otros ámbitos culturales del viejo continente el apelativo de world music es una etiqueta para referirse a las producciones de nuestras geografías. ¿Te resulta problemática no solo esta, sino el uso por parte de la crítica de etiquetas clasificatorias?
El tema de definirla o etiquetarla no me interesa tanto ni me cuestiona el hecho de cómo busca hacer la crítica musical. Muchas veces hasta yo mismo me veo en problemas intentando escribir un comunicado e intentando definir algo que va más a las emociones que a las palabras. Lo que realmente me interesa es que la gente pueda escuchar la música, que le pueda conectar, que le motive una emoción, un viaje, un carnaval, un territorio, una reflexión. Llámenla world, o folk, o alternativa, o rock, o cantautor o pop. Quizás todas esas juntas. Quizás ninguna.
Hablando de etiquetas, prensa, entrevistas, etc. traigo un ejemplo muy usual: muchas personas que llevan buen recorrido se indignan porque les dicen los presentan como “artistas emergentes”, en mi caso llevo ya 3 discos y un buen tiempo en esto y cuando me dicen “el artista emergente” no me causa problema. De hecho, ¡lo veo como un regalo! Que te digan emergente es que estás surgiendo, que estás con toda esa capacidad de aprendizaje, con todas las ganas de empezar algo, con esa energía. ¡Eso lo agradezco y lo celebro! Tengo una canción que dice: “Fuimos, seremos: siempre aprendices”. ¡Y sí! Qué lindo siempre tener esa capacidad de sorpresa bien abierta y con eso poder crear, emanar, surgir y empezar de nuevo.
Hablando de Bailando Bailando, ¿cómo fue traducir la experiencia musical de “La cumbia del trabajo” para Pedro Pastor?
En el álbum Provinciano solo estaba la idea minimalista y casi de mantra de la reiteración del coro dejando la inquietud sobre la rutina que a veces tenemos que seguir en ese trajín del “estudia, estudia, trabaja, trabaja” llegando muchas veces a olvidar nuestras vidas y sueños.
El Bailando Bailando, que es todo un carnaval, ya no es un disco minimalista si no que es un disco lleno de información, arreglos, murga, colores, tejidos y en esa idea aparece Pedrito que escribe un texto para sumar a la reflexión e invitar a salirnos y liberar un poco nuestra rutina. Es tremendo como la cumbia se viste de este “Bailando Bailando” para precisamente “bailarla” y entrar en esta invitación desde la poesía de Pedrito, un cantautor que admiro montones y con el que he compartido ya varios bailes musicales.
“Y es que nos asusta la incertidumbre, faltar a la rutina, saltarnos las costumbres... A ver quién se atreve a ir a contracorriente…”.
¿Por qué es necesario para las nuevas generaciones seguir conectando con canciones como “Miranchurito” o “La Guaneña?
Porque son canciones que traen toda una historia, un territorio, un carnaval, un acento y porque es importante aprender a través de ellas cómo suena un legado cultural. Ayer estaba ensayando “La Guaneña” al final del repertorio para cerrar nuestra presentación que tocaremos en Rock Al Parque y se me aguaron los ojos escuchando ese poder murguero e imaginándome esta sonoridad conectando en el festival. Muy emocionante sentir la fuerza, la vigencia y la conexión que generan estas canciones.
Para cerrar, hablemos un poco del Festival Rock al Parque. ¿Cómo asumes este nuevo reto para tu carrera y cómo preparas la presentación para el evento?
Lo asumimos con mucha pasión, entrega, oficio y con todas las emociones al cien por este regalo que nos da la música y el camino. Desde que llegué a Bogotá he ido al festival y he visto manifestaciones culturales muy importantes alrededor de todo lo que enmarca este encuentro. Estar ahí y pertenecer a esta edición me llena de orgullo y será toda una celebración tocar en el parque a las 7:20pm el domingo 4, último día del festival.
Partimos de la base que hemos camellado a conciencia, le hemos metido mucho corazón a todos los procesos, tenemos un equipo tremendo con muchas amistades inspirando y alentando así que la premisa es disfrutarlo al máximo, entregarlo todo y conectarnos en tarima. Dejar que fluya la música entre les 13 artistes que estamos en escena, confiar en todo el equipo técnico, compartir con nuestro invitado especial que nos acompañará y celebrar el ritual del encuentro con carnaval, baile, fuerza, contemplación y con toda una ofrenda de corazón para tejer con el público.
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