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  • Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Comunidad y familia, el rito de Las tres piedras



Siempre lo ha sido, pero ahora es más visible: Nariño es tierra musical por antonomasia. Desde hace varios años el departamento del sur del país ha sido parte de las conversaciones sobre las nuevas músicas colombianas, destacándose sus artistas por una capacidad de inventiva lírica y una inteligencia compositiva sin par. Es un departamento largamente invisibilizado, que ha empezado a destacar, hace un par de años, por la fuerza con la que los productores independientes de eventos les han demostrado a los organismos de la política pública que hay un hambre de cultura y de música en vivo. Así, sus agrupaciones, residentes o no en la capital, sobresalen entre la música independiente producida en Colombia, apareciendo año a año en los listados de los mejores álbumes o sencillos del año en portales especializados como Shock, o aquí, en 120dB. En virtud de ello, hablamos con Las tres piedras, longevo trío nariñense que ha sufrido varias mutaciones a lo largo de su historia, siendo siempre la constante de su identidad una excelencia en la artesanía de la canción. Pudimos hablar con Juliana Chamorro, vocalista y encargada de los teclados en la banda, sobre su historia con el ruido, la fuerza musical del Nariño contemporáneo y la herencia indígena y campesina que nutren la propuesta estética de esta banda que hará parte de Rock al Parque.

Quería comenzar hablando de cómo nace el proyecto hace una década y cómo se transformó en lo que es ahora, de Feed Blak a Las tres piedras.


El proyecto nace en 2012 con Alex de la Cruz, con ninguna otra intención que experimentar con el sonido del bajo eléctrico. Luego de un tiempo ensayando en “el ensayadero” de la Universidad de Nariño, en donde confluyen muchos estudiantes de música, Freddy López, nuestro anterior baterista, se une en este propósito a través de la percusión. El proyecto en este momento se denominó Feed Back, en alusión al feedback en la música en vivo, el ruido de retorno. La banda desde un inicio quería hacer ruido. Luego surgió la idea de tener una vocalista mujer, y así fue desde los inicios del proyecto hasta ahora. El nombre cambió también a Feed Black, luego Feed Blak y Feed Blvk, muchas variaciones del mismo concepto.


Entraron distintos músicos también, distintos bateristas, distintas vocalistas. Durante un tiempo se incluyó también a un saxofonista, cada uno de los cuales aportó con sus visiones de la música al proyecto. Sin embargo, los caminos, el destino, o alguna confabulación de este tipo azaroso del universo, nos llevó a este punto de juntarnos en nuestra alineación actual como Las Tres Piedras. El cambio de nombre coincidió con nuestro último cambio de alineación: Alex, Juan y Juliana y, por tanto, del concepto. Desde 2019 nos nombramos como Las Tres Piedras porque queríamos comunicar nuevas cosas con nuestra música. Ya no era solamente ruido, sino un ruido con una identidad desde el Sur, algo que nos identifica como habitantes al pie de un volcán, como descendientes de Pastos, Quillacingas, Capulíes y Awás: un sonido propio dentro de la contemporaneidad que alberga el territorio y lo extranjero.

¿Qué mutaciones suposo esta nueva identidad a nivel sonoro y conceptual?


A nivel conceptual implica un reconocimiento de nuestro territorio. Las tres piedras para nuestras comunidades indígenas y campesinas son un lugar sagrado, es donde se cimenta el fuego de la Tulpa. La Tulpa es un lugar de comunión en donde las personas se sientan a dialogar, a compartir alimentos, pensamientos y donde se deciden cosas importantes para el devenir de todos. A su vez, para nosotros las tres piedras representan las tres regiones de Nariño: Andes, Pacífico y Amazonía, la cosmovisión Pasto compuesta por el mundo del arriba, del medio y del abajo y también somos tres, número impar, una distinta simetría de las cosas.


A nivel sonoro es la mezcla entre el rock (género extranjero) y nuestro sentir: ritmos del territorio de los Pastos. Mezclamos voces líricas con guturales y screams, componemos armonías en medio del noise, hablamos de la sabiduría que hay en la cotidianeidad, de lo sacro de lo popular y de lo popular en lo sacro, también tenemos un formato un poco distinto en el que hay bajo, sintetizadores, batería y voces, no hay guitarra como tal, que se supone es un instrumento propio del rock, sino guitarras simuladas a través de la síntesis del sonido en el bajo eléctrico. Reconocemos el presente, nuestra contemporaneidad en la que todo se mezcla, la globalización tomada desde el punto de vista en que hace que el mundo sea nuestro hogar y, sin embargo, queremos rescatar nuestra identidad en medio de todo… Somos una parte del todo, parte importante, pero el mundo es igualmente valioso. En la diferencia hallamos la igualdad, en lo lejano hallamos la cercanía y todos somos uno en la diferencia. Pareciera un trabalenguas, pero considero que nuestras vidas se componen de infinitos oximorones y pienso que eso es nuestra música: una especie de oximorón.


Me interesa mucho el nombre de la banda, que viene de la Tulpa nariñense. ¿De dónde nace esa relación o interés por las comunidades campesinas e indígenas?


El interés por las comunidades campesinas e indígenas nace del interés por saber de nosotros mismos. Todos provenimos de distintas poblaciones de Nariño en donde hay comunidades indígenas, afro y campesinas. Juan tiene sus raíces en Tumaco, Alex en Buesaco y yo en Ricaurte, somos de lugares en donde la cultura afro, campesina e indígena aún permanece. Así que, en cierta medida, nace de la necesidad de reencontrarnos con nosotros mismos y sabemos que esto sucede con muchas personas en nuestro territorio.


Escuchando su música, pareciera que fuesen una banda más grande. Es decir, las composiciones tienen una riqueza de elementos que las convierten en piezas densas de una belleza sobrecogedora, pero también atemorizante. ¿Cómo fue el proceso de producción de este trabajo?


Casualmente, casi siempre en los conciertos en vivo nos han preguntado “¿Dónde está el guitarrista? ¿Tienen cosas pregrabadas?”. Y la verdad es que no: todo lo hacemos nosotros en vivo, la riqueza de los elementos creo que está en que cada uno interpreta varios instrumentos a la vez. O, más bien, un instrumento nos sirve para realizar muchas cosas. Intentamos explorar al máximo cada instrumento, desde la misma voz, hasta el bajo, los sintetizadores y la batería. Alex utiliza su bajo como bajo, guitarra y sintetizador; Juan realiza múltiples ritmos con una batería compacta de un solo tomb, un bombo y platos y yo utilizo un sintetizador Novation Bass para realizar melodías, noise y a veces bajos, y un sintetizador Akai wolf para hacer armonías y melodías. Asimismo, intento explorar la voz y la composición de las letras con diversas intenciones, desde susurros hasta distintas formas de gritar o cantar.


La producción del trabajo, como lo mencionas, bello y aterrorizante, creo es resultado de toda la carga emocional, psíquica y física en la que componemos… Le damos los créditos a las distintas situaciones por las que pasa cada uno de nosotros en su vida diaria, cosas que pensamos del mundo, emociones, sentires que queremos comunicar o exorcizar. Dentro del proceso generalmente Alex propone los motivos con su bajo y también la percusión que le gustaría escuchar. Sobre esa base Juan propone arreglos y cortes y yo propongo melodías y letras. Luego de tener algo base, estudiamos las posibles armonías y cosas que se nos ocurran desde nuestras experiencias. Creo que en la composición no hay ninguna clave de nada: le dejamos el trabajo a nuestra intuición y experiencia. Yo confío en las bases musicales de Juan y Alex que son músicos académicos y ellos confían en mi locura.


Me interesa mucho la noción de lo “ruidoso” o lo “disonante” en su exploración musical, porque enfatiza la emoción que se expresa líricamente. ¿Qué los atrae de estos elementos, de alguna manera, no-musicales?


Sí, a mi me encantan los contrastes y lo extraño, a Alex le encanta el ruido y el minimalismo, a Juan le encanta lo inesperado y lo aleatorio. Creo que es una buena combinación para zafarse un poco de la lógica de la matemática musical, sin desconocer obviamente su importancia, pero finalmente romperla. Nosotros, como seres humanos, asumimos diversas emociones y si la música expresa eso, no puedo siempre “cuadrar” un momento, un sentimiento, un pensamiento o una experiencia, no puedo decir por ejemplo, el amor es un fa, o el amor es un sol, cada uno sabe de su propio amor y creo que hay un lenguaje más allá que se transmite y que no se puede denotar de manera sencilla. Por eso nos lanzamos a veces a la intuición.





¿Cómo ven la importancia de los proyectos musicales nariñenses en la actualidad cultural colombiana? Este año, hay una presencia muy importante de bandas de Pasto.


En los últimos años, sobre todo, en Nariño se ha dado un gran movimiento musical, muchos gestores y artistas se han unido para lograr canalizar toda la producción artística musical de Nariño y poder llevarla hacia otros escenarios. Bandas han girado por distintos departamentos, artistas pastusos que residen en otras ciudades han llevado a otro nivel sus proyectos musicales y esto es lo que vemos hoy en el panorama nacional, además de un gran movimiento al interior de nariño con el Circuito Musical de Nariño, que es una alianza de festivales de música rock y alternativa que ha gestado distintas iniciativas de intercambios, giras, venues, escenarios, eventos, etc., lo que ha movilizado la producción artística musical nariñense en Colombia y otros países. Esta alianza de festivales como RockCarnaval, Background, EcoFest, Festival de Nuevas Bandas, Festival Reactor, Galeras Rock, Páramo Fest, entre muchos otros, brinda oportunidades a muchas bandas para mostrar su trabajo, obtener experiencias, conocimientos e involucrarse en mercados musicales, plataformas y todo lo correspondiente a la gestión de la música.


Pienso en el Carnaval de blancos y negros, el Rock Carnaval o el Galeras Rock, en los que han participado. ¿Qué lugar tiene la política pública para el auge de la nueva música nariñense en otros centros culturales, más centralizados del país?


Sin duda la política pública es una parte importante para el desarrollo de la cultura de un territorio y, a pesar de esto, sabemos que todas las iniciativas artísticas-culturales de Nariño han surgido desde las personas independientes, no desde las entidades públicas. Esto visto desde una manera distinta es también un logro, ya que la gente reclama escenarios, la gente reclama eventos culturales, los gestores culturales independientes de verdad se interesan por planear y ejecutar movimientos artísticos y creo que justamente en eso está la política, la política es exigir el desarrollo de la cultura y el arte en nuestro territorio a nuestros funcionarios públicos.


En este sentido, a través de los años, muchos gobiernos han pasado, cada uno con sus propias visiones, reglas, miopías, obstáculos o ventanas, pero es nuestro derecho y deber, primero, creer en nuestro propio arte y segundo, hacerlo conocer de mil maneras a personas que quizá no alcanzan a dimensionar el panorama de la música. La reciente participación de los gestores de Rock Carnaval o Galeras Rock o cualquiera de los festivales mencionados en mercados musicales ha hecho que esta visión se amplíe y se abran nuevas oportunidades en ciudades más centralizadas e incluso en otros países.





Creo que, de cualquier manera, en estos espacios se exige por razones que desconozco un arraigo para con el territorio del que se es hijo, se impone una lectura desde la denominación de origen, aunque no sea siempre pertinente. En ese sentido, y pensando también en el audiovisual reciente de “Arista”, ¿cómo se traduce Pasto en su propuesta, a nivel musical o visual?


Sí… Finalmente en el mundo hay seres vivos y seres inertes, y nosotros somos simple o complejamente sólo seres vivos; finalmente categorizar es solo un esfuerzo por entender dinámicas. Pero, como dije anteriormente, es importante tanto la parte como el todo y en tal caso, hay algo especial en cada territorio que merece ser visto, escuchado o sentido. Desde nuestra propia experiencia, podemos decir que en nuestro territorio sí que hay muchas cosas que merecen toda la admiración y respeto como, por ejemplo, nuestra naturaleza, nuestra geografía, nuestro nudo de los pastos. Esto es justamente lo que queríamos mostrar en el videoclip de “Arista”, el paisaje en el que nosotros florecemos.


El videoclip se grabó en la población de Buesaco-Nariño, justamente alrededor de la casa de los abuelos de Álex. En el videoclip aparece el cañón de Juanambú, las montañas donde crecieron Alex y su familia, la sensación de la naturaleza en todo momento. En el videoclip también aparece un personaje muy especial para nosotros que es el Danzante de Obonuco. Nuestro amigo David Pupiales personifica dos personajes muy especiales con los que trabajamos performance en la banda: el Diablo Danzante de Obonuco y el Guardián de las Semillas. En el caso del videoclip de “Arista”, aparece el Guardián de las Semillas, ya que justamente Arista trata de la analogía entre una semilla y nosotros mismos, una semilla que puede crecer a pesar de toda adversidad.


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